
Baños de realidad: los que navegamos y dicutimos y publicamos en twitter o X o cómo vaya a llamarse la próxima vez que a Don Elion se le ocurra, no entendemos lo chico que es ese mundo. ¿ Que porcentaje de nuestras propias relaciones sociales siguen nuestros posteos en Twitter?
Vaya estafa. La politica es toxica desde siempre, pero ahora se ha convertido en un espectaculo decadente, más cercano a la pornografía que a alguna rama noble del arte, que dicen que dijeron o no,Aristóteles, Maquiavelo, Bismarck o Churchill. Yo sólo lo recuerdo en boca de Menem. El original, claro.
Aburrimiento de Viernes Santo a la tarde. Un ¿Influencer? Mileista anónimo ataca a un colega respetado de Buenos Aires, por Twitter. Amparado en un centenar de miles de seguidores = fanáticos anónimos= cuentas falsas, el anónimo se topa con mi aburrimiento= cansancio= hartazgo de las agresiones en manada, y procedo a develar su reconocida identidad.
No por joderlo a él, sino porque no me parece honesto andar insultando por redes a gente que expone sus ideas, las publica en medios y está dispuesta a debatirlas, desde el anonimato y sin riesgos.
Publico su identidad y le recuerdo al twittero afamado pero desconocido: Su familia ha formado parte del elenco estable de la «casta estatal» durante varias gestiones peronistas, si, peronistas en la provincia de Santa Fe. El apellido: Glavinich. Con un poquito de memoria, sabemos que ese apellido estuvo ligado a las gestiones de Reutemann, Obeid y Perotti en Santa Fe.
Uh, uh. Escándalo de dimensiones ridiculas: una centena de trolls ennojados se lanza contra mi y dicen cosas disparatadas. Que por delirantes no dejan de ser usadas y gastadas, en general por… la militancia peronista (cuando existia) y que ahora usan los liberotes, sin demasiada gracia.
Entre las cosas con las que azuzan, advierten que ¿ habrá acciones judiciales? ¿ Por qué? El nivel de delirio es absoluto.Un grupo de anónimos amenaza con iniciar acciones judiciales a una persona que no sólo no está cometiendo delito alguno, sino que está tratando de equilibrar las fuerzas en una batalla que se da en un escenario minoritario de consumo exclusivo para militantes y opinadores seriales (como yo, claro) y desde donde saciamos nuestros masturbatorios deseos de «ganar una discusión».
Pues no. A mi Twitter o cómo se llame, cada día me aburre más. Y por si no alcanzara con el aburrimiento, nadie nota cómo ese compulsivo abuso de la agresión y el anonimato, le va quitando prestigio al antro.
En medio de réplicas «liberaloteas», hago pausa y me pongo a ver una buena serie. De paso, veanla: Los Caballeros. Dignisimo humor negro inglés. Bueno. Me olvido de la batalla contra trolls anónimos y vuelvo al teléfono cuatro horas después.

Esteban Glavinich, alias @Traductordelalma
Tenía, no miento, 294 notificaciones de interacciones. La mayoría de ellas de cuentas que no sigo, que no me siguen, pero que responden a la orden de algún CEO de kiosco de trolles, que van repitiendo boberias: Me acusan de Kirchnerista, me dicen narcosocialista, me dicen radical tibio, me ponen que yo alentaba la instalación de piletas pelopincho en las cárceles, y cosas por el estilo.
Se me ocurre, casi siempre me ocurre, que es momento de ponerle un poco de humor y procedo a responder con algo de ironía y un poco de insolencia. Y no la entienden. «No la ven», según su jerga repetitiva. El humor del fanático no está preparado para soportar ironías. Se descolocan. Reaccionan ante el humor con ataques de pánico: «Este tipo es un degenerado» pone el troll original anónimo y ofendido. No entiendo. ¿ Entiende lo que es un degenerado? Entonces le digo: «Pero nunca con mi hermana ni mis perros» y entonces, reaccionan y vuelven a sacudir con frases tales como… «Narco, Kirchnerista», la más «lúcida» sale de nuevo del lider de la manada que asesta una «definición política»: «tarde o temprano se va reordenando. Cada cual en su debido lugar. Los socialsitas con los K y los radicales tibios».
Me aburro y les respondo lo que realmente pienso, sin afanes machistas ni reduccionistas: ¿ Qué hacen cien, doscientos, quinientos tipos mirando sus celulares y agrediendo a un periodista de provincia, un viernes santo a la tarde, y a la noche tambien? Por lo pronto, me lo temo, «no la ponen».
