La vinculación judicial del dueño del Diario El Litoral, toca al último miembro que faltaba «caer» de una mesa chica que manejó casi monopólicamente lo que sucedió en la capital provincial, durante las últimas dos décadas. Flechas que van y vienen, en un mapa que refleja los intestinos de una invisible organización que representó al poder real de la ciudad, y que termina fracasando por razones meramente humanas: los egos, la ambición desmedida y la mediocridad.

Durante décadas, la iglesia católica y un grupo de apellidos notables, generalmente relacionados al peronismo, manejaban la ciudad. Y más allá: Desde el Arzobispado, se decidian los nombres de los ministros de Salud y Educación, y se autorizaban o no, las reformas políticas que debían hacer los gobiernos que siempre, o casi siempre, de manera democrática o de facto, comandaban santafesinos de la capital.

Los empresarios eran los familiares directos de los funcionarios y en algunos casos, hombres vinculados de manera estrecha a la iglesia. Eso se «mezcló» con claridad durante los gobiernos de Carlos Reutemann y Jorge Obeid. En ese nido de final de siglo XX, se concretó el vaciamiento y la venta escandalosa del Banco Provincial de Santa Fe. En el informe Nogueras, desempolvado por el ex gobernador Miguel Lifschitz, se ven los nombres y los apellidos de los protagonistas. Todos se quedaron con plata del banco fundido, todos bajo la protección de lo que los capitalinos llamábamos «el patriciado».

En esa etapa final , los gremios, especialmente UPCN de la mano de Alberto Maguid, tomaron participación en las cajas públicas, pactando fondos nuevos para los sindicatos públicos, con el tiempo ATE y AMSAFE se adaptaron a esos beneficios, y sembraron la ciudad de Mutuales, Campings , Hoteles , empresas de ropa de trabajo, hasta llegar al imperial Hotel de ATE – UNL, que administra el gremio de manera exclusiva.

El senado provincial garantizaba, como una verdadera escribanía, todo lo que el poder real imponía.

En Santa Fe mandaban mediaticamente El Litoral de dueños conservadores, la familia política de Carlos Reutemann, los Bobbio, con el todopoderoso Canal 13 y LT9.

Pero las cosas iban a cambiar. Si todo cambia, que el poder cambie no es extraño.

EL QUIEBRE INICIAL

Todo cambió con la caída de Edgardo Gabriel Storni en 2002 por abuso sexual y con la inundación de Abril de 2003, que puso en jaque aquel esquema de poder y dejó en evidencia la protección que sobre ambos, Iglesia y Gobierno, tenía la Corte Suprema de Santa Fe, en la que ya mandaba un tal Rafael Gutierrez. Aquellos dos acontecimientos pusieron en marcha una nueva era.

Hubo que esperar hasta 2007 para que las elecciones en la provincia y en la ciudad, pusieran los planetas en fila, y terminaran de configurar una «nueva ciudad». No sólo cambiaban los intendentes. Con ellos, cambiaban también los integrantes del «poder continuo» de la ciudad. Algo que ocurre en todas las ciudades, claro, pero que en Santa Fe había demorado casi un siglo en ocurrir.

Es cierto que empezó con el triunfo de Fernando De la Rúa en 1999. Pero en la ciudad ,el «germen» de aquel cambio fue, sin lugar a dudas, la UNL. Desde allí se empezaron a gestar los primeros nudos del «nuevo poder». Un grupo de entusiastas académicos, juristas y estudiantes, empezaban a romper con el romanticismo de la militancia y empezaban a experimentar el sabor del poder. LT10, la «radio de la gente», popularizaba nombres hasta entonces desconocidos, y los funcionarios de la Alta Casa de estudios, empezaban a soñar con acceder a lugares determinantes mucho más allá del propio rectorado, las recoletas reuniones del del consejo nacional de rectores, los secretariados generales de la Franja Morada o la FUA.

No pudo Hugo Storero en dos oportunidades, pero si Mario Barletta- su sucesor en el rectorado- y detrás de él, un grupo de jóvenes entusiastas, que no demorarian en traicionar a sus mayores, a la primera de cambio

El triunfo de Hermes Binner, cambió (una parte) de los esquemas del poder permanente en la provincia, pero no pudo con la Corte Suprema. «No pude» me dijo una vez Hermes Binner, ante mi reproche por la promesa incumplida de campaña de «hacer con la corte lo que hizo Kirchner». La explicación del primer gobernador iba acompañada por un chiste que no olvido: «Tendrias que decirles a los de acá ( por Santa Fe) que no paran de defenderlos» me confesó.

Los «de acá», habian abandonado la postura de combate contra la «Corte Reutemanista» y promovieron acuerdos que garantizaron dobles beneficios. Por un lado, el poder del primo político de Reutemann, el «Rafa», iba a permanecer inalterable durante las dos décadas que le siguieron. Y la UNL, por fin, iba a poner jueces y fiscales. Ya no recibiría, solamente, patricios abogados en sus claustros buscando perfeccionar sus prestigios. Ahora sería la propia Universidad, a través de su FCJYS, la que llevaría nombres de sus riñones, a los primeros planos del poder judicial.

