Al final, la conformación de la lista de convencionales del oficialismo, resultó una sorpresa absoluta: con la excepción del gobernador, que arriesga su capital político encabezando la lista, el resto de los integrantes de los primeros lugares de la lista, está conformada con «novedades nuevas», como le gusta decir a un alto funcionario provincial.

Contra todos los pronósticos iniciales, la mayoría de los hombres y mujeres del oficialismo que se sentarán en la Convención que redactará la nueva constitución, no son los que vienen repitiendo sus candidaturas en los últimos años. Tampoco terminó siendo una réplica de la Cámara de Diputados, como muchos daban por sentado.

No quedaron sectores ,de peso, afuera. Están todos en la lista: UCR, PRO, PS, Intendentes y partidos aliados. Pero no están los nombres de sus dirigentes principales. ¿Es riesgoso? Si. Pero al riesgo lo amortigua el propio Pullaro. El resultado, para bien o para mal, será una cosecha del gobernador. Y más allá de las eventuales consecuencias, implica una decisión que confirma dos realidades. La primera es obvia: Pullaro quiere consolidar su liderazgo, imponiendo cambios que no sólo alcanzan a sus filas partidarias. La segunda, es que ese liderazgo demandará nuevas camadas dirigenciales.

Por eso, el gobernador encabezará la lista de distrito único, pero sus compañeros- exceptuando algunos pocos nombres- serán nombres y caras nuevas para la mayoría de los votantes.

Evidentemente, hay cosas que Pullaro ( o quienes lo asesoran) está viendo en el horizonte político, que otros parecen no ver: Hacer cambios demanda también cambios en sus instrumentadores. Buena parte de la dirigencia política vive una fatiga crónica de imagen pública, injusta, en la mayoría de los casos. Pero la vive.

Es probable que se equivoque, claro. Pero se hace cargo del resultado. Gane bien, gane con lo justo, o incluso perdiendo, no podrá correrse de la exclusiva responsabilidad de la jugada.

Hay una verdad dolorosa: La debacle de la imagen de los dirigentes políticos «en general», demanda una reacción. Y esa reacción, debe contemplar cambios de nombres y caras. No se trata ya de prometer politicas nuevas. Además hay que ofrecer políticos nuevos.

La decisión de «eliminar» de las candidaturas a la mayoría de los dirigentes que ocupan bancas en diputados, es un mensaje fácil de interpretar: «traigan gente nueva, córranse de los primeros planos, dejen pasar a los que vienen atrás». Un asunto dificil de digerir para quienes conducen los diferentes espacios que componen Unidos para Cambiar Santa Fe. Mucho más, para quienes aspiran a construir alternativas alrededor de sus nombres.

Un proceso que es incompleto, si se observa que lo 19 candidatos departamentales serán casi todos, los mismos que en las elecciones a senadores. Pero allí imperan otras realidades, y el riesgo es mucho más alto. Los senadores siguen imponiendo sus nombres y el proceso de renovación de esos dirigentes, tendrá que ser más progresivo. No obstante eso, la composición de la la lista de distrito único, es también un mensaje para ellos, a tener en cuenta en las próximas contiendas, si las cosas le salen bien al gobernador.

Hay motivos para que los miembros del «núcleo chico» del mandatario, tengan optimismo: la oposición esta muy fragmentada. El peronismo se dividió en cuantas partes pudo, las huestes del ex gobernador Perotti directamente desertaron de participar, y las expresiones de la «nueva derecha», no confluyeron en una sola expresión.

No obstante eso, habrá que observar con detenimiento cuales son los impactos que tendrá la «influencia Milei» en las elecciones locales, a cuanto llega el enojo de algunos sectores de la administración pública, tras las reformas a la Caja de jubilaciones y las medidas de «disciplinamiento» de la docencia.

Nadie puede dar nada por sentado, aunque las encuestas lo den.

Pullaro acaba de patear un tablero, que seguramente incomoda a propios y extraños.

Se verá como se digiere en algunos egos lastimados, y cómo se leerá en la sociedad.

En cualquier caso, en la decisión, es el propio Pullaro el que arriesga el capital político. Y en política, como en la vida misma, sin riesgos… es muy dificil provocar cambios.


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