No es novedad que la ligereza se ha colado en todos los temas que nos cruzan a los argentinos. Y menos novedoso aún, que la gran mayoría de las acciones y decisiones que se van tomando, están relacionadas a indicaciones de manual de marketing político y meras herramientas de impacto en la comunicación, muy lejos de cualquier pretensión de cambio real.
La soporífera «grieta» entre Macristas y Kirchneristas, nos somete a un ejercicio inútil de elección entre dos males, que no sólo no alcanzan a ofrecer soluciones reales a los verdaderos problemas de la tan mentada «gente», sino que multiplican el rechazo a la clase política en general.
No importa el tema del que hablemos. Allí siempre habrá dos filas en las que sus participantes desgastan toda la energía en poner el foco sobre lo mal que lo hace el otro, y además, en remarcar lo peligroso que significaría para todos que unos u otros, terminen ganando una elección que por si misma no significa nada, ni significará en términos de cambios reales.
Las elecciones darán simbólicos datos, proyectarán posibles escenarios para 2019, ofrecerá una mínima diferencia de correlaciones de fuerza en las Cámaras legislativas y… una noche de euforia multimediática para el que gane Buenos Aires, CABA y en mucha menos medida, Córdoba y Santa Fe. Lo demás, pasará de largo y el lunes 23, será una anécdota.
El 23, los índices de inflación serán los mismos, Santiago Maldonado seguirá desaparecido, los chicos se seguirán matando en los barrios por el territorio del narcomenudeo, los insumos seguirán aumentando, los sueldos y las jubilaciones seguirán perdiendo poder adquisitivo, los productores inundados seguirán sin recibir la ayuda de nación, la nación seguirá incumpliendo las órdenes de la Corte Suprema, el Kirchnerismo seguirá alardeando una conspiración planetaria del imperio contra CFK, y Macri, seguirá diciendo que lo mejor está por venir, mientras Dujovne aplica nuevas medidas económicas ( que ya vienen anunciando) que seguirán perjudicando a los sectores medios, debilitando a los pequeños y medianos empresarios, favoreciendo a los grupos económicos más fuertes, y claro: todo volverá a ser una cuenta regresiva para ver como desembocamos en octubre de 2019.
En la provincia de Santa Fe, mientras tanto, se perciben acciones contracorriente. Y encima el gobierno provincial, sale a dar las discusiones que debemos darnos si de verdad, estamos buscando soluciones a los problemas.
La distribución de los recursos, las políticas de empleo, la reactivación de la industria, la asistencia a los productores, la inversión en salud pública inaugurando hospitales modernos, el cumplimiento del ciclo lectivo para las escuelas públicas, la formulación de programas de energías alternativas, la persecución a la corrupción policial, la extensión de políticas de desarrollo social que impacten en el hábitat, y en el hogar de los sectores menos favorecidos por la «suerte» de la injusta distribución, el reclamo por los fondos mal cobrados. Todo eso, frente a la levedad de la grieta, que se lleva puesto todo con su insoportable inutilidad.
Resulta alarmante que la sociedad se vea embretada entre dos opciones vacias que sólo se empeñan en diferenciarse del otro, mientras ambas de esa manera se validan como opciones, y que los temas importantes, los temas neurálgicos, los asuntos que de verdad le cambian la vida a las familias y a las personas, pasen casi desapercibidas para los medios nacionales y particularmente para los «dirigentes grietistas» entusiasmados por la suerte de los números de las encuestas y las bancas que proyectan obtener.
En la ciudad de Santa Fe, se despliegan y se desnudan vergonzosas operaciones empresariales-Políticas, que ofrecen beneficios para dirigentes políticos que montan negocios sobre servicios públicos o se descubre el despilfarro de cientos de millones al servicio del peor esquema de clientelismo y el apriete, los funcionarios se niegan a dar explicaciones y aún así… los ministros nacionales vienen a bendecirlos justificando todo bajo la remanida excusa de «es una operación de prensa», sin que se les caiga una mueca de vergüenza ante la inapelable realidad que muestran los expedientes, las firmas y los convenios que confiesan todo.
Sin asombros, entre los que dicen combatirse, se sientan a hacer negocios particulares puertas adentro. ¿ cómo pueden decir en público que el otro es el peor pasado? ( en ambos casos)
Es preocupante, y es cierto: una sociedad adormecida por si echan o no a un periodista impresentable en un canal de cable en Buenos Aires, una sociedad que niega sus verdaderos problemas y acepta con la misma levedad del discurso oficial que lo importante, lo único importante , es que «no gane el otro». Mientras por delante dejan pasar arbitrariedades y decisiones que los perjudicarán.
Es alarmante, y es preferible decirlo ahora, antes de que las puertas de las acciones post electorales, autoricen a continuar por el mismo camino que alguna vez seguimos y terminó en incendio.
Es leve, insoportablemente leve la discusión, comparada con las soluciones que se necesitan.
Ojalá que en unos meses, esta nota no merezca ser reivindicada. Prefiero equivocarme y ser replicado por la realidad. Lo otro, lo que probablemente ocurra, es doloroso, aunque nos quede el estúpido consuelo de decir «tenía razón»