El domingo los santafesinos elegimos diputados nacionales. Los medios nacionales han instalado la idea de que el resultado del domingo es definitorio para la suerte del país. Tanto el Kirchnerismo como Cambiemos, han profundizado el discurso de la dicotomía exclusiva y excluyente. Los intereses en juego, distan mucho de ser los que se esgrimen en los discursos hegemónicos de la campaña nacional. En Santa Fe, se juegan otras cosas.
No importa quien gana el domingo. De verdad no importa. Porque cualquiera sea el resultado, lo que ocurrirá es solamente una modificación parcial de las representaciones de los diputados nacionales y algunos senadores nacionales. Y en nuestra provincia, un puñado de intendencias “menores”, y los concejos municipales de las ciudades más importantes.
No es más que eso, quiérase o no. El resto son interpretaciones y especulaciones sobre variables que de acá a dos años, son impredecibles, imponderables y en muchos casos, inimaginables.
Entonces, el lunes, cuando se conozcan mas o menos los resultados, lo que se resolverá es solamente la cantidad de bancas que tendrá cada fuerza, y nada más que eso.
El Presidente seguirá siendo Macri, el gobernador Lifschitz y los intendentes, con la excepción mencionada, los mismos de hoy.
Lo demás, por ahora, es ficción.
Entonces vale la pena repasar algunos asuntos que deberían servirnos como elementos centrales de aprovechamiento y utilidad verdadera de los comicios del domingo.
La primera es la importancia que deben tener, en hipotética coincidencia con el deber ser, los representantes del pueblo de la provincia, a la hora de votar en el Congreso de la Nación.
Los santafesinos, deberíamos, por una vez entender qué votamos, y para qué lo hacemos, desprendiéndonos de las posiciones nacionales. Dificil, pero necesario. Aunque la mayoría no lo vea con claridad. Y en el ruido de la falsa dicotomía, comprensible.
Una provincia que es perjudicada sistemáticamente por las gestiones nacionales, ya se trate del Kirchnerismo, ya del Macrismo. A la que le restringen sus legítimos y legales ingresos, a la que no le cumplen las sentencias judiciales. A la que no le cumplen los acuerdos firmados- como en el caso de los Tamberos-, a la que condicionan de acuerdo al color de su gobierno, necesita diputados que la defiendan. No diputados que profundicen esa discriminación.
Tanto Agustín Rossi, como Albor Cantard representan esos comportamientos de genuflexión al poder político central. Rossi lo ha demostrado largamente, negándose a votar leyes que beneficiaran a la provincia durante 12 años. Cantard expresa, incluso en la campaña, el vergonzante caso de quien acepta su mera condición de levantamanos del gobierno, repitiendo argumentos redactados en Buenos Aires, que se limita a leer, como bien lo demostró – no sin cierto patetismo- en el debate de candidatos, demostrando incluso un supino desconocimiento del territorio de la provincia.
Ni Cantard, ni Rossi han demostrado durante la campaña tener presente los asuntos provinciales entre sus prioridades. El ex Ministro sólo juega a sostener a su espacio con vida dentro de la interna del PJ. El ex rector, a darle al presidente Macri los votos que necesita, especulando con una eventual candidatura de su Jefe político a la gobernación en 2019. De los asuntos que queman a los habitantes de la provincia, nada.
El único candidato que ha puesto a los intereses de la Provincia sobre la mesa, el único que habla de los temas que se ponen en juego durante estos dos años es Luis Contigiani. La coparticipación, las jubilaciones, la situación de la pequeña y mediana empresa, los desafíos que implica afrontar un futuro con reglas económicas confusas, la defensa de las políticas modelos de educación y Salud pública, son los temas que efectivamente le mejoran o le empeoran la vida a la gente, dependiendo de la suerte de cada asunto en el futuro inmediato.
Contigiani no sólo lo dice, sino que lo demuestra en su gestión al frente del Ministerio de la producción, donde se destacó por afrontar situaciones extremas dándo soluciones. Allí el ejemplo del salvataje de Mefro Whells o la asistencia a los tamberos sacudidos por las últimas inundaciones. Allí reclamando por los recursos que nación no entrega, aún firmando acuerdos o prometiendo ayudas que no llegaron.
Es probable, que una vez más los vientos del desequilibrio emocional de los argentinos tan afectos a las batallas extintivas del enemigo, pongan a Luis Contigiani por debajo de las preferencias electorales el domingo. Es probable que una vez más, como en los 90 con Menem, puedan sobre los verdaderos problemas que debemos afrontar.
Eso no implicará ningún cambio en las posiciones, ni en los problemas.
Más temprano que tarde, los problemas reaparecerán debajo la base de maquillaje electoral de los publicistas, y de nuevo, de manera transparente, aparecerá con claridad que papel estará jugando cada uno de los protagonistas de esta contienda.
Será más temprano que tarde, seguro. Allí habrá que volver a discutir con la sociedad sobre la profundidad de nuestros problemas, sobre la complejidad de las soluciones y especialmente, sobre la forma en la que debemos aforntarlos. Priorizando los intereses de nuestra economía, de nuestros hombres y mujeres, o sirviendo exclusivamente a las necesidades políticas personales de algunos, siempre atentos a los vientos de cola.
Esos que mientras la sociedad acompañaba mayoritariamente al Frente Progresista, se mostraban incondicionales. Esos que cuando los vientos del “cambio” empezaron a sopla, saltaron de lancha, sólo comprometidos con su propio futuro.
No importa, insisto, lo que pase el domingo. Los resultados serán una mera estadística que se irán esfumando a medida que pasen los días y los carteles callejeros vayan perdiendo color bajo la lluvia o el sol.
Lo único que quedará en pie, será la coherencia y la honestidad de quienes eligen seguir sus convicciones. Lo único que se mantendrá en pie, es aquello sostenido desde lo genuino. Lo que responde a un proyecto y no a un negocio.
Allí quedará incólume la imagen de Luis Contigiani. Y se perderán en las tinieblas de sus propios conciliábulos, aquellos que usan a la política sólo como un modo de subsistir y de emplear a sus amigos.
Lo que quedará en pie es la dignidad. Gane o pierda Luis Contigiani. Gane o pierda el Frente Progresista.
Porque no es una moda. Porque no es una marca de campaña. Porque no tiene la ligereza que tienen los productos comerciales que se consumen o que se vencen con el tiempo.
Es política, y en política no hay muchos secretos: la única manera de hacerlo bien es trabajando todos los días, llevando adelante programas a mediano y largo plazo. Siendo coherentes.
Eso, repito, nunca se pierde. Lo demás es humo. Cuando los años pasen, cada uno será lo que es. No habrá forma de esconderlo.
Estaba por escribir algo muy parecido a lo que publicaste para enviarle a mis contactos. Coincido plenamente con tus apreciaciones y voy a difundirlo. Un cordial saludo y a seguir pensando y trabajando por nuestra Provincia, cada uno desde su lugar.