Hace algunos días se conocieron fotos de dos penados en la cárcel de Coronda, disfrutando del beneficio de una pileta de plástico en el patio del pabellón donde cumplen sus condenas. En otras fotos, se lo ve a uno fumando un habano con una sonrisa placentera frente a la cámara, y a otro, preparando una “polleada”
Inmediatamente difundidas, las imágenes despertaron un fuerte rechazo y un sinnúmero de razonamientos periodísticos vinculados a los injustos privilegios que gozan algunos detenidos- en este caso condenados- en prisión; y también, con comprensible dolor y enojo, las expresiones de los familiares de las víctimas de los criminales, que lejos de verlos cumplir sus condenas con angustia, comprueban que los asesinos de sus hijos, por ejemplo, viven “con lujos” su estadía en el penal.
Es razonable el rechazo que generan las imágenes, mucho más si en ellas se encuentran los responsables del dolor infinito e interminable de quienes perdieron a sus familiares.
No obstante eso, conviene informar que nada de lo que se vio en las fotos es ilegal. Y que piletas como las que se exhiben en esa foto, también existen en otros penales. En Coronda mismo, el Servicio Penitenciario cuenta con otras cuatro, en la Unidad Penitenciaria 16 de Rosario cuentan con otra, en la Unidad 6 (también de Rosario) tienen nueve piletones similares , en Piñeiro otra y que en el IRAR hay una pileta olímpica, instalada por la gestión de Ministerio de Justicia.
Los piletones sirven para que los hijos de los detenidos puedan refrescarse en los días de visita y también, para que los propios detenidos lo hagan durante las agobiantes jornadas del calor santafesino.
Tampoco tienen prohibido fumar, y mucho menos cocinar.
Puede caer mal, claro. Pero se trata de acciones que bajo ningún punto de vista rompen con la función que tiene el aislamiento del recluido. Ni viola sus derechos- que los tienen- ni quita rigor a sus penas.
Es curioso: en las imágenes aparece el ex jefe de la Barra Brava de Colón, Juan «Quique» Leiva, que purga su condena de 24 años de prisión tras haber reincidido y asesinado a Walter González Montaner en 2013.
Lo mismo ocurre en Rosario con el Jefe de la Barra Brava de Newells Old Boys y presunto narcotraficante, Ariel “Tubi” Segovia, que espera su juicio y eventual condena en prisión, tras haber sido detenido en octubre del año pasado.
¿ Es normal que en Argentina haya Barras Bravas detenidos y condenados en prisión? No. Los “usos y costumbres” de las relaciones del poder político y las barras, han generado en los últimos 30 años, un manto de absoluta impunidad para ellos. Aún cuando se los ha visto cometer delitos en vivo y en directo. Para la mayoría de ellos piscinas verdaderas y en libertad.
La prisión no es un estado de venganza del Estado sobre un criminal. Es el intento, en esas condiciones raramente posible, de que purgando su pena consiga rehabilitarse para un futuro sociable.
No existe en prisión el castigo físico, ni se les atan bolas de hierro en las canillas, ni se les tortura, ni se los somete al hambre o al aislamiento. Las condiciones de detención son de por si, condiciones de una alta inhumanidad. Y es habitual, porque nadie debe negarlo, que en la convivencia dentro de ella, y en procura de sostenerla pacíficamente, se realicen pactos entre sus habitantes- sin distinción de uniformes y camisetas- que beneficien a algunos con «mejores calidades de detención». Así, es posible que se vean piletones, habanos, pero también teléfonos celulares, televisores o incluso mejores colchones.
¿ Que estamos descubriendo entonces? ¿ Cual es el hallazgo que, exceptuando a los familiares y su dolor, impacta tanto en la moral de quienes se manifiestan humillados con esas imágenes?
Es comprensible el dolor de los familiares, y también el oprobio que generan algunas imágenes en una sociedad harta de la violencia y también, de la impunidad.
Pero no hay que olvidarse de los derechos, aunque resulten molestos; y también del contexto: las fotos fueron sacadas en prisión. Donde los fotografiados deben estar. De donde no pueden salir.
A veces, utilizamos términos para determinadas situaciones, que deberían aplicarse a otras realmente peores. Por ejemplo: Obsceno sería verlos libres, impunes. No en prisión comiendo una polleada. Privilegio sería verlos salir sin cumplir con la condena, no encerrados en un patio de 4 x 3 con una pileta de plástico.
Obsceno es ver a los Barras Bravas del resto del país, liderando en las tribunas a la horda violenta.
No fumando un habano en el Pabellón de una cárcel.
Es verdad. Las fotos de Coronda pueden ser dolorosas
Pero ellos están presos. Y a eso nunca hay que dejar de mirarlo. Sobre todo en un país, que encontró en la impunidad, un estado casi natural de las cosas.