Basta recorrer los nombres y apellidos de los integrantes y colaboradores del primer Consejo de la Magistratura nacional, para ver cómo se acomodaron las cosas. La llegada de dos jueces santafesinos «del centro norte» a la Corte Nacional, docentes de la UNL, aceitaron el proceso.

Entonces LT10 comenzó a ser asesorado por un joven productor de apellido patricio, que llegaba de vuelta de Alemania, con ideas nuevas para los nuevos tiempos, y que había fundado una pequeña consultora a la que llamó, con ambiciones que se cumplieron, «Arcadia» .

El poder cambió de manos. O algunas de esas manos, se estrecharon con otras nuevas para sostener lo obtenido y empezar a compartirlo con socios nuevos.

En el principio, el papado transicional de la ciudad, estuvo en manos de Mario Barletta, de Alberto Maguid , Jorge Hoffmann y su ATE que empezaba a trasnformarse en todo aquello que decía venir a combatir, y si, claro, un tal Rafael Gutierrez, con poderes renovados.

El senado provincial era el lugar desde donde se garantizaban las permanencias y las resistencias a cualquier intento de reforma profunda . Siempre eran 15 peronistas, sobre un total de 19. Nada que propusiera el socialismo, podía avanzar sin acuerdos con ellos.

Los medios todavía estaban en las mismas manos, aunque LT9 empezaba un proceso de caida y en El Litoral las familias empezaban a resolver materias pendientes de sucesorios. TELEFE se quedó con Canal 13. Y los primeros portales de Internet, empezaban a terciar y a romper los silencios que durante un siglo, habían ordenado desde los púlpitos y los despachos de los medios.

DE EMPUJONES, TRAICIONES Y MUERTES

En 2011, cambiaron las cosas en la ciudad: A Mario Barletta lo convencieron, inexplicablemente, que su destino era la gobernación y no un segundo mandato en la intendencia. Nadie entendió muy bien la jugada: el ex rector estaba en condiciones de ganar con comodidad la intendencia y después de un segundo mandato, lanzarse si, a la gobernación.

Pero se apuró. O se dejó apurar. Y decidió lanzarse a una precandidatura a la gobernación, contra Antonio Bonfatti. El socialista ganaba con comodidad. Barletta terminó corrido a una diputación nacional que, como todas, terminan siendo intrascendentes.

El autor intelectual de aquel apuro, era otro jóven apurado: José Corral. Primero apresuró a Barletta, después, con los años, sería victima de su propia angurria.

La muerte de Alberto Maguid, cambió el mando de UPCN. El gremio se «empresalizó»de la mano de su histórico número dos, Jorge Molina. El nuevo lider sindical, empezó a compartir el poder pleno del entonces poderoso gremio, con sus negocios públicos: ahora era dueño de una radio, y de otros emprendimientos a nombre de sus hijos.

El Litoral, se concentraba en la propiedad del inteligente y audaz Nahuel Caputto, fundador de ARCADIA.

Y el poder judicial, claro, seguía en manos de Rafael Gutierrez.

Ni Bonfatti, ni luego Miguel Lifschitz, pudieron romper con aquella hegemonía del primo político de Reutemann. El problema, otra vez, estaba adentro. Los «socios» santafesinos no querían que lo tocaran. En diez años de sociedad, había que repasar los nombres de la plantilla de funcionarios judiciales en la ciudad y buena parte de la provincia, para entender que el acuerdo estaba sólido.

El senado provincial, un poco más equilibrado, seguía garantizando que ningún cambio produjera verdaderos cambios en las estructuras del poder.

En la ciudad de Santa Fe, seguía gobernando el radicalismo universitario. Aunque ya se empezaba a hablar de traiciones y de Halcones y palomas.

En la ciudad se había consolidado un nuevo polo de poder. Un nombre era el de siempre: Rafael Gutierrez. Otro, concentraba el poder municipal, José Corral. Otro, se convertía en la pata del peronismo que garantizaba la calma de los asuntos públicos, Jorge Molina. Y el otro, se convertía en dueño del diario, de unas islas en el río Paraná, donde soñaban construir el nuevo puerto, y en empresario de la construcción, con participación permanente en la obra pública santafesina.

Nada se hacía en Santa Fe si ellos no lo aprobaban. Y sino, habrá que preguntarle a quienes lo sufrimos: En 2015. Una «redada» de la AFIP con el Sindicato de Prensa de Santa Fe, nos obligó a levantar nuestro programa de TV. Una multa de 100.000 dólares, que terminé de pagar el año pasado, por «mal encuadramiento del personal».

