Ya lo sé. No hay mucho que decir. Los que somos hinchas lo sabemos. No hace falta explicar las sensaciones, porque aunque nos separen los colores, nos une este rito pagano de sufrir por la suerte de nuestros equipos.
Ya sé lo que se siente. Mucho más que vos. En 55 años me tocó irme al descenso muchas veces. Tantas que ya ni las alcanzo a recordar. En la infancia, en la adolescencia y en la adultez. Sé de ese ahogo, de ese estómago revuelto. De esa desazón que en las primeras horas parece infinito. Pero que se va en unos dias, en unos meses.
Entiendo la furia y la tristeza. Pero eso se apaga, acordate, y también se olvida. En un año, quizás. No creo que un grande como Colón, demore mucho en regresar al lugar que le corresponde.
Son nuestro peor adversario, claro. Pero adentro van mis mejores amigos, mis primos, mi Tio Pedro, mis compañeros de trabajo, centenares de conocidos que hoy, no pueden soportarse a si mismos.
El sábado pasado, me tocó explicarle a mi hija que nos podíamos ir a la.B, y que eso no cambiaba nada. Que si, que es un bajón, que ibamos a estar tristes, que nos iba a doler, pero que el lunes la vida iba a seguir de la misma manera. Que no hay división de fútbol que modifique las cosas importantes de nuestras vidas.
Por eso me schokeó mucho la muerte de «Catu». Porque no podemos llegar al nivel de creer que el fútbol es un asunto de vida o muerte. No es así, no debe ser así, y no podemos permitir que sea así. El fútbol no puede ser sinónimo de muerte, nunca. Y en estas circunstancias es cuando tenemos que darnos cuenta. Es un juego, nada más. Nada importante en la vida de nosotros cambiará por un resultado deportivo.
La vida da revancha siempre. Y ustedes están repletos de historia gloriosa. Esa espalda que los hace grandes, aunque nos duela a los tatengues, y que los convirtió, para nuestra tristeza, en los primeros campeones argentinos de primera de la ciudad de Santa Fe.
Estás herido, pero ahora queda tragar saliva. Y poner todo en condiciones para volver lo más pronto posible. Y esa cabeza gacha y el alma rota, y el cuerpo repleto de tristeza, va a terminar pronto, muy pronto, yendo a la cancha de nuevo, para alentar a Colón sin que te importe donde ni contra quien juega. Lo sé, porque me tocó muchas veces ir a verlo al Tate en las canchas del ascenso.
Van a salir rápido. A lo mejor, que se yo, se trata del fin de una etapa, que incluye ni mas ni menos que un campeonato. Que yo por lo menos, no dejo de envidiarte, cada vez que la veo en tu camiseta, en las paredes de la ciudad, en los memes que me envian mis amigos sabaleros.
Vas a volver, porque no hay lugar para Colones en el Nacional B. Ocuparán mucho espacio. Los van a mandar de vuelta, por respeto a la historia, nomás.
Y sinceramente lo deseo. Porque a pesar de las bromas, de las chicanas y de ese folcklore que nos une y nos separa, nuestra rivalidad, le da sentido a nuestros clubes.
Ustedes, la hinchada de Colón, es lo más grande que tienen. Y esa hinchada lo hizo grande al club.
Siguen siendo campeones, siguen siendo esa hinchada envidiable que mueve decenas de miles de gargantas adonde el destino de Colón invoque. Nada de eso cambió. Se trata, solo de un paso atrás. Seguro, que vendrán muchisimos pasos para adelante.
Va mi abrazo apretado. Es posible que algunos no me crean, pero en el descenso de ustedes, también descendemos nosotros un poco.
Vamos a extrañar el clásico el año que viene. Pero vamos a reencontrarnos pronto.
En las mesas familiares, en el bar, en el trabajo, en los colectivos y en la memoria de los amigos sabaleros que se fueron.
No prometo hinchar por ustedes, no me saldrá de adentro nunca, lo sabés. Pero les aseguro que no me gustó nada ver los rostros de los chiquilines llorando, y de los hinchas bramando.
Y a los tatengues como yo: Está bien el folcklore, pero no es el momento.
Cuando las heridas cierren, habrá chistes, obvio. Pero ahora, respeto por lo amigos, por los seres amados y por un Colón que no es nuestro enemigo, es «nuestro primo».
Ahora a descansar, amigos. A tomar las decisiones que se deban tomar, y a armar un equipo que nos llene de envidia de nuevo.
Que el futbol siga siendo un motivo de encuentro, y no este enclave mafioso que estafa, especialmente, a los hinchas de fútbol como vos y yo.
Abrazo inmenso.





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