el-collagero-11-07-2016-13_24_09

Y se abrirá todo el cielo, No será un día normal
Después de todo, todo llega,Siempre de algún modo
Las profecías se dan.
Apocalipsis de abajo, Un maremoto de amor
Fiesta en la calle, Un orgasmo que nunca se acabe
Día de resurrección.
DLG ( Dia de los Grones) Fito Paez 1986

Nadie reniega de que se lo digan. De hecho, cuando uno se pone a charlar con «ellos», lo primero que sale de su boca es: «nosotros, los negros, no teníamos lugar». Algunos usan el «morocho», como sinónimo educado.

«Estuvimos años marginados» ¿ quienes? «Nosotros, los grones»

La Primera Fiesta Nacional de la Cumbia se pareció mucho a eso: a una fiesta de los Negros. De los negritos, de los «pata sucias», como me dijo una señora en la tribuna de «viejos», de los barrios que siempre están abandonados.

Lo dicen ellos, los líderes de los grupos. Lo dicen sabiendo que la respuesta serán los brazos levantados: » a ver mis negritos» dice  Mario Pereyra, lo repite el Pastor de Los Santos, lo dice Coty, lo dice el «Negro» Torres, lo dicen los Palmeras. Lo dicen sus cueros curtidos por el sol, lo dicen sus letras que hablan del destino  agrio de la mayoría de ellos. Los que alguna vez fueron descamisados para la historia, los orilleros, los que se inundan cuando crece el río, los obreros que se fueron instalando en los costados de las ciudades. Los dicen con dolor los Pipi, los Carlitos, los Sagrera, los nuevos difusores que dicen y siguen diciendo, que ellos comunican para los negros, que se sintieron marginados, que venian peleando por este reconocimiento, que dicen, por fin llegó.

Lo dicen ellos, cuando cantan, bailan y dan vueltas con una habilidad propia de profesionales a sus parejas mientras cantan cada letra de memoria. Lo dicen con el sudor.

La  Primera Fiesta Nacional de la Cumbia, durante las tres noches fue, cómo bien dijo la Chiqui Gonzalez en sus palabras de reconocimiento a Villa Dora » la entrega del Documento de Identidad a los santafesinos»

Hace muchos años que los blancos asumimos como propio al Porrón, nos jactamos de los alfajores, solemos fanfarronear con el Pescado y aún sin conocerlo en muchos casos, decimos que tenemos al Quincho de Chiquito, de Monzón, de Unión y de Colón, aunque nunca salgan campeones .Pero durante años, un gran sector social, despreció (despreciamos) a la cumbia. Los miramos por arriba de los hombros, nos negamos a reconocerla como la verdadera expresión cultural de esta ciudad.

Si. Alquilamos el Jazz y nos reconocemos en el Trombonanza. Si, tenemos tradición teatral, tenemos historia en el arte. Si, en los 60 fuimos una especie de Atenas Argentina. Si, todo lo que querramos o nos convenga imaginar si se trata de adaptar la identidad caprichosamente a nuestros gustos. Pero la verdadera identidad cultural la comanda la Cumbia santafesina. Y en estas tres noches quedó claro.

Quienes no somos del «palo», quienes por años nos reimos de esta música «marginal», y nos cuidamos de decir con sorna discriminatoria que no nos gustaba porque era «música de negros», quienes nos fuimos sumando como extranjeros cuando nos explotó «La Suavecita» en los casamientos o en los cumpleaños, o cuando nos aprendimos de memoria «El Bombó asesino» porque explotó en todo el pais y en toda América, nosotros, en estas tres noches nos llevamos una sensación de pertenencia, definitiva.

Es la cumbia y punto. Así como los cordobeses flamean al Cuartetazo como sonido original sin discriminar sectores sociales, así como el porteño se abraza al tango y ya se olvidó del origen, y ya nadie discute a Piazzolla; así , así Santa Fe reconoció por primera vez, después de décadas de ninguneo , que nuestra música es esta: la Cumbia.

Larga vida a la Cumbia, porque en ella suena Santa Fe.

 

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