Los discursos de algunos dirigentes sindicales santafesinos, parecen sacados de otra época, de otros tiempos, de otras realidades. Se entiende, y ni siquiera se discute, que sus funciones principales consisten en defender los salarios de los trabajadores. Lo que no se puede entender, salvo que exista mala fe, es que no entiendan la realidad sobre la que conducen sus reclamos y definen sus maneras de luchar. Las Cajas, las relaciones políticas y el alud Milei.
Hace casi 30 años, un taxista santafesino esperaba en la esquina de su casa a otro vecino que, desocupado, se había comprado un Duna con la indemnización de 20 años y estaba empezando a usarlo de remise. La pelea entre ambos casi termina en tragedia. El taxista no entendía que su vecino era un buen hombre que se había quedado sin trabajo después de 22 años y que no tenía como salir adelante. Sus hijos eran amigos, iban a la misma escuela del barrio y terminaron enfrentados por la pelea entre sus padres.
Aquella guerra de «remises vs taxis» en Santa Fe, era apenas una de las manifestaciones del paso del menemismo. La realidad no siemrpe impacta de la misma manera a unos y a otros, pero tarde o temprano, de manera directa o indirecta, esa realidad nos termina afectando a todos. A algunos los despiden, como al remisero, y a otros, les aparecen competencias desleales o irregulares, que tambien le modifican sus números.
La realidad argentina es muy compleja, demasiado como para sintetizarla en alocuciones de tribuna: El «modelo» descarnado de ajuste que está aplicando Javier Milei, no recuerda antecendentes y sus efectos, están impactando sobre la vida de casi todos los argentinos de una u otra manera.
En lo que va de 2024, sin contar lo que se venía acumulando en los años anteriores, 11 mil trabajadores están suspendidos por las empresas que no pueden sostener el ritmo productivo. 85 empresas santafesinas acordaron maneras de mantener el empleo, pero con quitas en los salarios. Los números son trágicos: sobre fines de abril había unas 60 empresas que habían acordado suspensiones, en noviembre del año pasado eran unas 30. Ahora son 85. Nada indica que esto vaya a detenerse.
La inflación nos aplasta el ingreso. Los comercios venden cada vez menos y los estados provinciales y municipales, con el Nacional practicamente desentendido de sus asuntos, recaudan cada vez con mayores dificultades y afrontan sus obligaciones, en las medidas de sus posibilidades.
En Santa Fe, la mayoría de las Pymes, que generan más del 60 % del empleo en blanco, evalúan las posibilidades de mantenerse abiertas o rendirse ante la crisis.
Todos los que amanecemos con obligaciones fiscales, con pagos de servicios que hasta se triplicaron y con empleados a cargo, esperamos que algo de la economía se acomode, para poder tomar decisiones que nos permitan progresar, que nos saquen del endeudamiento y que nos permita proyectar no a largo plazo, sino hasta fin de año. Nadie ofrece ayuda real, porque la única ayuda posible está en el funcionamiento de la economía.
Entonces lo escuché al Secretario General de Amsafe Rodrigo Alonso, que hablaba en nuestra radio con «Pipa» Speratti y quedé perplejo: El hombre asegura que los docentes santafesinos deben recibir una recomposición salarial de «al menos» el 35 %, porque insiste en la idea de que le paguen lo que Omar Perotti, muy suelto de manos, les prometió en diciembre del año pasado, antes de la llegada de Milei y por lo que va marcando la inflación, se le debe agregar algún porcentaje de recuperación salarial contra esos indicadores.
Es normal que un dirigente sindical pida mejoras. Lo que no es razonable, es que crea que los problemas de su colectivo, están desconectados del resto de los humanos que los rodean.
Amsafe, que supo por identidad partidaria, ser sumiso y condescendiente con el gobernador rafaelino, ahora saca pecho y pide lo que sabe que es imposible de cumplir: No hay manera alguna de que el Estado desembolse lo que están pidiendo, a excepción de que se resuelva suspender el resto de las obligaciones de gobierno, como la obra pública, la atención de los hospitales públicos, el sostenimiento de los planes de asistencia a los sectores productivos o la ayuda alimentaria, que hoy se sostiene casi de manera exclusiva con recursos provinciales.
