Estimado amigo de la red, lector, eso:
He leído con sorpresa su enojo por una opinión vertida en mi propio blog, en mi propio muro de Facebook, es decir, mi opinión en mi propios límites. He leído su decepción, su congoja, su irritación en llagas con mi postura sobre un asunto público.
Su contrariedad me alertó sobre algún posible error en las lineas que fueron objeto de su estallido, y luego de leerlas y releerlas con celo científico, descubrí que no. Que en realidad su contrariedad era real, y a causa de una posición mía, también real.
Entiéndame que no puedo pedirle disculpas entonces. No puedo decirle, en el afán de consolar su despecho, que estoy equivocado, que no pienso lo que escribo o peor, que en realidad pienso muy distinto a lo que escribo , sólo para molestar a otros.
Vivimos días convulsionados, y con pesar debo admitirle que ya no asombran los enojos de su estilo. Usted se enoja porque yo critico al Macrismo porque pretende «armonizar» la Caja de Jubilaciones, y tras cartón, con una automaticidad que a veces abruma, se suma a los coros que entienden que cualquier crítica- por cierta y correcta que sea- al gobierno nacional, implica una sociedad ideológica/metodológica con el Kirchnerismo rancio. Y entonces, con la velocidad de un loop, uno pasa de ser un «respetado opinante» a un devoto del «Pata» Medina. Sin muchas escalas. O mejor dicho, sin escalas.
Fíjese que el asunto no es exclusivamente nuestro. Leyendo los diarios españoles, leo con con horror las reacciones de las partes del «Process», esa alocada idea independentista de un grupo de catalanes.
Vealo allí al pobre Serrat, acusado de «Franquista» por un grupo de Catalanes que no entienden al Nano en lo que ellos llaman con desprecio, la «equidistancia». Los «Españoles» le dicen tibio, los «Catalanes» llegaron a decirle…¡ Franquista!
Ponerse al medio, procurar que los brotes extremistas de unos u otros no lleguen a contaminar el río, nos pone en un lugar de incomodidad plena. Paradojas: la tibieza, la neutralidad o la independencia de pensamiento, siempre fueron lugares cálidos y de bajo riesgo. Pero hoy no. Hoy, una gran parte de la sociedad entiende, como lo entiende usted, que tenemos que estar acá o allá, y que sino estamos en ninguno de los dos lados, seremos enemigos igual. O peor, seremos funcionales a su enemigo.
¿ Cual es la diferencia que encuentra usted en su modo de razonar, respecto del modo de razonar que entonces tenía el Kirchnerismo, cuando defendía la gestión? No las encuentro, creame. Ustedes, repiten con naturalidad el mismo comienzo de aquellas defensas: «todo es una operación de prensa». O sea, empiezan por negar el crimen. Ellos negaron el asesinato de Nisman, ustedes niegan que a Maldonado se lo llevó Gendarmería. Y cuando aquellos que «debe probarse en la justicia» empieza a probarse, vuelven sobre la misma lógica: Ellos decían que Nisman andaba de putas, y ustedes que Maldonado era parte de una red terrorista mapuche.
Y los muertos son muertos. Y las decisiones políticas, pongamos como ejemplo la idea de «armonizar las jubilaciones», tienen un efecto sobre la vida de la gente. Entonces, porque era malo que CFK vetara el 82 % móvil, decisión que Macri fustigó con toda saña, y hoy está bien que bajemos las jubilaciones al nivel de las nacionales, bajo la excusa de que las provincias que pagan lo que dice la Constitución Nacional que deben pagar, están jugando a la «Cajita Feliz»
¿ Por que no le reclama usted al Macrismo con la misma furia que le reclamaba al Kirchnerismo, la ley de Blanqueo, el incumplimiento de las promesas de campaña con el Impuesto a las Ganancias? ¿ Por qué esta bien que Nicolas Caputo, viejo socio y amigo del presidente se quede con las licitaciones de las obras de extensión de la electricidad, y no piensa lo mismo de Lázaro Báez?
¿ Por que tienen piedad con estos y no con los otros o viceversa? Hay una única explicación: usted, como ellos, creen que es posible vivir sin el otro. Y aún peor, creen que la tarea es extinguir al otro. Anularlo.
Y eso, es imposible. Y aún más imposible será, mientras subsista esta rara avis que somos los de la angosta linea del medio. Esta especie de armada Brancaleone bienintencionada, que procura no perecer en medio de tanto delirio.
Lease usted, amigo. Lease con recatada paciencia e identifique un poco de racionalidad en su mensaje. Allí no lo encontrará. Si cambia algunas palabras por otras, se encontrará en el espejo del «enemigo». Son iguales, se parecen mucho. Se necesitan unos a otros para poder vivir. Y no es mi caso.
Quizás allí encuentre una respuesta a su enojo. No yo, sino usted. Lamentablemente, como los independentistas catalanes, estamos razonando sobre hervores. Nos puede el odio antes que la razón. Nos puede el desprecio, antes que la voluntad de concertar y construir.
Y no me venga con que construir es ayudar a este gobierno, porque podría ponerle una centena de ejemplos de gobiernos que dijeron lo mismo que el actual y que terminaron haciendo todo lo contrario.
No odie, amigo. No se enoje. No reaccione frente a la diferencia, que es allí donde deberíamos estar todos: en la distancia que nos permita ver las cosas vinculadas a lo público, desapegados de la pasión de una tribuna de fútbol.
Aquí, me encontrará siempre. Pensando más que sintiendo frente a las cosas que tenemos en común, que se llama país. Distante, si. En la raíz latina de distar existe la separación y también la diferencia. La distancia –el recorrido entre extremos– y la discrepancia. Diferir. Ser diferente. que es lo que somos. Y así debe ser.