
No será esta, otra nota de crítica a la interminable gestión de Luis Spahn. En todo caso, será la formulación de un deseo que compartimos- no tengo dudas- la mayoría de los socios e hinchas del club.
Tampoco será una reivindicación de «Pipo» Desvaux, ni una convocatoria a votarlo. Su opción, en todo caso, no es otra cosa que eso: una opción. Que es muy distinto a una elección. Se elige cuando hay alternativas. Se opta, cuando no quedan más opciones.
El club ha crecido, no caben dudas. Y ese crecimiento, no caben dudas, tiene que ver con el proceso que condujo el actual presidente. Pero eso no significa que las condiciones que se le ofrecieron al actual mandamás, sin ninguna duda, pudieron ser mejor explotadas. Insisto con una tesis: Spahn puede ser un buen administrador de su empresa, pero un club, especialmente uno que vive de la pasión, requiere otras características personales. Spahn no siente pasión deportiva, no es hincha, no tiene hambre de gloria, ni entiende lo que nos pasa a los unionistas, cuando se van a acumulando frustraciones.
Eso se nota en su falta de «timing»- por ser bien pensado- a la hora de tomar decisiones. Demora cuando no hay que demorar, especula cuando no hay que especular. Dilata cuando hay que tomar decisiones. Y al final, todo termina como siempre: Unión lejos del sueño de la gloria deportiva.
Y hoy, la gloria deportiva en Unión no es un mero deseo. Es una obligación.
¿ Por qué? Porque a estas alturas del siglo, y luego de ver, no sólo a Colón, sino a los Arsenales, Defensas y Justicias, Lanuses, Banfiedles, Patronatos y Centralescórdobas, demuestra con claridad que la falta de éxitos deportivos responde más a la falta de ambición de los directivos, que a la «mala suerte».
Sphan no supo hacerlo Campeón a Unión. Y nadie tiene expectativas que después de 13 años, pueda hacerlo. No hay ningún motivo para creer que de su mano lo conseguiremos.
¿ Nos salvó económicamente? Probablemente tenga ese mérito, ok. Pero a lo largo de 13 años, el club tuvo ingresos extraordinarios, ya sea por los pases de los juveniles, ya por los derechos de vestimenta y TV, ya por las participaciones en copas internacionales, ya por la conducta intachable de los socios. Que nunca dejamos de pagar las cuotas, ni de comprar las plateas, ni de de hacer aportes extraordinarios para los proyectos que nunca, jamás, se terminan.
¿ Qué pasó con el Estadio? ¿ Por qué, 10 años después, seguimos teniendo sólo una tribuna nueva y nada más que una tribuna nueva? ¿ Por qué la sede social nunca se termina, como si se tratara de la Sagrada Familia?
Pero hay otro aspecto importante, que no es exclusivo de Sphan, pero que ha generado mucho ruido y cansancio en las huestes unionistas: Nunca sabemos los números del club. Parece un secreto de Estado. Nadie sabe cuanto entra, cuanto sale, cuanto le debemos a Sphan… ¿ Cuanto le debemos al presidente? ¿ Cuanto puso y cuanto se fue cobrando? ¿ De verdad, después de tantos años, le seguimos debiendo?
Pasó la euforia Kily. Desperdiciamos, no este año, sino el anterior, cuando de verdad tuvimos chances de alcanzar alguna gloria pero no fuimos capaces de mejorar aquel plantel. Y después, sin haber convocado a un Director Deportivo que le discutiera las compras al DT, SE HICIERON LAS COSAS MAL.
Como con Munúa, se extendió inexplicablemente el proceso de Kily. Y los resultados están a la vista.
Otra vez, por cuarta vez, terminamos llamando a nuestro máximo ídolo para que nos salve del incendio. Es injusto para él, también. Merecía volver en otras circunstancias. No en pleno desastre.
En fin. Llegó la hora de cambiar. Pacíficamente. Sin movidas que nos perjudiquen socialmente. Sin obligar a los hinchas a enfrentarnos.
Es el momento de ir a las urnas y elegir al próximo presidente.
La última vez que fuimos a las urnas, yo lo voté a Spahn. Esta vez , no.
Porque no cumplió con las promesas de aquella campaña. Ni predio, ni Estadio terminado, ni campeonatos, ni números claros.
Voy a optar por Desvaux. Sin conocerlo lo suficiente, sin poner mis manos sobre el fuego por él. Pero se necesita un cambio.
Ojalá los unionistas seamos capaces de hacer lo que mejor nos convenga.
Sin agresiones, sin descalificaciones, sin apretadas ni acciones dirigenciales que se parezcan a las de un emperador.
El club, es de los socios. No de Spahn. Ni lo será de Desvaux.
Es de los socios. Que por enésima vez estamos pidiendo lo que piden los hinchas: ser campeones del fútbol argentino. Y tener un club que nos llene de orgullo.




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