Fue llamativo el silencio de los dueños del poder santafesino. El escándalo de Carlos Vaudagna deja en evidencia que la AFIP hacía lo que algunos amigos le pedían. Algo de eso me dijo Miguel Lifschitz, cuando unos meses después me «amparó» durante dos años en la gestión pública.

Empezaban unos años dorados para el lobbie santafesino.

EL QUIEBRE DEL FRENTE PROGRESISTA, PULLARO, EL FIN DEL PODER DEL RAFA, Y LA MEGACAUSA.

Es 21 de marzo de 2025. Los diarios de todo el país, incluso los amigos, repiten que el titular de la AFIP de Santa Fe y Rosario, complicó a algunos empresarios santafesinos con sus confesiones de «arrepentido». Entre esos nombres aparecen los de Carlos Felice, dirigente gremial de OSPAT, hombre de negocios continuos con ARCADIA; y el de Nahuel Caputto.

El empresario de medios venía de obtener una alegría importante: su UTE, había conseguido quedarse con la obra del Puente Santa Fe- Santo Tomé. No fueron sutiles sus esfuerzos. En la tapa de su diario, insistió, por las dudas, antes de que se otorgara la licitación, que «era la mejor oferta, y que no podía ganar otra». Métodos de presión, algo exagerados.

Caputto había elegido en los últimos años, el camino del temor. A quien escribe, en una conversación privada le dijo: «Sirve que te teman, no que te respeten». Así pareció usar el diario y sus alcances. El problema del miedo es que lo otros lo pierden. Y para muestra, basta el despliegue de noticias en los medios, y la mención casi maliciosa de su nombre en todas las noticias que hablan del caso.

Es agua conocida para Nahuel. Es la misma que usó y usa su diario de manera sistemática, para otorgar tribuna al dirigente sindical Jorge Molina, o al ahora apenas diputado provincial, José Corral, o las que le ofreció a Rafael, cuando resistía a los cambios que propuso y consiguió Pullaro. Métodos para sostener poder, que funcionan hasta que dejan de funcionar.

La de Caputto parece ser la última caída, de una serie de caídas que se vuelven inevitables.

A Corral le ganó su ego. Siendo presidente nacional de la UCR, se encargó de llevarse puestos a todos aquellos que lo llevaron hasta ese sillón. Un viejo operador del radicalismo dice entre risas «no haber conocido nunca a un hombre que haya liquidado tanto poder en tan poco tiempo». Lo dice desde Buenos Aires, recordando que entre otras cosas, esa ambición lo llevó a pactar con Omar Perotti para tumbar las chances de continuidad del Frente Progresista en el gobierno provincal en 2019. Esa campaña llevó de director detrás de los telones a un tal Nahuel Caputto.

El recuerdo de aquellos dias, trae a colación un dato que ejemplifica el daño que las acciones personales de Corral le generaron a la política provincial y especialmente a su «grupo»: La decisión de Miguel Lifschitz de imponer a Emilio Jatón como candidato a senador provincial, para ganarle a Hugo Marcucci. Y luego, repetir en el concejo y luego en la intendencia, para borrar del mapa a los universitarios del gobierno de la ciudad.

El triunfo de Maximiliano Pullaro trajo consigo un cambio de época: los senadores peronistas dejaron de ser la red del conservadurismo santafesino: el cambio en los números de la legislatura apuró tres asuntos que llevaban décadas trabados: la reforma jubilatoria, que terminó con las jubilaciones de privilegios del Poder Judicial, la judicial poniendo límites a la edad de los jueces, y la Constitucional.

Las tres tuvieron un derrotado: Rafael Gutierrez. Por primera vez, el primo de Reutemann será minoría en la Corte. Y con eso, ya no decidirá quienes están protegidos y quienes no por el paraguas judicial.

Rafa ya no será el poder en Santa Fe, y sus socios de mesa chica también cayeron en desgracia:

A Corral, la incidencia le alcanzó apenas para poner un candidato a concejal en tercer lugar de la lista oficialista.

Jorge Molina, anda pidiendo a los periodistas que se involucren en una interna de concejales, para evitar que triunfe un enemigo que puede causarle lios puertas adentro del gremio. Mientras eso ocurre, deberá revisar papeles, por si sus negocios con Caputto le provocan algun dolor de cabeza.

Es posible que la investigación judicial de la mega causa, no le provoque a Nahuel Caputto ningún riesgo a su libertad personal. Lo que le provoca, si, es el fin de una posición de privilegio. Los que se asociaban, ya no están tranquilos a su lado. Y eso, se llama empezar a perder el poder.

El régimen del lobbie Santa Fe parece llegar a su fin.

Nada les quitará los beneficios económicos que obtuvieron en esta década dorada, pero se termina.

Vaya uno a saber, dónde se teje la sucesión. Siempre, en todos los espacios donde habita el poder, los lugares que se desocupan los ocupan otros.

Quizás estemos asistiendo a una nueva transición. Candidatos a ocupar esos lugares, por supuesto, sobran. Sobre ellos, este u otros escribas, hablarán dentro de una década.


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