En estas horas acordamos una solución para el conflicto laboral que manteníamos con LT10. Ya no más pleito, ya no más deuda, ya no más nada.
Na te pido, na te debo.
Los años pasan, y me quedan muy pocos amigos allí adentro. La radio, esta radio, la actual, ya no tiene nada que ver conmigo; ni yo con ella. Ya no habita en mi la melancolía que pude tener, ni subsisten razones para sostener enojos o reproches.
Todo se terminó, y estas lineas pretenden corroborarlo
Lo que me queda decir es personal: intentaré de aquí en más, recordar a la radio sólo por los buenos momentos, por lo aprendido y por todo lo que me significó profesionalmente.
Nadie me quitará el orgullo de haberla protagonizado.
Nadie me quitará las carcajadas que llevo guardadas de las inolvidables tardes con mi primo «El Turco», el inolvidable «Boiman», y aquella compañera de década y pico, que se llama Indiana Villanueva.
Nada me borrará las satisfacciones, las amistades construidas a hierro con algunos y algunas colegas con los que nos seguimos viendo cada tanto, o con los que seguimos trabajando en otros lugares.
Nada me quitará las imágenes de aquel momento en el que nos volvimos adultos de golpe, cuando con Luciana Trinchieri y Hector Galiano, corriamos para quitar algún jirón del velo de impunidad que protegía a Monseñor Storni.
Ni la larga noche de las inundaciones del 2003, cuando la radio fue el único faro encendido en esa inmensa oscuridad.
Ni las transmisiones en Plaza de Mayo, desafiando con algo de ingenuidad, al peor modelo político que tuvo Santa Fe.
O haber visto crecer a tipos que hoy son nombres grandes del periodismo de Santa Fe, como Gisela Vallone, el Coqui Toum, Luciano Lazzarini o la inefable productora Ana Laura Costa.
Nadie me sacará los memorables dialogos con un tal Obdulio Paredes, después devenido en Cabo Colautti en una casa que alquilamos por ahi…
Nada me impedirá contar que fui colega de mesa de enormes tipos y periodistas: de un tal Roberto Maurer, de un icónico Jorge Conti, de los dos Bergesios.
Ni me borrarán las imágenes acumuladas durante más de dos décadas, en la que fuí de todo: productor, conductor, Gerente, empleado, o sólo un apasionado radioescucha, que un día de julio de 1986, fui a posar mi nariz contra el vidrio del viejo estudio de grabación, donde ahora funciona la X, (esa FM que entre otros, inventé yo) para mirar a Raviolo, Saavedra, los jóvenes Mazzi, o al mismo Flaco, que con el tiempo se volvió casi un tío para mi.
Fui muy feliz en esa radio, hasta que un día dejé de serlo.
Fuí, me consta, muy importante para ella en algunos años; para después dejar de serlo y convertirme en una molestia.
Mis nietos encontrarán en los discos rígidos que vamos acumulando, muchas imágenes felices de mi paso por allí.
La próxima vez que me toque, si me toca, hablarle a un micrófono con la luz roja encendida, recordaré que si por algo estoy allí, es por la gran escuela que fue LT10, y la UNL.
De mi parte, ni rencor, ni reproche. Tampoco arrepentimiento. Uno debe hacerse respetar, y creo que hice eso, después de una larga y caliente pelea llena de desencuentros. Que creo, supimos mantener con elegancia.
Y claro, como siempre, nunca está de más : Por favor, perdón y gracias.
Chau.