Maldita sea la miseria humana. La escoria de las barbas de los parlanchines que se regodean nombrando a quien no conocen ni conocerán. Malditos aquellos que enceguecidos por el odio, abusan de las teorías que repiten como loros los oportunistas.

Malditos sean los cuervos que vuelan en círculo esperando el segundo despejado que les permita el aterrizaje sobre la carne muerta y acceder a la comida que sólo es comida de unos días y que olvidarán cuando otro cadáver les enseñe de nuevo el hambre.

Malditos los reaccionarios que difunden insensatas respuestas, que comparan tristezas, que cotejan crímenes, que se autorizan a hablar en nombre de muertos a quienes no conocieron o peor, que no les importaron jamás.

Malditos los presuntos autorizados dueños de la verdad, que se creen capaces de señalar con ligereza quien sí y quien no merece desaparecer.

Tilingos embanderados que se aprovechan de la mierda servida para cocer más mierda, y salpicar a todos, porque todos son, porque todos fueron, porque todos fuimos, y entonces nunca fue nadie.

Rabia pura, odio diluído en buenos modales, correcciones políticas falsas, lugares comunes, crispados sin cura, deshonestos morales. Insensibles que lloran cómo dicen que lloran los reptiles.

No me importa que pensaba Santiago Maldonado

No me importa a quien votó

No me importa con quien se acostaba, ni que le gustaba leer, ni la música que escuchaba

No me importa que creía del mundo del que desapareció.

No me importa la figura penal que le encaja a su ausencia.

No quiero escuchar una sola justificación a su no estar.

No tengo ningún interés en arrancarle nada al alma de un pobre muchacho, que desapareció en las tinieblas de la fuerza. En manos de los parias de corazón. En la sordera de quienes ocultan su  cuerpo. En la infamia de un uniforme desnutrido de humanidad.

Sólo quiero saber dónde está Santiago Maldonado.

¿ Quiénes son los que lo ocultan?¿ quienes de verdad lo buscan?

¿ Quienes dicen la verdad? ¿ quienes se montan sobre una dolorosa verdad, para construir mentiras a medida de sus necesidades? ¿ Quien se puso en el lugar de sus padres? ¿Quien es capaz de parar un segundo esta tristísima exhibición de muertos propios y ajenos? ¿ Quien se atreve a cesar con la obscenidad de creerse dueños de decir los que pueden y no pueden reclamarlo?

¿ Quien, con honestidad, puede bajar las ridículas comparaciones y separar, otra vez, con honestidad, cada una de las cosas. Y ponerlas en su justa medida?

No es lo mismo Santiago Maldonado que cualquier otra persona que haya desaparecido en democracia, en otras circunstancias. La diferencia es la presencia de una fuerza del Estado, que actuaba en el momento en que se perdió contacto con él.

No es lo mismo que un Ministro diga la verdad o mienta, cuando se trata de un desaparecido y se sospecha que una Fuerza del Estado pudo haber participado de esa desaparición.

No es lo mismo Maldonado que Julio López. A Lopez sabemos porque lo desaparecieron, y sabemos quienes lo habían amenazado.

Y también digamos, seamos honestos, no dejemos de serlo: no es este gobierno una dictadura. Ni asistimos a una sistemática desaparición de personas, ni somos repelidos ni perseguidos por reclamar por Santiago. Nadie entra en la noche de nuestros hogares a secuestrar a nuestros hijos.

No le faltemos el respeto a la historia más trágica del país. Ni a los muertos picaneados en la ESMA. Ni a las almas y a los cuerpos que caían de aviones en el Río de la Plata en medio de la noche. Ni a las madres que vieron nacer a sus hijos en cautiverio para no verlos nunca más. Ni a quienes sufrieron la tortura, el exilio, el bochorno de la persecución y la soledad, en una sociedad dormida y silenciada.

No repitamos esa mentira. No mintamos en nombre de la verdad. No envenenemos la causa. No dividan donde tenemos que unir.

Somos una sociedad movilizada, en ejercicio de nuestros derechos y por eso, es posible que nos manifestemos y nos preguntemos todos los días, a cada hora, en cada espacio público, en las aulas, en las canchas, en la televisión  hasta que por fin alguien nos responda la pregunta ¿ Dónde está Santiago Maldonado?

¿Quien se atreve a levantar la mano y admitir que somos capaces de convertirnos en la misma mierda que decimos combatir, con tal de acomodar los muertos en el lugar que más cómodos nos quede?

¿ quien de verdad, quiere encontrarlo? ¿ quien, con cruel sinceridad, se anima a despojar de bajezas a este ruido insoportable de acusaciones y relativizaciones?

¿ Quien se calla, para que se escuche a los negacionistas?

¿ Quien se corre, para que queden al desnudo, los que sólo quieren usarlo?

¿ Quién quiere, de verdad, a Santiago Maldonado?

6 respuestas a “¿ Quién quiere a Santiago Maldonado?”

  1. Es inadmisible en los tiempos de hoy existan desaparecidos!!! Y más aún con lo padecido en dictadura….y previa a ella por los dek otro lado. Quién es quién para hacer desaparecer una vida? Matarla? Torturarla? Sea de la fila que sea. Es un atraso…un atropello total creer sea del partido o sector que sea ..el disponer de la Libertad de vivir de otro ser. Hay caminos más potables antes de tocar una Vida

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  2. Estoy totalmente de acuerdo, pero es hora de pensar que argentina queremos, porque si seguimos con esta forma de vivir que llevamos ahora el futuro es inviable.

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  3. Me gustó mucho la reflexión y el enfoque…

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  4. Nunca Mas debe desaparecer NADIE.
    No hay estatus de desaparecidos, porque seguimos dividiendo. Las vidas, todas son importantes. Desde Cabeza, Lopez o la Muerte de Nisman.
    El tema es uno solo. No Mas desapariciones. Nunca Mas, desapariciones

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  5. lo importante es que dejen de desaparecer como por arte de magia cualquier ser humano, con la autoridad que le brinda la impunidad, de las leyes que no se aplican por jueces corruptos, lamento tantas pérdidas y muertes, tanta violencia enardecida

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  6. impecable!

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