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El mundo «occidental» tomó el Referéndum Británico con levedad. Las experiencias anteriores habían sido soslayadas con comodidad, y los líderes políticos de la Comunidad Europea entendieron la gravedad del problema, apenas unos días antes de la realidad los sacudiera. Ganó el Brexit y, supuestamente, los británicos dejarán de ser miembros de la Europa Unida, recuperarán la potestad de sus fronteras, y no compartirán las normas de Bruselas. Sintéticamente: Gran Bretaña deja de ser geopolíticamente Europa. Y las reglas cambiarán. Para ellos, y para todos.

Los analistas no demoraron en explicar el fenómeno. Tampoco demoraron en aparecer los arrepentidos. Y la euforia se concentró, especialmente, en las nuevas fuerzas de «derecha ultraconservadora» europea. Allí están , entre otros, el ex alcalde de Londres Boris Johnson , los Le Pen en Francia, las fuerzas neonazis de Austria, y un montón de expresiones nacionalistas extremas, que merodean su naturaleza en el Nazismo en el Norte de Europa , pero especialmente en el racismo. Aquel que le dio origen al Tercer Reich y a la peor página de la humanidad, durante el siglo XX.

Esto es claramente un análisis parcial, porque evita poner en primer plano otro gran problema que empuja al resurgimiento de estas especies : el fracaso del modelo socialdemócrata. La insatisfacción de una sociedad acostumbrada al consumo y las comodidades, que vieron sacudir sus economías o las vieron en sus vecinos. La Europa Unida no terminó siendo mejor para muchos paises, que ahora tienen que devolver los beneficios que recibieron durante las ultimas tres décadas.

Pero aunque el fondo de la discusión sea ese, lo cierto es que los europeos occidentales, advierten en sus dificultades un enemigo racial: Las fronteras generaron invasiones de extranjeros «no europeos occidentales» ( no falta mucho para que alguien se anime a utilizar el término «Ario» para definirse a si mismo o a su grupo), y con ellos un supuesto crecimiento del desempleo, y de las seguridades del Estado de Bienestar.

En la otra orilla, el  más perfecto candidato Republicano de la historia, flamea las mismas banderas. Utiliza la palabra «Mexicano» como sinónimo de rata; advierte que no permitirá que su pais se convierta en «Argentina», y advierte sobre las necesidades de volver a erigir a los Estados Unidos y a las principales fuerzas de la vieja Europa, como pilares para el nuevo orden mundial.

Y su discurso, suma cada día más voluntades.

El terrorismo Islámico hizo y hace su aporte. Cada atentado suma razones para que el miedo al «Extranjero» se vuelva real.

Los homosexuales vuelven a tener miedo. Hay quienes salen a cazarlos en plena diversión, y hay dirigentes que lejos de repudiar la masacre, dicen: » no hay que violar los mandatos de Dios, eso siempre trae sus consecuencias»

Dios vuelve a ser la «razón » de muchas posiciones. Dios, la raza, los valores divinos, y el miedo la razón que los empuja a creer que la solución para los problemas es cerrar las fronteras, construir muros, separar al diferente.

Y separar es separarlo. Vaya uno a saber, advirtiendo las enseñanzas de la historia, que entenderán por hacerlo. Y a cuales extremos están dispuestos a llegar. Y peor: hasta que punto, las sociedades tolerarán esas acciones.

El miedo y la ignorancia son un cóctel que los lideres autoritarios, cualquiera sea su ideología o religión, usan a la perfección.

El mundo avanza hacia una era peligrosa. Mucho más peligrosa que la actual.

Y no existe ningún punto en común entre quienes dicen pelear por un mundo más justo y quienes quieren regresar al medioevo, a los progroms o las guerras santas

Las esperanzas sólo pueden depositarse en evitar que crezca este fenómeno racista que empieza a infectar a la humanidad.

Las esperanzas deben ofrecerlas los lideres políticos, con responsabilidad y una potente capacidad para recuperar a los ciudadanos que empujaron a las garras de los nuevos líderes de la muerte. Da igual a quienes. Un votante de Donald Trump, no se diferencia demasiado en sus convicciones, de un terrorista que ataca a balazos en un teatro frances.

Un Británico que quiere cerrar sus fronteras, no demorará mucho en coincidir con un Islamita que cree que su única misión en el mundo es acabar con el Estado de Israel.

El punto es que retrocedemos. Y que hay un porcentaje de la humanidad que cree, que sus problemas, sus angustias, se relacionan con la diferencia de razas. Que el diferente es el problema, y no demorarán mucho en asentir, cuando alguien- una vez más, como hace menos de un siglo- los convoque a eliminarlos.

Es el racismo, estúpido. El peor resultado del fracaso de las economías del mundo central.

A ver si llegan a tiempo. No les queda mucho margen

 

3 comentarios en «Es el racismo, estúpido»
  1. Para evitar la impostura, digo: gana Trump y se consolida la revolución conservadora del siglo XXI, si decide reactivar la economía por medio de la re-activación del complejo militar industrial, estamos ante una inminente tercera Gran Guerra. Humildemente, creo que deberíamos formular con mayor claridad nuestras ideas, bajando el nivel retórico y subiendo el de la idea fundamentada, justificada, instando a nuestros líderes a calibrar el poder de fuego de nuestras fuerzas armadas en el contexto del desvalido proyecto de UNASUR, con la Alianza Pacífica en marcha, esto, como verás, no resulta sencillo.
    Gran Bretaña, siempre fue Gran Bretaña, que se halla distanciado de Europa, es anecdótico, su alineamiento con EEUU es inmediato, duradero y peligroso.

    1. Es que aclaro que se trata de un análisis parcial, y limitado. No desconozco lo que planteas. Pero ratifico un convicción. Todo esto será posible, en mayor o menor medida, con una sociedad que aterrada, empieza a encontrar en el diferente, las razones de sus problemas. Eso es , solamente, lo que planteo

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