Que la demora en los concursos, que la falta de nombramientos de jueces en juzgados que nunca explican cómo vienen funcionando , que «el gobernador quiere poner amigos», que «no tengo que rendirle cuentas a nadie y que me voy a quedar hasta que yo quiera», que se trata de un «nuevo avallasamiento del ejecutivo contra el judicial» y decenas de cosas más. Lo que nadie dice, es que por primera vez desde el retorno de la democracia, se está poniendo límites y exigiendo explicaciones al único poder que nunca se renovó, y que es el responsable de la impunidad, entre otras cosas, de los fusilamientos del 2001, del vaciamiento del Banco de Santa Fe, del robo de Aguas Santafesinas, del Caso Storni  y de las inundaciones del 2003.

Ni la «espontánea» ovación al Presidente de la Corte, Rafael Gutierrez el jueves pasado ni la también «espontánea»  emboscada violenta que recibieron los ministros Fabian Bastía y Pablo Coccoccioni, cuando bajaron por las escaleras del Palacio de Tribunales, luego de presenciar la jura de los nuevos miembros de la Camara de Ejecución Penal, son obra del enojo de los empleados judiciales.

Dos escenas montadas para poner en evidencia que el “Orden Conservador” santafesino, ese que funciona de manera continua desde hace casi 40 años en Santa Fe, está herido pero dará batalla. No se resignan a entregar el poder. No aceptan que también ellos deben exponerse a dar cuentas públicas. Por los cargos que quieren ocupar, y por el dinero que administran.

Nada es espontáneo ni casual:  Los que organizan la movida se llaman Juan Pablo Langella, Secretario General del Sindicato de Judiciales de Santa Fe, amigo personal del propio Gutierrez, militante del partido justicialista; y  Perlo…

En Santa Fe hay olor a final de era. Pasaron ocho gobernadores, ocho legislaturas, todos elegidos por el voto popular. Todos obligados a cumplir con la constitución, con las leyes y con las obligaciones de rendir cuentas. Salvo Rafael Gutierrez. El hombre que cree que el Palacio es propio, que no tiene que darle explicaciones a nadie y que se irá cuando se le antoje.

Y no es así. O rinde cuentas, o explica para qué y por qué necesita dinero, o no lo recibe. Y finalmente, se irá cuando lo diga la ley, no él. O cuando lo disponga la legislatura. Una situación que algunos empiezan a dibujar con más proximidad.

Rafa resiste. Dice cosas increíbles: “el gobernador quiere poner amigos”. Parece haber perdido la memoria. ¿ O acaso el tiempo le hizo olvidar el mecanismo por el cual llegó a la Corte?

Rafa era primo político de Reutemann. Compañero de la mesa del Baviera de Santiago los domingos  a la noche. De la “Neco” los sábados a la tarde. Y era, apenas un desconocido juez, sin ningún lustre académico ni prestigio profesional. Entró a la justicia a dedo. Durante el final del peronismo lopereguista. Y se consolidó en los cargos en la dictadura. ¿ Después? Cámara, a dedo por los gobernadores, y finalmente Corte Suprema, señalado por su primo el “Lole”.

¿ De verdad Gutierrez cree que tiene autoridad para decirle al resto de los santafesinos que “quieren poner amigos en la Corte”?

¿Y su empleado favorito, Eduardo Spuler?  ¿ No era sólo el abogado del propio Reutemann cuando llegó a la Corte? ¿ Qué historia tiene Spuler en la justicia? ¿ Cuales eran los “laureles” que lo impusieron sobre decenas de otros juristas mucho más formados y calificados que él para ocupar ese cargo?

Es un secreto a voces el estado de salud del “abogado del Lole”. Es la broma de los empleados judiciales. Se pasó los años 2022 y 2023 en su casa, hubo periodos de cuatro meses en los que directamente no pisó Tribunales. Firmaba las acordadas en su casa. Le llevaban las resoluciones para que las firme.

¿ Spuler está en condiciones de seguir siendo juez de la Corte? A estas alturas sería bueno que alguien desde la legislatura, le pida un examen psicofísico. Porque ya no hablamos del “abuso” en el paso del tiempo. Tiene 82 año. 7 más del tiempo que recomienda la Constitución Nacional. ¡ 17 años más de lo que indica la vieja Constitución Provincial! Y no renuncia.

No puede porque se lo ordena su jefe incondicional, Rafael Gutierrez.

¿ Y Roberto Falistocco? ¿ Se acordará Roberto cómo fue que llegó a la Corte?

Si algo no puede esgrimir el rosarino es antecedentes. De “Secretario legislativo” del gobernador Victor Reviglio- dónde se destacó por haber “engrasado” a varios legisladores opositores para que votaran la ley de lemas que desnaturalizó el sistema electoral provincial- saltó a la Corte.

Ninguno de los tres “parapetados” en sus cargos, en la bolsa de trabajo y de dinero del Poder Judicial, está en condiciones de ponerle reparos éticos a nadie.

El tiempo no borra los hechos. El tiempo exime de rendiciones penales, pero no impone el olvido.

¿ O acaso creen los tres, que los santafesinos nos olvidamos de las decenas de causas por corrupción – todas protagonizadas por sus compañeros de partido- que se hundieron en los cajones de sus despachos?

La impunidad de los asesinatos del 2001.

La impunidad en el vaciamiento del Banco Provincial.

La impunidad de los responsables de la inundación.

El silencio frente a las decenas y decenas de denuncias contra funcionarios públicos, en los que la justicia santafesina se hizo la distraída.

¿ O no vieron el espantoso negociado que hizo el primo, cliente y compañero con Aguas Santafesinas?

¿ Y el robo de las joyas de la Virgen de Guadalupe?

¿ Y los abusos de Monseñor Storni y sus curas amigos?

En todas y cada una de las causas, la Corte funcionó como reaseguro . Primero para blindar a sus amigos. Y luego, para extender las causas el tiempo suficiente para que todos murieran impunes.

¿ Esos son los “héroes de los trabajadores judiciales? ¿ A esos aplauden?

Lo que está ocurriendo en Santa Fe no es un “incumplimiento de Pullaro”. Esa es la excusa perfecta de los dirigentes sindicales para promover acciones que justifiquen la cuestión de fondo:

Resiste el poder conservador. Resiste el orden que establecieron algunos pocos que creen ser dueños ( y lo fueron, claro) de la provincia durante los últimos 40 años.

Impidieron los cambios durante los gobiernos de Binner, Bonfatti y Lifschitz, porque sus “compañeros” controlaban una o las dos cámaras legislativas. Aún así, no ocultaban sus intenciones cantando la marchita peronista en algunos actos institucionales o se apoderaban del “Resistiré” ( en versión Estela Raval), cuando desde las gestiones políticas promovían cambios.

Décadas resistieron la creación del MPA.

Y ahora, con las dos cámaras en minoría, movilizan  “al pueblo judicial” por primera vez en 30 años ( SI. Es la primera vez en 30 años que los compañeros judiciales hacen paros en Santa Fe) y agitan el fantasma con modos violentos.

Es la hora de empezar a irse.

La democracia demanda cambios. La sociedad lo hizo a través de las urnas. Al sistema le corresponde hacerlo por la via institucional.

O se van, o deberán echarlos. Causales hay, aunque el “Rafa” diga que no. Sólo con preguntarle qué hizo con el expediente Vicentin y averiguar a quienes benefició durante el sueño de la causa en su cajón, alcanza. También la edad, claro. Ni hablar si se analiza la salud mental de alguno de ellos.

Es hora de irse.


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