Es obvio, no ganó el candidato que yo voté. Y sin embargo, ayer me fui contento del club, aún antes de conocer los resultados. La gran convocatoria de los socios, que pudo ser mayor, pero fue muy importante; y el clima que se vivió durante y después de las elecciones, fueron ejemplares.
Yo era de los que quería un cambio. Pero está claro que la mayoría, no. Y lo que corresponde, después del resultado, es acompañar a los que ganaron. Un club no es un país. En una entidad deportiva no existen ideologías que puedan dividir de manera irreconciliable las aguas. No. Un club debe disputar el gobierno, pero no hay ningún motivo- salvo asuntos penales- para que todos no puedan trabajar juntos. En eso, no hay motivos para no estar de acuerdo.
Nos une la pasión, nos unen las ilusiones, y nos unen los mismos problemas. Entonces, más allá de los modos, las preferencias, las antipatías y los deseos, Unión debe estar siempre por encima de todo. A veces nos olvidamos del sentido de nuestro propio nombre. Suele pasar. En la disputa de cualquier poder, las bocas van más rápido que las cabezas. Y en asuntos de fútbol, no pidan que la pasión vaya a menor velocidad que todos los razonamientos posibles.
Ayer quedó claro que a los socios nos importa Unión. Quedó claro que el presidente tiene respaldo y que se ganó otros tres años más de gestión. Y también quedó claro, que hay un buen sector de la masa societaria que está pidiendo cambios. Todo importa, en ese orden y en una obligatoria fusión de todos esos componentes.
Ahora dependerá del presidente, y también del espíritu de colaboración de la nueva oposición, que las cosas salgan bien.
Y que salgan bien, más allá de las peripecias e imponderables de los resultados deportivos, es que Unión tenga un proyecto de club. Algunos esbozos, no se discuten, están en marcha. Pero hay otros que demandan cambios o al menos mejoras.
Predio, gestión del fútbol profesional, obras, respaldo a las otras actividades deportivas, sostenimiento de la política de inferiores, etc, etc; son tópicos reiterados en el debate del club. Hay que avanzar. Con las diferencias que existan, hay que avanzar.
Lo que demostró ayer Unión, es que está vivo.
Que los problemas que tiene, puede resolverlos democráticamente, sin violencia ni maniobras sospechosas.
Ahora tocan tres años de trabajo. Un ciclo más para Spahn y su comisión directiva. Bienvenido sea, porque es la decisión de la mayoría, y eso, es sagrado.
A la oposición, la critica constructiva y los aportes de ideas.
Al resto, nos toca seguir alentando, exigiendo, protestando y enojando, si las cosas no salen. Es lo que dicta la pasión, una cosa muy dificil de explicar para quienes no la tienen.
Unión, tuvo un gran día, ayer. Más allá de quienes hayan ganado o perdido. Y el futuro, claro, se va mereciendo también.
Que la pelota entre o no, no quitará lo escencial: que somos una parte importante de la ciudad, que nos sentimos identificados y organizados en una institución, que es mucho más que las posiciones en la tabla. Aunque eso importe siempre, y mucho.
A trabajar ahora. A alejarnos rápido de los riesgos en los que nos metimos. Y a tomar las decisiones que hagan falta.
Detrás hay un pueblo activo, comprometido con el destino del club, que sabe que la cosa es colectiva, en equipo. Nunca un proyecto personal, nunca un asunto de pocos.





Deja un comentario