
El gobernador de Santa Fe cruzará la linea de su primer año, con varios objetivos cumplidos: Tomó decisiones duras, se animó a correr riesgos políticos e impulsó reformas institucionales que sus antecesores no pudieron o no quisieron. Las estadisticas que ratifican el rumbo, y la consolidación de una coalición, a contramano del escenario nacional.
Cuando Maximiliano Pullaro terminó su discurso de asunción el 11 de diciembre de 2023, cerró los ojos y apretó sus dos manos sobre la cara. Luego se pegó un golpe en el pecho, y entonces, emprendió el camino de los saludos.
Terminaba de prometer «Que Rosario iba a recuperar la paz», que » se terminaba el ‘homeoffice’ de los delincuentes desde los lugares de detención”, «Que Santa Fe volvería a tener 190 dias de clases, con un plan de alfabetización enfocado en los primeros tres grados», que iba a impulsar «una reforma profunda de la justicia» y que se proponía un gobierno con acciones desde el primer día, sin ninguna excusa para la improvisación: “Me preparé con mucha responsabilidad para este momento. Me comprometo firmemente ante todos ustedes a trabajar junto a mi equipo 24/7, cada día de estos 4 años, cada minuto que estemos despiertos, con austeridad y honestidad, para dejar una provincia mejor para todos”
Un año después, como ocurre muy pocas veces, nadie puede decir que lo que terminó ocurriendo no había sido pensado, ni anunciado por el gobernador. Los resultados de este primer cuarto de hora del gobierno, son una rara avis en la historia de la política: Hizo lo que dijo que iba a hacer.
En Rosario, bajaron un 65% los homicidios. Los femicidios bajaron un 23% en el territorio provincial. Los indicadores de violencia bajaron en todos los departmentos, pero especialmente en La Capital y Rosario.
Tras un tenso conflicto con los sindicatos docentes, impuso un régimen de beneficios para los maestros y profesores que no faltaran, y sumó una hora más de escolaridad: los niveles de ausentismo bajaron drásticamente. Y en los últimos tres meses del año, practicamente no hubo paros.
Se animó a enfrentar abiertamente al poder «intocable» de la Corte Suprema y consiguió imponer una reforma judicial que impedirá la eternización de los hombres y las mujeres en sus cargos, y la renovación constante del sistema.
A pesar de los costos políticos, encaró una dolorosa reforma al sistema previsional del estado que le provoca, amén de los incumplimientos nacionales, un déficit anual de 400 mil millones de pesos a la provincia.
Metieron mano en la administraciones de la EPE y ASSA, modificaron los sistemas de ingresos a la planta, eliminando los mecanismos de bolsas de trabajo hereditarios, y bajando los costos de funcionamiento a niveles sorprendentes.
La Provincia invirtió 500 millones de dólares «genuinos» en obra pública, y prevee en el presupuesto 2025, triplicar esa inversión.
Y convocó, por fin, a una reforma constitucional, que la institucionalidad provincial demandaba desde hace por lo menos 30 años. Y que el egoismo, la especulación y las conveniencias de los sectores del poder contínuo, habian sabido impedir, al punto de que viviamos con naturalidad, la imposibilidad del cambio.
La lista continúa, pero los ejemplos alcanzan para entender la variedad e intensidad de las decisiones que le dieron sustento al «relato» del primer año de gestión, que se ratifica en todas las encuestas de imagne, que lo ponen siempre, encima del 60% de aprobación.
PREMEDITACIÓN Y AUDACIA

Los hombres del «riñón» del mandatario hablan de premeditación. Dicen haber pensado y programado las acciones de gobierno.
Pullaro se rodeó de un grupo de trabajo que lo venía acompañando desde hace años: Los ministerios de Gobierno, Economía, Seguridad, Educación, Salud, Desarrollo Social, Obra Publica y Desarrollo productivo, estan en cabeza de hombres y mujeres de su estrecha confianza. Bastía, Cococcioni, Olivares, Goity, Ciancio, Tejeda, Enrico y Puccini, forman parte del elenco original del Pullarismo, y lo acompañan desde el inicio de su tarea política. Lo mismo ocurre con las dos principales secretarias de Estado que trabajan cotidianamente con el gobernador: El Secretario General, «Cacu» Candido, y el de Comunicación, Luis Persello.
