La decisión del peronismo en plenitud-Massistas, Kirchneristas, y demás vertientes de distinta indentificación- pone en evidencia dos cosas: La primera es que la matriz sigue intacta. Cuando huelen sangre, todos los peronistas, incluso entre los que se dijeron y se hicieron cosas irreparables para el común de la gente, se juntan y van por el banquete; y lo segundo es que en tales circunstancias, son capaces de argumentar cualquier cosa aun rompiendo lanzas con sus propias afirmaciones de apenas meses, semanas, días u horas atrás.
Encima en esta ocasión, chocan con la improvisación de quienes por torpeza, ignorancia o elección, también rompen con sus promesas electorales y salen a argumentar la debilidad de su posición afirmando que eso afecta sólo a una minoría ( el 3 % dijo el Presidente), que no es ni más ni menos que el grueso de la clase media que lo votó con esa única ilusión: que el Impuesto a las Ganancias deje de quitarles un tercio de sus ingresos.
El combate, en el que se ponen en evidencia intenciones de todo tipo, incluso aquellas que sólo persiguen la mera obstrucción de una gestión o la proposición de medidas que nacen impracticables, deja una lamentable sensación: el grueso de nuestros dirigentes nacionales, oficialistas u opositores, no terminan de entender lo que ocurre en la calle. Y sólo los alborota el próximo proceso electoral y todo aquello que confluya en esa dirección,y olvidan ponerse de acuerdo para lo elemental que es mejorarle la vida a la gente, garantizar la viabilidad del financiamiento del Estado, y lo que es aún peor: generar lo que esencialmente necesita el grueso de la sociedad argentina: un manto de calma.
¿ Tanto esfuerzo genera aislar las malas intenciones, pensar en la gente y además, permitir que las gestiones gobiernen hasta cuando cumplan sus mandatos? Algunos parecen no estar en condiciones de soportarlo.
¿ Era imposible debatir, aunque demande horas, un proyecto mejor que el oficialista y a la vez, menos irresponsable que el propuesto por Massa/Kiccilof y compañias varias?
Por el contrario, juegan y agitan los fantasmas de los estallidos en el nombre de aquel que hasta hace un año fue ignorado por ellos mismos, y otros, contribuyen a la violencia verbal , imputando cualquier posición política legítima a la trama de una conspiración.
Para pasarlo a billetes: es absurdo verlo a Kicillof reclamar por una baja al Impuesto a las Ganancias a los trabajadores cuando estuvo en sus manos hacerlo y no lo hizo. Pero se desgarra las vestiduras como si hubiera caído de un paracaídas y se desayunara en las reglas de las economía hace media hora. Y es desfachatado Massa, proponiendo lo que él sabe que es imposible de aplicar, pero en ejercicio de una demagogia que lo devuelve rápidamente a su origen Kirchnerista, cuando supo ser entre otras cosas Jefe de Gabinete, busca debilitar al oficialismo a cómo de lugar. ¿ o hay alguien que cree de verdad, que a Kicillof, a Massa o a cualquiera de los que gobernaron en país en los doce años anteriores a Macri, le importa de verdad la suerte de los trabajadores afectados por un impuesto que ellos mismos agravaron sobre el salario?
Pero también es absurdo escucharlo al oficialismo relativizar la reforma, aligerarla, cuando esa fue una de las principales banderas electorales y todas, todas, las medidas que fue tomando resultaron contrarias a los intereses de los trabajadores: no modificó las escalas y cada vez que aumentó el piso imponible, más trabajadores pasaron a pagar lo que no pagaban, y los que ya lo venían pagando, pagan aún más. No se tuvo la misma actitud con los sectores de la exportación, ni agrícola ni minera; ni se tocó un sólo interés importante para equilibrar lo que modificar Ganancias supondrá. «Vamos a eliminar el Impuesto al trabajo, de cuajo» eso dijo Macri en campaña, y hoy, faltando al contrato electoral, lo pone en el lugar de las «cosas de las minorías»
Entre la hipocresía del Kirchnerismo, el oportunismo Massista, y la flemática propuesta de de Cambiemos, la escena es de una decadencia preocupante. Esa decadencia que viene despertando brotes anti política en buena parte del mundo. En estas ocasiones, frente a este tipo de desfasaje, entre lo que se dice y lo que se hace o viceversa, es cuando se perfora el piso de tolerancia del ciudadano con el sistema democrático, con los partidos tradicionales y con el elegido en la última oportunidad.
La oposición se equivoca si lo diagnostican con las viejas lecturas de la política del Siglo XX: no se salvarán ellos dañando a los demás. La gente se cansa de todos, no de los gobiernos solamente y las alternativas serán por afuera del sistema.Así nació el monstruo Trump. Así creció la extrema derecha en Europa. Y así, por ejemplo, los santafesinos casi terminamos gobernados por un humorista sin ninguna formación política, y a juzgar por lo actuado hasta ahora por la gestión de Cambiemos, sin ningún «equipo deslumbrante» como prometía.
Se equivoca el gobierno si cree que las cosas sucederán solas, con el paso del tiempo, profundizando el estado de cosas.
Todos son responsables frente al ciudadano.TODOS, sin excepción. Para eso los pone la Constitución en ese lugar, para eso los eligen.
Argentina necesita desgravar al trabajador, si. Pero también necesita responsabilidad, criterio, sinceridad y coherencia.
Nada de eso estuvo presente anoche en la sesión de Diputados, nada.
Aquello se pareció al Parlamento de Costa Pobre, al bananerismo más profundo, parecían estar fundando Hipocrilandia.