El gobernador Miguel Lifschitz abrió el 1 de mayo las sesiones ordinarias de la Legislatura Provincial y en su discurso sentó posiciones sobre la realidad en emergencia, los proyectos a mediano y largo plazo, y una mirada del estado que se diferencia claramente del modelo Macrista y de la gestión de CFK.
Pocas veces ocurre que la oposición no sale de un discurso oficialista protestando. Hubo, claro, quienes cuestionaron recortes del discurso del gobernador apuntando a cuestiones muy puntuales, pero lo cierto es que la recorrida de opiniones resultó sorpresiva: desde el PRO hasta el Kirchnerismo, desde la Izquierda hasta la centroderecha, todos, reconocieron en el discurso del gobernador algo que brilla ausente en la política argentina: el diagnóstico crudo, la oferta de soluciones, y sobre todo, el reconocimiento liso y llano de los problemas.
Es extraño escuchar a un mandatario que, lejos de auto-alabarse, ocupa su tiempo en describir sin mediatinta, la profundidad de los problemas.
El inicio fue la emergencia. La devastadora lluvia que arruinó a la mayoría de los productores santafesinos, a la infraestructura de caminos y rutas, y con ellos; a la economía provincial que en contexto recesivo, sufrirá perdidas en miles de millones.
Lifschitz arrancó hablando de eso, y además de explicar la situación de manera radiográfica, informó sobre un conjunto de medidas proactivas de su gestión que, si bien no alcanzan a revertir la situación, muestra al Estado en acción contracíclica, promoviendo subsidios, planes de financiamiento a tasa cero, y créditos, en una provincia que se quedó sin su herramienta financiera en los 90, con la bochornosa privatización del Banco de Santa Fe a manos de lavadores de dinero.
Aún así, no se prometieron, sino que se pusieron en marcha las acciones de reversión, y allí surgió el primer reclamo a la gestión nacional: “Hemos recibido la visita del Presidente y de la Vicepresidenta de la Nación, le hemos transmitido el diagnóstico. Pero no podemos esperar, es urgente que llegue la ayuda”, dice el mandatario traduciendo lo que es una dolorosa realidad: desde el gobierno central se han acercado algunas decenas de millones, pero no se definió ningún plan concreto para intentar paliar el daño: el ejemplo más claro es la ausencia de líneas crediticias a través del Banco Nación, que lejos de atender rápidamente a los productores, han sembrado mayor pesadumbre.
“El presente es lo urgente” dice el gobernador, instalando una frase que no había sido utilizada hasta hoy, y que seguramente servirá para definir en el futuro situaciones similares.
Lifschitz dice claramente que no cree en las fórmulas del derroche, ni que la riqueza aparecerá sola: el estado tiene que intervenir para que los productores produzcan, para que los comerciantes vendan, para que los trabajadores trabajen. Y es enérgico: “No hay desarrollo sin trabajadores”, y defiende con fiereza al empleo, ejemplificando que proveerá ayuda a más de 200 empresas afectadas por el tarifazo eléctrico nacional y sentencia: “en Santa Fe no permitiremos un solo despido como consecuencia del aumento de la energía” y agrega: “ ya se lo pedimos a Nación, y aún no recibimos respuesta, pero si no la hubiera, lo haremos igual”, al tiempo que reclama Federalismo más allá de los recursos que por ley o sentencia le correspondan a la provincia: habla de acciones conjuntas con la Región Centro, o con las Provincias de Chaco y Santiago del Estero, e insiste con otro ejemplo : “ aún no sabemos si el norte provincial estará o no incluido en el Plan Belgrano, pero si no estuviera, igual estará en el Plan del Norte, un ambicioso proyecto de obras para la zona más postergada de la bota, que ya se lanzó y para el que reclamó una ley
Pero además de la Emergencia, Lifschitz abordó todos los temas que angustian al ciudadano. No esquivó a ninguno por incómodo que resulten: en el discurso, pasó el Narcotráfico, al que asume como problema, para el que demanda velocidad en la puesta en marcha de planes conjuntos con la nación, pero para el que también dice: “No nos quedamos en pedir”, sino que adelanta acciones dentro de la Policía a los efectos de modificar su accionar, su formación y sobre todo, su equipamiento. Antes había anunciado modificaciones en el Código Procesal Penal que procuran mayor rigidez en los regímenes de libertad condicional y la aplicación de los juicios abreviados.
