En pocos días, se acaba la «era Perotti». Una gestión de gobierno que estuvo marcada desde el día 1 por la corrupción, las operaciones políticas, las persecuciones ideológicas que incluyeron escuchas ilegales y «perfilamientos», un abandono imperdonable de la salud, la educación y la seguridad pública.
A nosotros, desde REC, nos tocó hablar de todo eso. Primero porque no nos quedaba otra opción: Nos habian cerrado las puertas de todos los medios. La orden era, textual, de boca del secretario general de UPCN: «Si querés hacer radio, te conseguimos una FM en Gato Colorado». Tengo grabado ese mensaje. Lo guardo como la señal de inicio de esta noche larga para millones de santafesinos, y claro, especialmente para mi.
A lo largo de todo este tiempo, supimos sobrevivir en la carencia.
Hubo un puñado de amigos y familiares que nos ayudaron a montar la precaria instalación inicial en un departamento de 40 metros cuadrados.
Unas telas, tres microfonos, una pc, una notebook que nos mandaron a robar creyendo que «guardabamos información delicada del Caso Oldani» y muchas ganas de sobrevivir. En aquel entonces, enero de 2020, un importante empresario de medios y construcción de Santa Fe, estacionó su VOLVO en la puerta del pasillo de aquel REC y cuando entró a conocer «el estudio» me dijo: «Perdoname, yo te puedo ayudar, pero esto es cosa de soñadores. Con esto, no podes hacer nada»
Pero hicimos. El primer año de REC coincidió con la pandemia. Nos pusimos a trabajar sólo desde Facebook y Youtube. Eramos pocos, y eran muy pocos los que nos veian. Cada tanto, una cápsula circulaba por los telefonos. Especialmente de docentes, medicos y enfermeros que estaban siendo abandonados por la gestión de Perotti. Nosotros les dimos la débil ayuda que podíamos. Por eso hoy, ocupamos el pequeño gran lugar que ocupamos.
Entonces se enojaron los gremios. Porque decíamos lo que estaba ocurriendo y ellos habian elegido traicionar a sus representados.
Así fue como terminamos recibiendo cartas documentos y denuncias penales. De UPCN, del Grupo Tita y también, del gobernador. Un tipo cobarde hasta en esas circunstancias: Yo había denunciado que Perotti había vacunado de manera privilegiada a su madre y a su esposa o ex esposa.
Nadie levantó mi denuncia, pero TODOS lo medios decidieron desmentirla. Poniendo en claro cuales iban a ser las reglas de la pelea. Perotti se presentó con sus hijos a sacarse sangre… ¿ Quien había dicho algo de él o sus hijos? NADIE.
Al final, Perotti NUNCA ME DENUNCIÓ. Se limitó a autodenunciarse y como pruebas, no admitió ni siquiera mi citación en la causa. Perotti tuvo un rápido trámite que lo «absolvió». Yo nunca pude explicarle a la fiscal de asuntos complejos, Mariela Gimenez, cuales eran mis fuentes y cómo podiamos ratificar lo que había publicado. Nunca me citaron, la fiscal nunca me llamó ni para eso, ni para darle trámite a mi denuncia por el extraño robo de la notebook. Nunca le pidieron las cámaras a la Municipalidad de Santa Fe, que estaba a escasos 30 metros de nuestra sede.
Y los años siguieron. Mientras el gobierno profundizaba sus peores acciones, montaba operaciones políticas con fiscales asociados, intentaban meter presos a aquellos que los molestaban. Y ahi me hice muy amigo, o al menos estuvimos muy juntos con el «gordo» Maronna. Los dos sufrimos a Saín, y su cuerpo no resistió.
Después vino el juego on line, el disparate de la causa del juego ilegal, las amenazas constantes, un auto en la esquina de mi departamento en Santa Fe, que según la propia policia, Saín y la «defensora de DDHH» Nadia Schujmann me habian mandando a poner, para conocer mis movimientos durante tres meses.
Y el saqueo, y los gremios estatales asociados al saqueo. Y los policias que empezaban a ver que aquello de la paz y el orden se había convertido en un plan de vaciamiento sistemático de la fuerza, y las calles liberadas, y Rosario servido a los narcos, como nunca.
Un asesinato por día, mientras Perotti y Corach montaban el negocio más grande, «La Ley de conectividad». Que contó con aliados, esos aliados que aunque me ayudaban, me sugerian callarme, me trataban de explicar los acuerdos legislativos necesarios, para que yo pudiera cobrar «la suculenta pauta». Tan suculenta que no llegaba ni al 3 % de lo que preferian pautarle a los medios hiperoficialistas como Aire de Santa Fe.
Y la soledad, claro. Los colegas honestos tratando de cuidar lo que les quedaba, y los deshonestos, trabajando a la par del gobierno, haciendo negocios.
