Supongamos que si. Que la mayoría de los argentinos entendemos que tenemos un problema fiscal grave. Supongamos, que todos, sin excepción, actuamos de buena fe y ponemos toda la voluntad que exige el caso para contribuir a una solución.
Supongamos que todos sabemos que existen grupos que aprovechan la situación para agravarla. Y supongamos, también, que sabemos distinguir con clarividencia el pensamiento de cada uno.
Aún así, la mayoría se estaría quejando del proyecto que pretenden votar. Y también, la inmensa mayoría, aún sabiendo que existen grupos que lo buscan, repudiariamos la acción de la Gendarmería.
No se trata de saberlo o no, solamente. La batalla no es por falta de conocimiento. Al contrario, es por exceso de experiencias y conocimientos que no queremos. Ni la propuesta de rebajar la fórmula de aumentos a las jubilaciones, ni la acción desmesurada de las Fuerzas de Seguridad.
¿ Por que? Sencillamente porque lo sufrimos. Porque lo padecimos. Porque somos, también, una sociedad que construyó memoria. Y desde la memoria, se generan anticuerpos. Es natural y es sano.
La memoria incluye eso y mucho más.
Vivo en una ciudad, que hace casi 10 años le quitó las vallas a la Casa de Gobierno. Desde entonces hubo decenas y decenas de movilizaciones. Ninguna terminó en violencia ni represión.
Y no se trata de una ciudad cualquiera. Es la ciudad que durante años tuvo la tasa más alta de homicidios per cápita del país. Y además, es la capital de una provincia que fue estigmatizada por el narcotráfico y la violencia. Sin embargo en Santa Fe, no se amurallan los edificios públicos con uniformados, ni se empujan en la puerta de la legislatura, ni se reprime a ningún ciudadano por manifestarse.
Durante mucho tiempo ocurrió, hubo represiones que quedaron como heridas imborrables. En tiempos de privatizaciones,por ejemplo. Y desde entonces, ganó la memoria.
Desde entonces, ni a los gobiernos provinciales ni a los legisladores provinciales de todos los partidos, se les ocurre votar leyes contra la gente. Y no hacen falta vallas en los edificios gubernamentales.
La ausencia de memoria aunque sea sensorial e inconsciente del gobierno nacional asombra.
La incapacidad para percibir que el rechazo a la mal llamada «Reforma Previsional» no es una operación TroskoKirchnerista, ni responde a una confabulación interpartidaria, ni detrás de la reacción se esconde una conspiración de sectores golpistas, ni como dicen algunos periodistas porteños «vienen por Macri». No. Puede haber, si, un par de afiebrados que crean que están haciendo eso. Pero no.
No. Sencillamente es la memoria epidérmica de la inmensa mayoría de los argentinos que tienen vocación democrática y que incluye a millones de votantes del gobierno en octubre pasado.
La «gente». Esa vacuidad muchas veces manipulada por las luces de las promesas o atravesada por el fuego del rechazo a algunas expresiones políticas agotadas. Esa misma gente es la que no quiere la sanción de la ley.
Y por eso, también repudian la acción violenta de las fuerzas de seguridad. Porque también aparecen los recuerdos del incendio, cuando no sólo vaciaban los bolsillos de los ciudadanos comunes, sino que también los mataban. Y no hace falta ir a la dictadura para despertar ese recuerdo. Con retroceder algunos años en el calendario, en aquellos años de vallas también en Santa Fe, alcanza para entender que ese no es el camino adecuado para responder a una manifestación de reclamo.
Es apenas eso : La memoria.
Volviendo al inicio de esta columna. Supongamos que todos entendemos la gravedad del problema. Supongamos que efectivamente hacen falta ya mismo ciento treinta mil millones de pesos. Supongamos que bueno, que estamos de acuerdo en eso. Aún así, la respuesta sería esta: Saquenla de otro lado. De los jubilados, no.
Y si existe tanto apuro, expliquen porque. Porque no se entiende la urgencia. No se explica el incendio que hay que apagar ya mismo. No se entiende, porque cada vez que abren la boca, lo que se les escucha decir es: » estamos creciendo, la economía se empezó a mover, etc, etc, etc» ¿ Y entonces? ¿ por que tanto apuro por resolver un asunto que, en términos monetarios, resulta casi insignificante para el presupuesto nacional. ¿ qué es lo que quema mañana, que necesitan votar esta ley ya?
Y es diciembre. Mediados de diciembre. Y la memoria retiene imágenes que seguramente hoy no tendrán lugar, pero que siguen angustiando. Del mismo modo que la lluvia angustia a quienes alguna vez se inundaron. Porque lo vivimos ya. A los recortes y a la represión descontrolada.
Eso se llama memoria.
Y este gobierno, parece no saber del asunto. Parece no entenderlo. Parece no advertirlo. Parece desconectado de esa sensación general.
Es la memoria, estúpido. Dan ganas de decirles a través de la pantalla a los voceros que insisten con que mañana se votará este asunto más un bonito que todos sabemos, no sirve para nada.
Insisten. Con una soberbia inexplicable. Con una grosera manera de «convencer» a gobernadores, gremialistas y opositores. Amenazando con sacarles recursos. Y a eso también lo recordamos. También está grabado en la memoria. También despierta anticuerpos.
No entienden de memorias. Y sin memoria, es muy difícil que no terminen cometiendo los mismos errores que otros cometieron.
Coni, la reforma es injusta, es cierto, pero que quieren incendiar el pais con esa escuysa tambien es cierto. La memoria tambien hable de otros diciembres asi, de desestabilizadores que exitan el pavor popular para provecho propio, eso tambien esta en la memoria muy presente y ahora es realiodad de nuevo