Lo peor que puede hacer un dirigente político, es «fingir demencia» y hacer de cuenta que las cosas no pasan. No sería la primera vez que esto ocurra. Muchos prefieren seguir mirando sus propios intereses, justificando sus acciones en nombres de colectivos difusos, y ocupan su precioso tiempo en «rosquear» y hacer valer sus porotos , condicionando algunas decisiones . El interés general, ahi, pasa a un segundo o tercer plano, mientras LLA avanza.

Es curioso, pero algunos dirigentes políticos no aprenden más: En los momentos en los que las contradicciones más importantes se ponen en juego, algunos prefieren mirar al costado o chistar por asuntos menores.

Santa Fe juega un partido dificil: tiene un gobierno de coalición que procura cumplir con los objetivos posibles en esta etapa de ajustes, descrédito de lo público y una profunda crisis de representatividad.

A pesar de la reactivación de muchas acciones que representan el sentido histórico de los gobiernos progresistas- Plan Abre, inversión en Obra Pública, Crédito para vivienda, y una activa política de prevención en salud- algunos eligen quedarse con lo no se hizo o con lo que tocó sus intereses, sin mirar más allá de sus propias caderas.

La política de seguridad, a casi un año de gestión, ya no admite analisis con argumentaciones «milagrosas». Hay una acción política que desarmó los principales nudos de gestación del crimen, y los resultados están a la vista. Rosario es la representación más clara. Sin embargo, aquellos que hasta hace un año sólo hablaban de inseguridad, ahora le recriminan al gobierno la falta de avance en otras areas.

En fin. Nada nuevo bajo el sol.

O si. Lo nuevo es lo que crece desde el descontento que ayudan a crecer los que corren «por izquierda» a la gestión de Pullaro. Y que lejos de acrecentar a sus propias fuerzas, ayudan a fortalecer un proceso, que si bien es nacional, empieza a muscular en cada provincia, sin que importe demasiado lo que ocurre en cada territorio.

Quiera o no el peronismo. Lo entiendan o no algunos socios «incómodos» con algunas políticas del gobierno provincial, los burócratas sindicales melancólicos de los tiempos del negocio facil, o la propia «resistencia judicial», lo que crece y crecerá en Santa Fe, será el Mileismo. Y con ese crecimiento, el hundimiento aún más profundo de los derechos que reclaman o que usan para reclamarle a Pullaro.

La presentación de Karina Milei y su socio de giras, Martín Menem en Santa Fe, lo dejan muy claro: Cuadras de cola y un «entusiasmo» ciudadano que no distingue clases sociales: Hay un gran sector que está harto de la política tradicionaly que ve en ella la causa de casi todas sus frustraciones.

Milei crece, a pesar de haber tomado decisiones muy dañinas: a pesar de meterse con las Universidades, a pesar de sus espectaculos de mal gusto, a pesar de haber frenado cualquier proceso de reactivación económica, y habiendo dejado a la economía, más que nunca, a la «suerte» de los mercados.

Milei avanza. Contra todos los pronósticos de los sesudos analistas que confunden deseos con realidad.

La politica tiene que defenderse. Haciendo política. Y hoy, eso se construye sólo desde la gestión pública. Con los gobernadores y los intendentes. Fortaleciendolos. Incluso en la crítica.

Y esa «sensación» se agrava cuando los miembros de la mal llamada «casta política», no lo observan con detenimiento, ni comprenden la dimensión del proceso, mientras ellos siguen ocupandose de sus asuntos y pergeniando planes que no se ajustan a la realidad.

Insisto con un concepto: nada es peor para un dirigente político, que estar extraviado frente a las demandas sociales. Remitirse siempre a «su público», a su metro cuadrado de intereses y a la umbilical idea de que «sus problemas» son «los problemas de la sociedad», no puede generar otra cosa que una pérdida continua de su capacidad de representación.

Y hay ejemplos suficientes:

La reforma jubilatoria era necesaria. Generará daños inmediatos en algunos sectores, nadie lo discute. Pero era la única manera de gestar una salida autónoma y previsible, a un déficit que llevaba a la Caja a la ruina. Sin asistencia nacional, sin fuerza política en el Congreso, sin legitimidad social para pelearle a los incumplimientos presidenciales, no había otra salida.