¿ Y los gremios de prensa ? Ellos al servicio del gobierno. Dejando que Sain nos tratara de «merqueros» o «financiados por los abogados de los narcos». Mientras ellos, cerraban sus pequeños «planes de viviendas» para 6 u 8 afiliados, que seguramente serán los directivos del gremio.
Nos hicieron dos inspecciones, Pusineri nos mandó al gremio de técnicos y a dos inspectores. Nos multaron por la falta de formalización de nuestros trabajadores. Nos metieron 9 embargos, si, 9 embargos en mis cuentas y en las de REC. Y yo escuchaba como la propia Directora de AFIP me decia en la cara que «no podía hacer nada, porque parecía ser una orden de arriba», claro.
Nos denunciaron y tumbaron las cuentas de Twitter, de Youtube, nos ordenaban bloquear el Facebook que hoy ya tiene 50 mil suscriptores sin ninguna ayuda adicional.
Y seguimos. Y mi viejo me prestó su viejo estudio jurídico, y trabajamos con lo que podiamos, las horas que podiamos. Hasta que un gran tipo, que hoy considero mi amigo, aceptó «prestarme» su frecuencia, y nos montamos al aire de la ciudad, a competir desde la más absoluta pobreza, pero convencidos.
Y crecimos, dia a dia crecimos, hasta ser miles y miles en redes sociales. Hasta convertirnos en los «confesores en voz baja» de miles de empleados públicos, enfermeros, docentes, policias, médicos, que confiaban en nosotros porque nosotros nos animábamos a decir lo que nadie más queria decir.
Y acá estamos. Peleando por consolidar el lugar que nos ganamos solos.
Y que tomó fuerzas porque nosotros le pusimos todo lo que teníamos.
Y porque defendimos nuestro derecho a decir, en medio del peor silencio que recuerde el periodismo santafesino desde los tiempos de Storni.
Por eso, seguramente por eso, siento mi cuerpo y mi cabeza en estado de agotamiento total. Porque fueron 4 años salvajes, porque se trató de una pelea desigual, de una larga pelea en la que sentimos, y siento, que hicimos todo lo que se podia hacer para sostener vivo al periodismo que llevabamos dentro.
En pocos dias, en 10, se termina una noche. En la que si, claro, cometimos errores, nos excedimos en el lenguaje, y posiblemente nos ganamos muchos enemigos.
Pero a la vez, nos sentimos honrados con cada agradecimiento de la gente común que nos para en la calle o nos reconoce en los videos.
Ahora nos va a tocar ser periodistas de oposición, con un gobierno provincial compuesto por muchos amigos. Y eso, representa un desafío doble.
Tenemos la obligación de seguir siendo la cuña molesta del poder. No podemos cambiar y cruzarnos a la vereda del oficialismo, abandonando a los que nos eligieron.
Tenemos que ser capaces de mantener nuestro lugar de referencia con quienes no tienen fuerza en la voz sin los medios de comunicación, y a la vez, consolidar al medio desde lo económico, por fin, cómo el resto de los medios, en igualdad de condiciones, sin discriminaciones.
En estos cuatro años, salvajes, muy salvajes, nos hicimos jirones, nos cocimos con lo que pudimos, nos peleamos muchos, y nos divertimos mucho más.
Se acaba una etapa. Que ojalá coincida con el despertar del Poder Judicial, para que tomen o retomen las investigaciones que nacieron o fueron difundidas desde REC.
Y ojalá, también, que podamos seguir haciendo esto que nos gusta, sin ninguna presión extra.
El nuevo gobernador me dijo hace algunos dias, algo que me dió una inmensa alegria y tranquilidad: «No te conviertas en oficialista, te va a dañar a vos y me va a quitar a mi una fuente de información sobre lo que vamos haciendo».
Le tomé la palabra a Pullaro. Y le dije que esperaba trabajar menos con él que con Perotti.
No nos hizo falta irnos a Gato Colorado. Sobrevivimos a pesar de todas las presiones, las denuncias y las operaciones que nos montaba Seitas con la plata del estado santafesino.
Ah, y algo más: No pienso moverme de REC. No me voy a prestar a la repugnante conversión de los empresarios y colegas que ahora si, me proponen «hacer cosas», suponiendo que detrás de mi habrá apoyo especial.
Si fuimos marginales en estos cuatro años, no aceptaremos ser rubios y de ojos azules, ni olvidaremos a quienes nos abandonaron en el peor momento. Sin ningún resentimiento, pero con memoria.
A todos los que nos aguantaron, desde los que aportaron y aún aportan 200 pesos mensuales en Mercado Pago, hasta quienes nos prestaron plata para poder cumplir con las obligaciones, y a quienes NUNCA nos soltaron la mano porque «jugabamos en a interna con tal o cual», sólo agradecimiento eterno.
Tengo la sensación de haber terminado un largo trecho de brazadas en el ancho río de la adversidad.
Y si llegamos a la orilla del 2023, es porque nos merecimos llegar.
REC tiene futuro. Porque aprendimos a construirlo cada día. Con nuestras propias herramientas, y sin especular.





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