Nunca fui un amante del Rock And Roll. No es el género que elegiría si me pidieran que me quedara con uno sólo. De hecho debería pensarlo mucho, si eso ocurriera. Y si ocurriera sería una tragedia. En general elegir es un ejercicio enojoso.Elegir es descartar, y siempre tendremos algo de nostalgia y arrepentimiento por aquello que dejamos ir al momento de tomar una decisión.
Sin embargo, y en el afán de tomar posiciones- una cosa muy generalizada en ciertas personalidades que necesitan marcar la cancha en cualquier disciplina- es muy común escuchar cosas tales como : » A mi me gusta sólo el Rock and Roll», o frases fatales como «no soporto las canciones» o «me aburre el Jazz», o «El tango y el Folklore son antigüedades sonoras» y aún peores cosas, racistas y xenófobas, cómo «la cumbia y el Chamamé, es música de negros».
Hace muchos años que elijo la música por el hilo invisible de la conmoción. Hubo años en los que soporté con estoicismo el consumo de largas y tediosas melodías inglesas que me aburrian mucho, mientras reprimía cierta devoción por la «música ligera»
Los nuevos dispositivos musicales nos facilitan el acceso a toda la música, y en cada momento que disponemos para ella, tenemos la fugaz tragedia de elegir qué vamos a escuchar. Y en ese océano infinito de posibilidades, descubrimos que los años nos alejaron de algunas cosas que nos gustaban mucho; que nos acercamos a otras que no nos resultaban tan agradables y que además de algunas novedades excepcionales, existe mucha música que podemos escuchar liberados de prejuicios y de los juicios de los «notables» que siempre dicen que si y que no. Que está bien y que no. En fin, cómo si alguien pudiera obligarnos a que nos guste lo que no nos gusta, porque a ellos les gusta. Hay una ontología instalada sobre lo que está fuera de cualquier regla de valoración. La música vibra en lugares invisibles de nuestro cuerpo. Nadie puede decidir cual es la cuerda que vibra cuando escuchamos esa canción, y no la otra.
Me pasé una semana escuchando a un español. Fundador de la mítica banda «Radio Futura», llamado Santiago Auserón. El tipo posa sus delicadas garras filosóficas sobre casi todos los géneros: desde el pop más liviano, pasando por la vieja guardia cubana , traduciendo a , incluso compartiendo un disco con él, Leonard Cohen, y descubriendo a Compay Segundo antes que Ry Cooder. De él escuché un blues llamado «Obstinado en mi error», eso me llevó a Pappo, y me pasé un dia entero repasando Pappo, y el Carpo me derivó a BB king, y el Rey me mandó a recuperar a los Vaughan Brothers, y ellos a esos delirantes de Los Blues Brothers, y amanecí repasando a Clapton, a la Vargas Blues Band, y en un compilado de esos que te arma Apple, terminé durmiendo con el arrorró de una selección de nuevos y desconocidos bluseros que ya iré identificando. Nada de elegir, quiero a todos. hay lugar para todos.
Con todos los géneros ocurre una cosa parecida. Una ventana va abriendo menus interminables de relaciones y familiaridades. Hace un tiempo me obsesioné por Michael Jackson. Me pasé semanas escuchando sus canciones. Y aparecí en lugares asombrosos. Su productor, Quincy Jones, es en sí mismo un hilo conductor a una diversidad interminable: por él Jackson, claro, pero antes Thelonious Monk, Charlie Parker, Billie Holiday, Gene Krupa, Miles Davis, Sinatra, Count Basie y su intimo amigo Ray Charles. ¿ le hace falta algo más? Si. Hubo una puerta a la canción melódica que pocos le reconocen, pero que nadie se atreve a dejar de abrazar cuando suena: Barry White. ¿ o es que existe el insensible que no cae vencido frente a «Just The Way You Are»? No me jodan.
¿Y que hay de Amy Winehouse? ¿ Y en que lugar ponemos a los cantautores ideológicos y románticos de habla hispana? ¿ Cómo hago para descartar a Charly, a Fito, a Calamaro, a Cerati, a Los Piojos, Divididos, a Los Redondos, a Manal? ¿ Cómo hago para que Spinetta encaje exclusivamente en un género? ¿ con que me quedo de todos los Spinettas que nos dió?
Puff… y Sabina, Aute, Serrat, Drexler, Alejandro Sanz, un músico mucho más respetable de lo que es, por donde muchos entraron a Paco de Lucia, o yo mismo a ese gnomo inclasificable de Jamie Cullum, que es capaz de embellecer- a la de por si bella- cancion de Justin Bieber «What Do You Mean?» o renacer a las más incunables melodias de los 50 en versiones insuperables.
¿ Que hacemos con Beatles, los Stones, Bowie, Clash, U2, The Who, Yes, Zeppelin, Genesis- con o sin Gabriel-; Floyd, antes y después de Waters? ¿ y con Dylan? ¿ Con Prince? ¿ y con la canciones de Tom Waits? ¿ Y con la guitarra de Hendrix? ¿ Y con los gritos desgarradores de Janis Joplin? ¿ Y con Piazzolla? ¿ Y con Atahualpa? ¿ y con la Murga Uruguaya? ¿ y que hacemos con la afro fantasia de Youssou N’Dour? ¿ y con Marley? ¿donde ponemos a Queen? ¿ y a Jame s Brown? ¿ Y The Police? ¿ y que lugar ocupa y ocuparán Oasis, Nirvana,Coldplay, Perl Jam o Radiohead?
No me alcanza la memoria sensitiva, ni tengo paciencia para incorporar decenas y decenas de omisiones. La música es una enhebración permanente de géneros. Que puede, sin lugar a dudas, unir a Mozart con Los Palmeras, si hay quien consigue hacerlo con talento y respeto. No hay ningún motivo para que no convivan todas en la misma mesa. Ella se encarga de asociarse, se trata de seguir las invitaciones que te va haciendo.
No hay gurús que puedan decirnos que tenemos que escuchar, pero existen,si, amigos que nos sugieren y nos enseñan a quienes podemos escuchar.
¿ Tengo que elegir música? No. Sólo cuando decidimos qué escuchar en determinado momentos, porque en esos momentos necesitamos escuchar eso. Lo demás no se descarta. Se aparta por un rato, pero sigue ahí. Y no me vengan que con el cuento de lo que «hay que escuchar», que mis tripas se encargan de elegir con que quieren vibrar esta noche.
Ahora voy a poner un Blues. Que sobre eso empezó este asunto. Hoy quiero escuchar un puto Blues que me parta el corazón. ¿ te parece este?