Los que acusan de cobardes a los que tienen la responsabilidad de gobernar frente a un gobierno impiadoso como el de Milei, o no entienden la gravedad de la situación, o sólo piensan en los aplausos de sus cada vez más vacias tribunas.

Otro tanto ocurre con la «cuestión docente». Nadie puede discutir que las decisiones que tomó el gobierno provincial sobre el funcionamiento del sistema educativo, afectan de manera directa a un sector importante de la docencia. Pero…¿ Cuales eran las soluciones alternativas al ausentsimo constante y creciente, que desamparaba a los chicos y desgranaba a la Escuela pública?

Es antipatico el «premio a la asistencia perfecta». Pero es palmario su resultado: bajaron todos los indicadores de ausentismo docente, y se eliminaron decenas de causas para justificarlo, que se gestaban en la propia dirigencia sindical.

Mientras eso ocurre, La Libertad Avanza.

Y con ella, el riesgo a una profundización de los procesos de eliminación de los derechos sociales y laborales. ¿O de verdad creen que las mayorías empatizan con Moyano, Biró, Baradell y Juan Grabois? ¿ De verdad creen que «la salida» es la reivindicación de nombres, como Cristina Kirchner, que en el imaginario mayoritario representa los peores valores?

Mal que les pese a muchos, la «experiencia Santa Fe» es, junto a Córdoba y las acciones regionales que ambas provinciales generan, uno de los pocos espacios de resistencia real que ofrece la política al avance del liberalismo extremo.

Debilitar esos espacios, obstruir esos procesos, priorizar las necesidades sectoriales a las generales, es una buena manera de contribuir a la demolición de la política, mientras se alzan las banderas republicanas.

Algunos sectores de la política, deberian pensar seriamente en postergar sus sueños personales, en administrar sus ambiciones, y en contribuir de la manera más sana posible, a un proceso de reformas que posiblemente ofrezcan frutos a mediano plazo, y le devuelvan a la «politica tradicional» el beneficio de sentirse parte de un cambio que la sociedad observe como propio.

No es momento de dilapidar ni un solo centimetro de poder político.

En Santa Fe se avizoran las reformas a la justicia y a la constitución. Los resultados electorales del año que viene, pueden sepultar cualquier legitimación vigente. Es imprescindible que «la política» tome esos asuntos con seriedad y responsabilidad. La pretensión de dar debates profundos no puede ser contradictoria con la oportunidad. No hay mucho margen de error: sería conveniente que las diferencias internas se manifiesten de la manera más amable y constructiva posible. No regalarle argumentos a los oportunistas de siempre que encontrarán en esas razonables diferencias, oportunidades para decir «que son lo mismo de siempre», en medio de una oleada antipoílitica cada vez más profunda.

Nadie ayudará a consolidar nada, si se ofrecen perfiles débiles. No se puede confiar en aquellos que han demostrado a lo largo de la historia, que su palabra no se cumple nunca.

La principal responsabilidad la tienen el gobierno, claro. Pero los demás, los que se consideran demócratas y pretenden defender a la política del desprecio público, tienen que colaborar. Tragando sapos, si, pero dejando sentadas las diferencias en los ámbitos adecuados.

La cola multitudinaria de ayer de los nuevos partidarios de LLA, explica con más claridad que cualquier oración : en Argentina, y en Santa Fe, lo que crece es La Libertad Avanza. Y frente a los postureos de corrección política y propuestas de imposible cumplimiento, la única opción que tiene la sociedad para frenar un peligroso proceso de desdemocratización, son políticas públicas y gobiernos provinciales fuertes.

A Milei se lo enfrenta desde lo posible y desde lo concreto.

Eso, al menos hoy, es la gestión de Maximiliano Pullaro. Con todos sus «peros» y todas las dudas que quieran.

Esos que pretenden confundir a Pullaro con Milei, o no entienden de lo que hablan o no alcanzan a ver la gravedad de la situación. O peor aún: les importa nada más que sus propios negocios, a sabiendas de que lo que viene es aún peor.

Normal confusión para cualquier ciudadano sin formación ni compromiso partidario. Imperdonable para los dirigentes.


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