Juegan con ella, y ella, sin vendas ni balanzas, juega con ellos. La justicia argentina es una justicia de juguete, de peluche.
Los mismos jueces que durante años cajonearon todas las causas que involucraban a los dirigentes oficialistas K, ahora se empeñan en apurar y demostrar con una rapidez por momentos desopilante, la prisión sin condena de los mismos a los que se negaba a investigar hasta no hace muchos meses atrás.
La razón es muy sencilla: juega con el poder de turno, hace tándem con el gobierno de turno y mientras eso ocurre, negocia impunidades y mejoras, como en el caso de algunos jueces que debieron ser destituidos y que milagrosamente siguen en su lugar.
No se trata de ser Kirchnerista o Macrista. Se trata de pretender que la justicia funcione más o menos como un poder independiente. Que no muestre tanto la hilacha, y que no aparezca de manera rutilante en momentos tan «especiales».
La razzia de este 7 de diciembre no es normal. Las detenciones de Zanini, Delía, Timerman, Esteche y otros tantos, se produce bajo el argumento «preventivo», de evitar que los investigados «obstaculicen el normal funcionamiento del proceso». ¿ Cuales serían esos obstáculos que hasta hoy no aparecieron? ¿ Que razón extraña le permite a Bonadío sospechar que, después de cinco años de inactividad ( su propia inactividad) hoy hay una modificación de la situación?
Ninguna, absolutamente ninguna.
Entonces, volviendo al comienzo de esta columna me permito sospechar, con suficientes elementos, que lo único que cambiaron son las necesidades del gobierno de Mauricio Macri. Es cierto que ganó las elecciones hace menos de dos meses, pero también es cierto que el escenario es complicado: la inflación no cesa, bajan las jubilaciones, aumentan grotescamente los servicios, le desaparece un submarino con 44 marinos, matan en una rara represión a un pibe Mapuche, no embocan una sóla solución a la situación económica y entonces… ¡ Hablemos de la corrupción K!
Obviamente que creo que hay suficiente razones para condenarlos, pero primero quiero que los condenen. Y después que los detengan. Porque así funciona y funcionó la justicia argentina en las últimas tres décadas, y esta ola de detenciones lo único que deja a la luz es la funcionalidad de algunos jueces a las necesidades del gobierno.
Lo mismo ocurría en los tiempos K. Los jueces, la gran mayoría de los jueces, respondian a las necesidades del gobierno. ¿ eso justifica esto? No. Mucho menos si quienes lo practican venían prometiendo «la recuperación de la República».
El mensaje es peligroso y las acciones son groseras.
No hace falta tener a Zaffaroni en la Corte para cooptar la justicia. Es al revés: La justicia argentina se acomoda sola al poder de turno. Y lo más triste es que un grueso sector de la población, enceguecido por el odio, lo aplaude.
Pobre República, con una justicia de Peluche.