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Finalmente, como en las buenas películas, ganaron los “malos”. Eso es lo que ocurre casi siempre en la realidad, y cualquier otro final generalmente resulta poco creíble.

No es que Rajoy sea “malo” porque sea de derechas, y que las otras opciones hayan sido buenas, sólo porque representan un ideario más “progresista”. No. Definitivamente no, y mucho menos si las circunstancias que derivaron en este final, fueron precisamente la incapacidad de los sectores progresistas ( PSOE-Podemos) para ponerse de acuerdo en cuestiones elementales que pudieran haber derivado en una alternativa al PP.

La historia es harto conocida y será histórica: hubo una vez, en pleno siglo 21, un país de los denominados centrales de Europa, que se dio el lujo de estar 10 meses sin gobierno efectivo, y un Estado que funcionó casi automáticamente, porque sus dirigentes, todos, no se ponían de acuerdo.

Y llamaron a elecciones de nuevo, para otra vez no ponerse de acuerdo, y finalmente, antes de caer en la tentación de ir por tercera vez a las urnas, derivar en lo que algunos consideran inevitable: que las fuerzas de Centroizquierda, terminen volando a pedazos, para que un sector de ellas, se terminen arropando a la derecha, por el sólo afecto de saberse acreedores del mandatario, y con eso, conseguir algunos favores. Que generalmente son cargos, o en otros casos, mejoras para sus pequeñas aldeas.

España terminó haciendo pedazos al PSOE, que nunca fue comprendido por la intransigencia de PODEMOS, que se negó en su momento a acordar con ellos, si en el acuerdo entraba una fuerza minoritaria de centroderecha lavada llamada Ciudadanos, o si Sánchez, el aspirante a la Presidencia, no se comprometía con los reclamos autonómicos de vascos y catalanes.

Y Rajoy, que sólo se limitó a esperar que los demás se quiebren, terminó alzándose con un nuevo periodo, dándose el lujo de decir en su discurso que no pensaba cambiar nada de su libreto, que en resumidas cuentas había sido rechazado por más del 65% del electorado.

¿Había alternativas? Varias, y atractivas, si lo que se busca es un cambio de paradigma en la gestión: Que no se trata sólo de despojar a la derecha porque si del gobierno, sino de efectivamente gestar políticas desde el Estado que intervengan para equilibrar las oportunidades.

Siguen existiendo las ideologías, y mucho más a la hora de tomar decisiones de gobierno: La derecha, por naturaleza, cree en el orden como factor elemental, y además, cree que mágicamente la economía derrama. O sea, creen, incluso con buena fe, que cuanto más ricos sean los ricos, dejarán caer las sobras a los sectores medios y bajos, que abrevaran de ahí, para poder sobrevivir.

Pero casi siempre, sino siempre, omiten gravar la renta financiera, generan facilidades para la evasión de los grandes, y esencialmente, dejan intactas las pirámides regresivas de impuestos, poniendo en las espaldas de los trabajadores y sus consumos, los mayores factores de recaudación.

Y le quitan importancia a los verdaderos aspectos que igualan a la sociedad: conciben a la educación y a la salud pública como un gasto, creen en la meritocracia en una sociedad que es profundamente desigual, y son conservadores en lo político: en sus líneas de pensamiento, con excepciones escasas, siguen pensando en el orden natural que alguna vez consagró sin contemplaciones Carlos Menem: “pobres habrá siempre”

Frente a esto, sólo se oponen los populismos que fracasaron en su intento, porque no conciben otra forma de gobernar que no sea absolutista, amparándose en liturgias anacrónicas que saben detectar cuales son los problemas, pero que por sus modos, hacen naufragar a las instituciones.

Lo otro no existe, y tendrá que existir si las sociedades se pretenden pacificas, igualitarias y democráticas: la de una socialdemocracia que vuelva a encender la llama del Estado de Bienestar y que entienda que las contradicciones se distinguen aún entre fundamentales y secundarias. Y que estas últimas deben tolerarse para poder combinar las fuerzas.

Lo de España es un buen espejo : mientras los sectores que tengan la responsabilidad de generar alternativas sigan dividiéndose, abrazándose a las diferencias menores como si en ellas se fueran las vidas de sus instituciones, no habrá chances.

Mientras eso siga ocurriendo, habrá Rajoy esperando que eso explote. Como ocurrió en España esta semana, después de 10 meses de peleas y debates repletos de vanidades, egoísmos e irresponsabilidades.

La política, tiene sentido si de verdad se quiere acceder al gobierno del Estado, y sobre todo si se sabe que hacer una vez que se accede. No alcanza con la corrección política, ni con consignas románticas. También hace falta pragmatismo, sin que en él se hundan las ideas centrales.

En España, ni el PSOE ni Podemos supieron entenderlo. En Argentina, claramente, tampoco.

Un comentario en «El espejo español»
  1. Excelente nota Coni, Rajoy hizo el caminito «de las vacas», el que generalmente usan las derechas, de la intransigencia y «rebeldía» de Pablo Iglesias más no se puede abundar pero lo que preocupa es la falta de debate interno en una fuerza como el SOE que, por intrigas internas, sigue abriendo la puerta para repetir un gobierno de derechas corrupto y sin ideas.

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