¡Para que! «No ponerla» en el barrio tiene muchos significados. En principio si, habla de la falta de actividad sexual, pero tambien hace referencia a la gente que sacía su afrecho con actividades absurdas, en lugar de cultivar un poco la cabeza con algo más… ¿ Productivo?
«La tenés adentro, Pauterito» me responden. ¿ Pauterito? «No me faltes el respeto, soy pautero. Yo no te digo Trollsito» respondo y carcajeo como un demente en la galeria de mi casa. Mi hija me pregunta de qué me río. No podría explicarle el chiste sin contexto. Ella me mira con cierto desprecio y se va, seguramente pensando que el padre ha perdido el cerebro. «Por no hacer gimnasia» me dice. Y reconozco que me sonó a «por no ponerla». Bajé la mirada. y volví al telefono.
Lo de mi hija era una zoncera al lado de lo que encontré en las réplicas de X: La reacción no fue contra mi. Sino contra un grupo de mujeres dirigentes políticas, de las que adjuntan fotos y con las que no tengo ningún vinculo y a las que califican de «FEAS», «BAGARTOS», «BICHOS» y las acompañan con un concepto: ¿ Para ponerla con estas?. Ahí mi asombro creció: Ey, pibes, ¿que estamos discutiendo ahora?. Y en esa confusión, aparece una mujer o lo que dice ser una mujer que se llama Eva y reconoce origenes peronistas y afirma sin vueltas: «La pusimos en las urnas». Alguien agrega, olvidando algunas comas: «Ya abusamos sexualmente de ustedes en las elecciones».
¿ En que lugar del cerebro alguien asocia un resultado electoral a una violación, y encima lo reivindica como tal? Ojalá fuera un asunto de psicólogos. Es un problema de psiquiatras y de cierta psicopatía confesa.
Abandono. Me da pereza la discusión y lanzo algunos chistes. Me voy a comer una paella a la casa de dos amigos y sus parejas. Los seis de la mesa, incluidos mi mujer y yo, hablamos (como casi todos los argentinos de hoy) de política. Como en todas las mesas «normales» hay quienes defienden a Milei y mantienen las esperanzas en este ajuste. Yo los escucho y les cuento que he sido «victima» de un ataque en Twitter. Y que me daba miedo ponerme a opinar, porque temía que mis amigos terminaran diciendome «narco», «Te violamos en las urnas» ó lo que es aún peor para mi: «Kirchnerista».
Mis amigos me miran con la misma extrañeza con la que me miró mi hija un rato antes: ¿ De qué hablás? Y entonces intento explicarles lo que estaba sucediendo en Twitter y uno de ellos, me mira con cierta piedad y me responde: ¿ De verdad te enganchás con esa mierda». Ensayo una defensa vinculada a mi profesión. Pero ellos son terminantes: «Es un antro de pajeros». Y me sentí aludido, y sin capacidad de defensas.
Algo, no muy sano, ha convertido a ese «antro» en un lugar donde algunos, entre los que me incluyo, creen que es importante para la cosa pública.
El propio presidente llama a los opositores «analógicos» y advierte que él administra la agenda pública desde twitter, incumpliendo las más elementales normas de convivencia de cualquier mandatario.
Milei y su tropa digital, financiada con «la nuestra», claro. Han profundizado esta idea de que «La comunicación pasa por Twitter». Y muchos, entre otros yo, a veces lo tomamos en serio.
Mis amigos, y mi mujer también, no usan Twitter. No saben lo que pasa allá y sólo se enteran de eso, si termina siendo republicado por alguno de sus conocidos en otras redes o en los medios tradicionales.
Mi conclusión: hubo un grupo de fanáticos que me hicieron perder algunas horas de mi tiempo libre, discutiendo lo que nunca quise discutir: Yo entré a ese debate, sólo para defender a un colega de agresiones brutales y para decirle a un tal @traductordelalma, que no es otro que Esteban Glavinich, que dejara de usar el anonimato para descalificar.
El resto fue un disparate. Nunca se discutió de política. Nunca se habló de lo único que realmente importa hoy: ¿ Qué carajo vamos a hacer con este país, si seguimos tirando decenas de miles de personas a la calle?
Todo fue lodo y bajezas. Mentiras, anónimos y resentidos, cruzando acusaciones falsas, haciendo reduccionismo barato y apología de los abusos sexuales.
Que se yo. Es bueno aprenderlo para la próxima.
Felices Pascuas.




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