Lo que se puede definir, como «un equipo», que salió a la cancha, sabiendo cómo debía jugar y cuales eran los objetivos.
«Nosotros nos preparamos para gobernar. Recorrimos la provincia durante la campaña a senadores nacionales y fuimos detectando las urgencias. Teniamos un equipo de seguridad que ya había obtenido resultados en el gobierno de Lifschitz, y sabíamos perfectamente cuales eran los motivos que habia empeorado la situación desde 2019. Nada de lo que hicimos hasta hoy es una casualidad. Lo pensamos y lo pusimos en práctica con una dedicación absoluta. Desde que asumimos, nadie descansó, ni un fin de semana» Dice Fabian Bastía, el ministro de Gobierno.
El liderazgo de Pullaro, lejos de quedarse en la base de más de un millón de votos propios, se acrecentó con una gran capacidad para incluir a todos los sectores que componen la coalición UXCSF en el gabinete, sino que aumentó aún más, con la integración de dirigentes de todos los partidos a las tareas gubernamentales, incluyendo a quienes habian sido salvajes criticos en la interna.
En el marco de la Coalición, le dió via libre a las dos presidentas legislativas. Compartió protagonismo con su vicegobernadora, Gisela Scaglia, y no le impuso condiciones a la Presidenta de la Cámara de Diputados, Clara Garcia.
De hecho, los socialistas Pablo Farias y Rubén Galassi, fueron los principales argumentadores públicos de las leyes más complejas, cargandose los costos que bien pudieron evitarse. El interbloque de UXCSF funcionó armónicamente, a pesar de las diferencias de criterios en muchos temas. No hubo fisuras públicas que hicieran tambalear la mayoría en ningún tema que el gobierno haya considerado clave.
«No vas a encontrar una sola declaración de Pullaro que descalifique o desacredite a los adversarios. Siempre miró para adelante, cumplió con la palabra de no pararse en la herencia recibida, ni usar a la gestión anterior como excusa para las dificultades. Y eso le valió el dialogo con todos, especialmente con los antecesores, que le reconocen una virtud que ellos nunca tuvieron. Eso obliga al otro, lo compromete»
Eso explica, también, los resultados que requirieron de mayorias especiales. Pullaro, a través de quienes funcionaron como negociadores con la oposición- el propio Bastía, el ex archirrival Julian Galdeano, y el radical José Corral- consiguieron sumar las voluntades que faltaban.
En el Senado, contó con una cómoda mayoría, que se fortaleció con la experiencia de Felipe Michling- indiscutido lider del bloque- Orfilio Marcón, Rodrigo Borla y el extrapartidario Joaquin Gramajo pero que creció con la participación de varios jóvenes que destacaron: Los radicales Esteban Motta y Oscar Dolzani, junto al Javkinista Circo Seisas y la figura en crecimiento constante del socialista «Paco» Garibaldi.
Esa actitud aperturista de Pullaro, que es la contracara del modo de gobierno de Javier Mieli, le permitió contar con la suficiente legitimidad como para tomar muchas medidas audaces, que implican cambios estructurales que se venian postergando por la falta de mayorias en las cámaras, pero tambien, por la insuficiencia de generosidad en las conformaciones anteriores de las Cámaras.
En un año, Pullaro hizo lo que pudo demandarle los cuatro de gestión. Pero lo hizo en el primero, atento a los escenarios que históricamente sufren los gobiernos santafesinos: el primer año es el único de poder pleno. En el segundo, los resultados electorales pueden complicar la legitimidad. En el tercero, las corporaciones y los opositores, prefieren empezar a hablar con el posible sucesor.
La mera chance de poder ser reelecto en 2027 , siempre que lo permita la reforma constitucional del año próximo y los resultados electorales, le concede a Pullaro un nivel de oxigeno que otros gobernadores no tuvieron. Pero se lo ganó. Impulsando cambios que nadie imaginaba posibles, tomando decisiones de una audacia impropia para la política local, y especialmente, trabajando con un ritmo insoportable para sus colaboradores.
Quizás los primeros logros consigan sosegarlo en el ritmo de trabajo, pero no parece que esa sea su voluntad. Lo dice la agenda del lunes, que incluye seis actividades y dos traslados. Un ritmo que nunca cambió desde su asunción, y que nadie discutirá que le ha dado resultados.





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