Si algo necesitaba el Kirchnerismo para activar su recuperación de la centralidad opositora, era una razón concreta de victimización. Cristina, que ya era la principal figura de la oposición, ahora se convirtió en la jefa exclusiva de cualquier armado opositor. Y acabó con cualquier desafío interno.
Hay cosas que por obvias, no se alcanzan a ver: Si la decisión de la Corte Suprema fue premeditada por algún «conciliábulo del mal», los muchachos se equivocaron. En cambio, si este «final», fuera – por afiebrado que parezca- un acuerdo de la propia CFK con los tres ministros de la Corte, es una genialidad.
A ver. Con excepción del doloroso precio de 84 mil millones de pesos que la ex presidenta debe depositar (unos 80 palos verdes), el resto de los efectos de esta condena, le son favorables. Muy favorables.
La Corte podía, por ejemplo, dividir el voto y postergar la decisión. Hacerse los ocupados y cajonear por unos meses la definición, o sencillamente aceptar el recurso de queja y darse un largo año para estudiar a fondo la causa. Pero no. Eligieron la única salida que no tiene salidas a la vista, y que deja en evidencia que el fallo, por justo e irreprochable que se pretenda, es un la consecuencia del apuro de alguien. Y acá está la gran duda…
Si, como dicen, la sentencia de la Corte Suprema de Justicia pretendía «excluir» a CFK de la pelea política, cometieron un error: hoy Cristina está más incluida que nunca en las definiciones del futuro del país.
Cristina, en el resumen de su situación, termina ganando. ¿ Por qué? Porque hoy está más fuerte que ayer, y aunque haya llegado el final de su vida de funcionaria, nadie le discutirá- al menos por un tiempo- la jefatura de todo el peronismo.
La jefa va a estar durante… ¿ Año, año y medio? encerrada en un departamento, casi como vive hoy, y a lo sumo deberá mudar su oficina del Patria a su casa. El resto, casi que no cambia. No me digan que la jefa iba al súper, porque todos sabemos que no.
Si la presunta operación político judicial ,que le atribuyen al fallo, perseguía su eliminación, le erraron. Y si como dicen, el cerebro de la maniobra es Mauricio Macri, se estaría convirtiendo en un prócer del error político: El está acabado, pero Ella está más viva que nunca.
A Mauricio, no le queda otra salida que subsumirse con LLA. Para el PRO, no hay otra salida. O es con ellos, o desaparecés.
Hoy no parece haber lugar para terceras opciones. Por lo menos, hasta que el gobierno pierda fuerza de manera natural, y los efectos de la economía, efectivamente se traduzcan en rechazo electoral. Algo que, por ahora, no parece suceder.
Sin embargo, si alguien imaginaba un escenario de victoria de LLA en Provincia de Buenos Aires, desde ayer, la efectiva prohibición- y victimización- de la candidatura de Cristina, obliga a las Fuerzas del Cielo a cerrar un acuerdo más forzado que nunca con el PRO, porque sino pierde. Aunque CFK no esté en la boleta.
El peronismo, recupera la mística y eso, en otros términos, se llama unidad. Y la unidad en el peronismo suele provocar victorias. Eso es lo que cuenta la historia, por lo menos. Lo que resta saber, es si ese factor de unidad y reordenamiento tendrá respaldo en los sectores mayoritarios de la sociedad.
Es obvio que no se ve, todavia. Porque entre la desazón de las mayorías con la política, el inevitable paso del tiempo y en el subsistente temor «al retorno del Kirchnerismo» que agitan tanto Milei como los sectores aliados, no parece que la prisión de CFK vaya a ser resistida por un nuevo 17 de octubre, como presumían algunos dirigentes.
Sin embargo, Cristina es mucho más que anteayer. Y si administra con serenidad esta recuperación del poder, ocupará el sitial que durante muchos años no se le discutía.





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