Y les pide, sin apuro, a los legisladores que se pongan a pensar en una nueva Constitución.
No echa culpas. Simplemente dice: nos pasa esto, es gravísimo, tenemos que resolverlo, y se anima a decir que se sentirá derrotado si al final de su mandato, con acciones pluridiscilinarias como el Plan Abre, gestado en la administración de Antonio Bonfatti, o con modificaciones en las normativas, o con el fortalecimiento y recuperación del prestigio de la Policia.
Y a eso lo pone en manos de la educación también, y tira un dato impactante: Más del 30 por ciento del presupuesto de la provincia está dedicado a Educación. Pero no dice que paga los mejores sueldos, sino que reclama mayor formación a los docentes, proveyéndoles maestrías con las Universidades públicas del lugar y con otras extranjeras. Y recuerda que quiere a todas las escuelas en perfectas condiciones y que “desde que comenzamos la gestión ya comprometimos 530 millones en infraestructura para escuelas”, y que quiere que todos los chicos de la provincia tienen que terminar la secundaria, y anuncia la vigencia del Plan “Volver a estudiar”, y adelanta que si es necesario buscarán “casa por casa a los chicos que la abandonan” para que la terminen.
Y redobla la apuesta en Salud, y ya no le alcanza con prometer que se van a terminar los 4 Hospitales públicos en marcha, sino que habla de la necesidad de modernizar el sistema, y le reclama a la legislatura una nueva ley de salud, Y una ley de Aguas, y explica que la nueva ley de Energía permitirá poner en marcha políticas concretas de generación de energías alternativas, y vuelve a las rutas, y habla de licitaciones de más de 2000 millones de pesos que ya se pusieron en marcha y que estaban contempladas antes de la Emergencia, y termina hablando de Género, de Cultura, y de Derechos Humanos. En el medio había reclamado una ley de Derecho a la Información Pública, que Hermes Binner ya había puesto en vigencia como decreto.
EL discurso de Lifschitz dura una hora y media, y puede considerarse una perfecta explicación de que efectivamente, en un subestado nacional argentino, hay un proyecto en marcha que no tiene nada que ver con la idea mágica del neoliberalismo, ni con su modorra; ni se sustenta en proyecciones épicas antes que en los hechos, como el Populismo.
Hace ocho años y cinco meses que gobierna el Frente progresista en Santa Fe, y lejos de haberse desviado en sus objetivos, y a pesar de haber transitado el peor de los escenarios con “modelos” que lo bombardearon por “izquierda” y por “derecha”, sigue vigente. Cumpliendo un plan estratégico, e impulsando transformaciones – con todas las dificultades que le quepan, y todos los errores, claro- que no se contemplan desde otro lugar que no sea el del estado protagonista, generando condiciones para la actividad privada, y soñando el futuro con un sólido compromiso con la institucionalidad.
El discurso del Gobernador Lifschitz se da en un contexto de cierto vacío. En medio de cierta confusión respecto a las salidas que necesita Argentina, mientras el gobierno y el ex gobierno pelean por ver cuál de los dos se lleva la figura penal más
severa.
En medio de esta crisis, hay una provincia que, aún devastada, con niveles de violencia muy graves, y con las mismas desigualdades que tiene cualquier rincón del país, promueve una salida diferente.
Es la auténtica centroizquierda. Es la verdadera opción que cabe entre el neoliberalismo del ajuste Premium, y el populismo que promueve felicidades temporarias, a cambio de dejar un país sin recursos ni condiciones de funcionamiento.
En Santa Fe hay un proyecto, y Miguel Lifschitz se encargó de recordarlo