Hay una enorme masa de argentinos que está callada. No hablan. No expresan sus opiniones. Forman parte, erróneamente, de un calculo. De proyecciones falaces. Las encuestadoras no pueden encontrar la llave que abra esa caja que al final, será definitoria.

¿ Massa será el más votado de los candidatos? ¿ Por qué? ¿ Cuales son los datos que le permiten a algunos encuestadores afirmar semejante cosa? Es el ministro de economía de un gobierno que tiene la peor imagen desde De la Rúa. No consigue bajar la inflación, ni puede acomodar ninguna de las herramientas macroeconómicas. No inspira confianza y tiene mala imagen en todas las encuestas. ¿ Por qué Massa obtendría un 30, o un 40 % cómo dicen algunos? No hay lógica.

¿ Gana Bullrich? ¿ Seguro que Patricia Bullrich le gana al Jefe de Gobierno de CABA, que tiene detrás a casi todo el radicalismo argentino? ¿ Cual será ese dato que tienen los que afirman que Bullrich duplica a Larreta? ¿ Porque dice que hay que resolver los problemas por la fuerza y no por la vía del dialogo? ¿ De verdad creen que la mayoría de los argentinos queremos eso? ¿ Ir al conflicto constante? ¿ Eso es lo que quiere la gente?

¿ Milei está tan en baja? o mejor ¿ Estuvo alguna vez tan alto como nos dijeron que estaba? ¿ Cuantos argentinos de verdad creen que la solución para el país es elegir a un lobo solitario, decidido a dolarizar una economía que no puede ser dolarizada? ¿ Eliminando al Banco Central? ¿ Voucherizando a la educación ? ¿ Echando a los inmigrantes? ¿ Cuantos creen de verdad eso, y cuantos, ruidosos si, pero cuantos son?

A medida que se acercan las elecciones, lo único que crece es la incertidumbre. Y esa incertidumbre es la consecuencia directa de un fenómeno desconocido para los argentinos. O al menos para los que abordan la cosa pública argentina.

La mayoría está callada. Cansada, agobiada, harta de los slogans, de los privilegios, de los dobles discursos, de la violencia verbal, de las agresiones y sólo tienen dos preocupaciones : cómo tener una vida más calma y que la calle vuelva a ser un lugar que nos pertenece.

No es poco. Y ninguno de los casos que acabo de mencionar, parecen perseguir los objetivos que esa masa silenciosa está reclamando.

¿ Por qué Masa resolvería lo que no pudo resolver, con todo el poder en la mano? ¿ Por qué una sociedad que está harta de la violencia, le abriría las puertas a candidatos que promueven la violencia como salida? ¿ De verdad, las personas informadas, que en el caso de los argentinos es mucha porque consumen metricas insoportables de televisión por cable, van a votar a quien propone convertir al país en un caos mayor al que tenemos actualmente?

Yo no tengo respuestas, pero tengo una percepción:

La que va a definir este asunto, es la clase media. Porque es precisamente la clase media, la que resolvió todas las elecciones en los últimos 40 años.

Esa clase media está endeudada, con muchas dificultades para cumplir con los objetivos mensuales mínimos.

Esa clase media observa, con hartazgo, como la calle se ha convertido en un lugar ajeno. Allí manda el delito, primero. Y las protestas de las organizaciones sociales, no los representa. La sensación de los trabajadores de clase media, es que en este país algunos muchos, ganan lo mismo que ellos sin trabajar. Y detestan los privilegios de los sectores políticos.

La pérdida de la esperanza general, ha dado paso a un peligroso silencio que posiblemente esté escondiendo una «libertad» de los ciudadanos que ya no se sienten ni rehénes, ni deudores, ni representados por ninguno de los candidatos, y vota con la serenidad de quien «no tiene nada que perder».

La sensación de que no hay nada en juego que vaya a cambiar las cosas de manera inmediata, la conciencia plena de la dificultad macroeconómica que tiene el país, la certeza de que el dólar vale mucho más de lo que dicen que vale, y finalmente, la falta de identificación «ideológica» con las proposiciones electorales, convierten a esa multitud, en una animal multiforme, capaz de reaccionar hacia cualquier lugar, de maneras impredecibles.

Y sin ruido. Sin chistar. Sin cacerolazos. Sin levantar la perdiz.

En dos domingos, los resultados desnudarán al mosntruo silencioso.

No fuimos nunca una sociedad suicida, pero tuvimos ilusiones.

Hoy, la mayoría no tiene ilusiones, pero no creo que tenga instintos suicidas.

Quizás, como ocurrió en Santa Fe hace 15 dias, la sociedad reclame calma, vote a dirigentes con alguna experiencia de gestión, y le advierta a los que todavía creen que se trata de seguir maltratandonos, que ya está bien.


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