Ahora, cuando la mayoría de los empleados privados, pierden el sueño por la subsistencia de sus trabajos, o reciben suspensiones , o directamente ven afectados sus salarios por quitas temporales, a Amsafe se le ocurre que Pullaro, debe pagar lo que nunca, jamás, le reclamaron a Perotti: el ajuste por inflación.
Parecen desenganchados de la realidad. Y en cierto punto lo están. Insisten con mantener el estado de cuentas de la Caja de Jubilaciones, que se lleva 40 mil millones de pesos mensuales de TODOS los santafesinos para pagar el déficit y se niegan a cualquier reforma. Eso si: ojo con tocar las jubilaciones de privilegio, como la de su dirigente Marisol Marchionatti, que recibe 4.780.000 pesos NETOS, tras su paso por la Caja del Seguro Mutual. ¿ De verdad creen que pueden mantener este tipo de discrecionalidades?

El propio Alonso se vanagloria de tener 30 años de el sistema educativo, pero no dice que desde hace 16 años vive de su licencia gremial, y de ingresos adicionales que se generan en la caja del gremio.
El amigo y jefe de Alonso, José Testoni, el año pasado se paseaba por toda la Gran Bretaña, como si se tratara de un empresario millonario, no sin antes promover un aumento obligatorio de la cuota sindical, para todos los docentes, incluso los no afiliados.
Sonia Alesso, ex jefa y compañera de ambos, anduvo de gira hace pocos dias por Centroamerica, en congresos de dudosa representatividad, y luego organizaba jornadas de debate sobre la realidad de la Caja de Jubilaciones, en las que, con su asesor, concluía que el destino de «todos los jubilados debe ser la ANSES». Lo que significaría, entre otras cosas, que los santafesinos pierdan automáticamente el derecho al 82 % móvil.
¿ En qué mundo viven?
Acostumbrados a vivir del Estado, de las cajas, de los subsidios constantes, a funcionar como asesores de gobernadores peronistas, siempre, o a vivir de lujo como viven los «gordos» sindicalistas, a los que se cansaron de criticar hasta que descubrieron las mieles de serlo, los dirigentes «progres» de AMSAFE y ATE ( sobre ellos volveremos pronto, por otros temas aún más escandalosos) mitigan sus ansiedades y sus nuevas carencias, apuntando contra el gobierno de Pullaro, como si fuera el propio Milei.
Y no lo es. Ni siquiera hace falta debatirlo. Sino no estariamos hablando de planes ABRE, RAIZ, NUEVA OPORTUNIDAD o la incómoda política de «premiar » a los docentes para que dejen de faltar de manera sistemática.
Pero ellos, como dijo su socio de SADOP, Pedro Bayugar no creen ni en los premios, ni en los castigos: Da igual quien trabaja y quien no. Da igual, si los pibes tienen o no clases. Se cansaron de hacer paros, y ahora amenazan con hacerlos, a sabiendas de que dejaron de representar a sus afiliados.
¿ Por qué?
Porque no viven como ellos, porque no tienen sus problemas y porque convirtieron a la actividad sindical en negocios personales, con una rentabilidad extraordinaria. Desde hace décadas viven de los recursos de los docentes, de las mutuales y cajas de retiro. No saben lo que es emplear, ni pagar impuestos, ni tener carencias.
Representan, y así lo dicen todas las encuestas, uno de los colectivos más despreciados por el laburante de verdad. Y no saben como entrar en este inevitable cambio de época.
Aquel taxista que se peleaba con su vecino remisero, un día lo entendió. Sus hijos terminaron la escuela juntos y hoy, manejan una pequeña flota de remises juntos. Ahora están viendo como se «incluyen» en la aparición de Uber.
Los sindicalistas santafesinos, parecen no haber superado la primera etapa del conflicto. Reclaman lo imposible, a un gobierno que intenta como puede, sostener la economía local. Pero como no es del «palo», es enemigo.
Alonso y sus compañeros de beneficios compartidos durante décadas, deberan entender como el taxista, que se trata de ver lo que pasa alrededor. Que la crisis, de manera directa o indirecta, tambien les llega a ellos. Y que en Argentina, hay un cambio de época. Y que ellos deben adaptarse o desistir.
No tienen nada de lo que enorgullecerse. Ni los trabajadores, ni la educación mejoraron en nada, desde que ocupan sus sillones apoltronados de los gremios.
Deberian hacerse cargo de alguna parte de este desastre.
Pero parecen no entenderlo.





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