Les escribo porque he recibido decenas y decenas de mensajes, como respuesta a mi opinión sobre el conflicto que los involucra y que se visibiliza con un paro de 24 horas, que se cumple hoy, con un resultado esperado: las clases de dictaron con normalidad.
Lo primero que quiero decir es lo que digo siempre: No es justo que un docente cobre lo que cobra en Santa Fe. Y el reclamo que están haciendo es legítimo.
¿Si entiendo lo que les pasa? Los entiendo y lo comparto: Los docentes deben seguir reclamando por una mejora salarial, del mismo modo que deben luchar por la consolidación de la educación pública, su modernización y su mejora.
No necesito repetir de que hogar provengo. Mis abuelos fueron los primeros directores de escuelas rurales, vivieron y gestaron a mi madre en el sur de la provincia, en una precaria casa al lado de la escuela que dirigían.
Mi madre fue docente. Mi hermana fue docente. Mi prima fue docente, y como ellas, decenas de amigas y amigos son docentes o jubilados docentes.
Yo me formé en escuelas públicas y en la Universidad pública.
¿Y entonces?
Entonces digo lo que también vengo diciendo y provoca enojo: Los docentes están mal pagados, como mal pagados está la inmensa mayoría los trabajadores públicos y privados, en Santa Fe y en el país. No son victimas ni exclusivas ni excluyentes. Y deben comprender el momento.
Los aumentos que propone el gobierno son iguales o superiores a los que propusieron sus pares de Córdoba, Buenos Aires, CABA y Mendoza, sólo por citar economías similares: ninguna actualización supera el 18 % respecto a los salarios de diciembre de 2024. Santa Fe ofrece hasta julio, el 17,5%.
¿ La diferencia con las otras provincias? En ninguna de las cuatro provincias mencionadas hay paro. Reclaman, protestan y promueven acciones, pero no dejan a los pibes sin escuelas.
A Baradel no se le ocurre pararle las escuelas a Kicillof. En Santa Fe, si no gobierna el PJ, se para. A la primera de cambio. Y en Santa Fe ya es una obviedad: Amsafe se convirtió en un sindicato partidario y selectivo: A Pullaro le hacen los paros que no le hicieron a Perotti.
Cada declaración de los dirigentes del gremio provincial, apenas recibidas las ofertas, es una declaración de guerra. Y al reproche salarial, le agregan argumentos que no están en discusión o que se vuelven de cumplimiento imposible, como la pretensión de cobrar la actualización auto acordada con Perotti en diciembre de 2023. Una acción temeraria para las arcas santafesinas, atando los salarios a la más alta tasa inflacionaria de los últimos 10 años, comprometiendo al nuevo gobierno a pagar, lo que el gobierno del rafaelino y sus funcionarios de educación, integrantes del gremio, nunca habían pagado durante 3 años y 11 meses.
Entonces, por enésima vez, mi posición no es en contra de los docentes, ni me manifiesto contrario al reclamo: Lo que digo, y no procuro falsedades, es que lo que le ocurre a los docentes es lo que les ocurre al 80 % de los asalariados argentinos: que la inflación nos pasó por encima, que los ajustes tarifarios nos hundieron- todas decisiones tomadas por el gobierno nacional con la quita indiscriminada de subsidios- y que los sindicatos docentes, abusaron de su poder fáctico de parar, sin otra alternativa.
La realidad es dura, y el gobierno de Pullaro también. La decisión de combatir los niveles de ausentismo docente que había en la provincia, se correlacionó con el “premio” al presentismo. Los docentes que cumplen con la totalidad de sus horas, cobran más que los que faltan. Y si faltan o paran, se les descuenta el día.
Dos decisiones políticas costosas para el gobernador, pero con resultados que la mayoría de la sociedad aplauden.
Lo mismo con la reforma a la Caja de Jubilaciones: Los que piensan sólo en su jubilación y no en el dramático déficit que ponía en riesgo el pago de esas mismas jubilaciones en algunos meses, están enojados. Pero al déficit lo pagábamos todos. Y alguien tenía que ponerle un freno a la sangría.
Vuelvo al principio. No se trata de ser “buenos” y señalar siempre y solamente el “deber ser”. Si la realidad se resolviera con los deseos colectivos, lo que estaríamos discutiendo no sería política pública, sino la condición humana.
Los recursos públicos son limitados. La provincia tiene emergencias de todo tipo: a la inseguridad se le agregó el incremento de casi un 40% de la demanda en la salud pública, y es imprescindible mantener en marcha la obra pública.
Es imposible cumplir con todas las necesidades, cuando el gobierno nacional abandona a Santa Fe y a todas las provincias, y cuando la propia economía, sólo alcanza con mirar la baja sustancial de la recaudación de impuestos, empuja hacia abajo a casi todas las actividades productivas.
Entiendo a los docentes que me critican la posición. Pero yo no juego a quedar bien, ni tengo la obligación de decir lo que algunos prefieren escuchar.
Se trata de leer la realidad, en el contexto que ocurre, y tener el sentido común de comprender que los docentes no tienen la exclusividad de la baja salarial.
El fracaso del paro docente, no es otra cosa que el fracaso de un modo de protestar y del abuso discrecional que hicieron los dirigentes sindicales en estos años.
La sociedad, eso que está adentro y afuera de las escuelas, exige un cambio de actitud. Y los docentes lo saben. Sus dirigentes, parece que no.





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