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Hace algunos años, el respetabilisimo escritor y periodista Martín Caparrós , incorporó a nuestro lenguaje político vernáculo un término: el Honestismo. . Lo hizo en su Blog Pamplinas, en el Diario español El Pais.

Aquella nota puso en jaque a muchos. Pero especialmente a los denunciadores seriales.

Caparrós no dejó dudas respecto a su definición: “Honestismo, sust. mas. sing., argentinismo: la convicción de que –casi– todos los males de la Argentina actual son producto de la corrupción en general y de la corrupción de los políticos en particular”.

Entonces era un aporte a la discusión general: Era cierto, el gobierno era un gobierno corrupto, pero era exagerado pensar que esa condición era la madre de todos los males. Argentina tenía ( y por cierto sigue teniendo y seguirá teniendo) problemas estructurales que no son la consecuencia directa de la corrupción, sino de los modelos económicos planteados , que no los solucionaron: la desigualdad en los ingresos, los millones de pobres que si comen lo hacen al límite, los marginales que no tienen horizonte y terminan siendo mano de obra del narcotráfico sin otra opción. La educación degradada, la justicia anquilosada y un modelo de país que jamás supo ser un objetivo básico común de la mayoría de los argentinos.

A eso hay que agregarle un factor no menor: una burguesía nacional incapaz de resignar ganancias a los efectos de generar un crecimiento real y una sociedad menos desigual. La Burguesía nacional es angurrienta y egoísta. Y sólo pide para ella, casi nunca piensa en los demás.

Por todo eso, Caparros planteó que la corrupción no era la madre de nuestros males, y es cierto. En todo caso la corrupción es la coronación perfecta de nuestros males, y los agudiza y los profundiza al punto de establecer en buena parte de la sociedad una sensación devastadora: todos son iguales, la política es una mierda sin distinción, y los que gobiernan chorean por naturaleza.

Aquel gran texto de Caparros cayó en las manos de los pensadores Kirchneristas que, inmediatamente, utilizaron aquella expresión como justificadora del choreo.

Lejos estaba el autor de decir eso: pero rápidamente, los reclamos y las denuncias que se hacian contra la gestión de la Presidenta CFK, eran reprochadas con una consigna unánima: » no caigas en el honestismo liberal», una elegante manera de decir: «si chorean no es grave, lo importante es el modelo de inclusión. Eso es lo que realmente molesta a los poderosos»

Los poderosos eran un selectivo recorte del verdadero poder argentinos. En la vereda de enfrente estaban Clarín, el Campo, la Iglesia pre Francisco y el periodismo que no confluyera con las ideas del modelo. En la vereda amiga, se protegía, como si no lo fueran, a las Telefónicas, a la Barrick, a los Grupos agroexportadores «amigos» y a un montón de gobenadores feudales que siguieron haciendo lo que hicieron durante años en otras etapas: someter a la peor pobreza a su población. Formosa, Snatiago del Estero, Tucumán o Chaco fueron los ejemplos má claros. La ley de Blanqueo sin límites via CEDINES, ofreció al Narcotráfico el mejor escenario de instalación y protección que ni siquiera era posible en la»Costa Pobre» del Negro Olmedo.

Pero el Honestismo les cayó como anillo al dedo. Sirvió, en especial a los periodistas progres que acompañaban al Kirchnerismo  ( y lo acompañan, de hecho hace horas Gabriela Cerutti habló del honestismo para relativizar el caso Lopez) contra la voluntad de Caparrós como argumento pragma-ideológico, para aliviar sus conciencias, y defender al «modelo». Que era mucho, pero mucho más importante que lo que se afanaban en su nombre.

Entonces, vale la pena salir en defensa de los honestistas. Es cierto que nuestro principal problema no es la corrupción. Pero si es cierto que la corrupción es una infección peligrosa en la política argentina. Y que ha servido, en los últimos 25 años al menos, con el Menemismo y el Kirchnerismo en particular, para lubricar las peores decisiones políticas que profundizaron los verdaderos problemas.

Nadie redistribuyó la riqueza. Los planes sociales , las jubilaciones universales y los planes de viviendas como el PRO.CRE.AR , han sido migajas de una inmensa torta que se fue, en gran parte, a los bolsillos de las organizaciones políticas que nos gobernaron.

No se hicieron autopistas, no reactivaron el ferrocarril, no modificaron en profundidad el sistema de salud nacional, no modernizaron la justicia, no impulsaron el desarrollo sustentable, no bajaron los niveles de violencia, no combatieron al narcotráfico, no transformaron la educación pública, dejaron mas o menos la misma cantidad de pobres, sin cloacas, sin agua potable y sin trabajo, tal como lo habian recibido.

Entonces, no hay que perdonar la corrupción, y hay que defender a los «honestistas». Porque en eso, se basa cualquier cambio cultural que nos permita transformar verdaderamente el pais.

Los honestos, que deberian ser la regla, tienen autoridad para reclamar y sus reclamos son lo suficientemente severos como para tomarlos como un asunto central en el pais.

Ojalá en un tiempo, diez o veinte años, los Argentinos volvamos a sentir que nuestros problemas son otros. Y que los corruptos, son una excepción.

Hoy no lo sienten así. Hoy sienten por la política, la sensación de nausea que cualquiera siente frente a lo vomitivo. ¿ por que? Porque efectivamente ven en la corrupción, las razones de lo que les falta.

Les falta educación, seguridad, justicia, y riqueza.

Todo eso no se hace sólo con honestidad. Pero definitivamente se hace con ella.

 

4 comentarios en «Elogio del honestismo»
  1. La honestidad es necesaria pero eso solo no garantiza nada. Como sabemos que en los paises mas avanzados no hay corrupcion tambien, y nadie se escandaliza..!? Ahora bien, no se puede decir que nada se hizo en estos años. Hubiese sido imposible seguir con la tendencia con la que terminamos el siglo si no hubiese habida una minima mejoria, al menos. Y el poder adquisitivo de las clases asalariadas es un ejemplo. Cuando un simple empleado u obrero podia cambiar el auto cada dos años o hacer un viaje al exterior todos los veranos..?
    Ahora bien, es cierto que tiene que haber opciones electorales progresistas votables para que no tengamos que caer en estas opciones. Por cierto que las hay con propuestas, no solo la blableta honestista, pero son casi desconocidos para el gran publico-

  2. Claro tan calaro que encandila … Todo no se hace con honestidad, pero sin ella estamos perdidos. Nos merecemos un pais donde el ejercicio de la verdad nos procure una realidad mas saludable. Necesitamos comprometernos con la palabra …

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