Somos raros, lo sabemos. Especialmente en este asunto de manejar los asuntos públicos. Pero no somos eso que vieron hoy en Davos. No. Somos difíciles, controvertidos, ruidosos y maleducados, pero no somos ese rancio machista que habló en nombre de todos nosotros, renegando de los femicidios y la violencia contra la mujer. Ni negamos la encrucijada ambiental, ni creemos que a las sociedades sólo la pueden regular adecuadamente los mercados.

No. De ninguna manera podemos aceptar que ese orador antediluviano nos representa, a pesar de que efectivamente lo haga, en nombre de un Estado, al que dice aborrecer.

No podemos admitir que use nuestra representación oficial para decir que los miles de asesinatos anuales de mujeres, son un asunto «ideológico del comunismo».

Nosotros no pensamos así. Somos una sociedad que no tiene problemas raciales, que no ha dejado de recibir inmigrantes de todas las latitudes, de todas las guerras, de todas las religiones, sin poner reparo alguno, nunca. Porque así lo indica nuestra constitución, paradójicamente redactada por un enorme liberal llamado Juan Bautista Alberdi.

Este tarambana, que expresa un odio racial temerario, este psicópata que dice que el estado es «el problema» y no se conmueve por el sembradío de pobres que están amontonando sus disparatadas medidas, será el presidente, pero los presidentes son pasajeros. Y debe saberlo. Nosotros alguna vez, quizás lo sepan, tuvimos cinco en apenas una semana.

Nosotros somos un pueblo que persiste y persistió, a pesar de dictaduras, robos monumentales, una corrupción genética y una capacidad para hacer ruidos que no tiene comparación con ningún país del resto del mundo.

Pero este país, por empobrecido que se encuentre, por subsumido en una crisis desesperante de inflaciones y desencuentros, no es esta expresión canalla del sálvese quien pueda, con mirada extraviada y que acusa de comunista al resto del mundo occidental.

Nosotros somos nuestros artistas, nuestros científicos, nuestros deportistas, nuestros arquitectos, nuestras Universidades Públicas, los hospitales públicos que salvan vidas a cada minuto, los millones de hombres y mujeres que salimos a diario a ganarnos el pan, sin joderle la vida a nadie.

Somos Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla, Jorge Luis Borges, Leo Messi, Les Luthiers, Carlos Gardel, Juan Manuel Fangio, Bernardo Houssay, Luis Leloir, Cesar Milstein, , Adolfo Bioy Casares , Julio Cortázar, el enorme René Favaloro, Mercedes Sosa, Enrique Santos Discépolo, Ricardo Darin, Miguel Ángel Estrella, Charly Garcia y un tal Diego Armando Maradona.

Somos charlatanes, si. Y jactanciosos, pero en estas tierras nacieron, por dar algunos ejemplos, la birome- que en el resto del mundo conocen como bolígrafo- ó el bastón para ciegos, el bypass que hoy salva vidas en todo el mundo, o el colectivo (Bus), o las huellas dactilares, que sirven para diferenciar a cada uno de los humanos que habitan este incomprensible planeta.

Nosotros somos muchas cosas malas, muchas. Pero no somos eso que vieron en Davos, hablándole al resto de la humanidad, sugiriendo que el mundo se convierta en una enorme selva, donde sólo tengan derecho a sobrevivir los más fuertes, los que han tenido la suerte de nacer en los lugares indicados.

Más allá de las ideologías, y los debates políticos, y la maldita partidización de nuestras causas más nobles, somos un pais que eligió definitivamente vivir en democracia desde hace 40 años, y no estamos dispuestos, a resignar ese lugar.

Como argentino me avergüenzo a diario de muchas cosas. De ver como desde un Mercedes Benz parado en un semáforo, se le niega una miserable moneda a un niño de 7 años que extiende su mano pidiendo para comer.

Me avergüenzo de nuestra insolvencia para coincidir en lo elemental, más allá del fútbol.

Me avergüenzo de nuestras profundas incapacidades, y nuestros insoportables egos, que siempre le ganan al sentido común.

Pero nunca, jamás, sentí tanta vergüenza como esta tarde, mientras escuchaba al presidente disparatar en un foro mundial, promoviendo el más injusto de todos los mundos que nos podamos imaginar.

Los argentinos hemos salido de todas. De dictaduras genocidas, de guerras contra potencias, de hiperinflaciones, de gobiernos neoliberales y de gobiernos populistas. Y de Milei también vamos a salir. Porque no somos eso, no queremos ser eso, no merecemos ser eso.


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