Tipo difícil Fertonani. En general todas las personas que se proponen cambiar las cosas suelen ser difíciles. Y mucho más si vinieron de abajo. Si conocieron la oscuridad. Si se equivocaron y por esas equivocaciones pagaron precios caros, carísimos.
Es difícil, también, ser Fertonani hoy en Santa Fe. Porque con el correr de los años, se apropió del apellido y no hay Fertonani en la ciudad que no reciba la pregunta: ¿ que sos de Carlitos?
Fertonani, a secas. Como le dice la mayoría de la gente que no lo conoce. O los que pasaron por su vida de a ratos y lo sufrieron. Si, porque a Fertonani hay que aguantarlo. Con los años aprendió a controlar la pasión, pero sigue siendo su principal característica. Y es normal que los apasionados despierten pasiones. Buenas y malas.
Hay otro universo, muy grande, al que pertenezco, en el que ya omitimos mencionar el apellido y le decimos «Carlitos», a secas. Y en Santa Fe, ni Monzón, ni Balá, ni Gardel, podrían presumir del diminutivo: en la ciudad, hay un propietario exclusivo. Carlos Fertonani.
Yo no soy amigo íntimo, claro. De hecho me he pasado muchos años peleándome con él, y es probable que alguna vez nos volvamos a pelear. Porque como dije al principio, es un tipo complicado. Tan complicado como cualquier otro ser humano. Y encima, lo repito, lleva la pasión a flor de piel y no para de hacer.
El sábado cumplió 50 años, y muchos fuimos invitados a compartir su celebración.
Y en la pantalla de fondo, pasaban imágenes que explican todo:
En una Santa Fe donde los apellidos suelen ser ilustres por mera portación, un tal Fertonani, cambió la historia. Y eso jode.
Encima, tiene el atrevimiento de mostrar con orgullo de donde viene. Si, el tipo te muestra el puesto de verdura en el que laburó desde los dieciséis años. Te muestra la casa humilde del Pizzero «Guinche», esa a la que cada tanto le cortaban la luz por falta de pago. Te muestra que su mujer fue su primera novia. Y en cada fotograma, te va mostrando cómo hizo para ser lo que hoy es. Te guste o no, te caiga bien o mal.
En Santa Fe, Los Pumas son Fertonani. La Fiesta de la Cumbia es Fertonani. El Patio de la Cervecería es Fertonani. Maradona, es Fertonani. Ciro y Los Persas son Fertonani. El Regreso del Salmón en Ciudadela es Fertonani. Tecnópolis es Fertonani.
Ahí están los Triferto, las canchas del Paddle que casi inventó en la ciudad. Los eventos que hizo, acá y en todo el país, hasta convertirse en un productor excepcional. A fuerza de caerse mil veces y levantarse mil veces más.
Dentro de algunos años, cuando se mueran las pasiones, Carlitos Fertonani será parte indestructible de nuestra historia. Ya lo es, pero todavía hay quienes lo discuten.
La cumbia, Colón, el Rugby, la Pizza, el mismismo Liso, el alfajor Merengo, el Rock, el turismo, Los Palmeras y cada club de esta provincia, tendrán una página inevitable en él.
El tipo es amigo de sus amigos. Y no hablo por mi. Hablo por aquellos que se fueron, como el Gallego Lucca. Al que acompañó hasta el último suspiro, después de treinta años de amistad.
Ahi está su familia, su mujer, la de siempre. Con el perfil bajo que tienen aquellos que saben siempre de donde vienen y muestran con orgullo el camino, sin creerse nada que no sea la pura verdad.
Por la oscuridad, por las tristezas que lo cruzaron, por el esfuerzo que pone en cada cosa, por la pasión que empieza en Colón- lamentablemente- y que se expresa siempre en los asuntos que lo tienen como organizador. Por sus sueños de pibe de barrio, por su arrebatada generosidad y su manera de ir y venir, aprendiendo; es muy importante haber formado parte, para quienes tuvimos la suerte de estar el Sábado, de una fiesta imborrable.
Se embroman los que eligen no quererlos. Porque es así. Así fue siempre y así será.
Vayan estas lineas, para quien supo crecer contra todos los vientos y los prejuicios. Y no habrá picardia, pelea o interés que hayas tenido en su contra que le vaya a quitar el lugar de privilegio que le tocará en nuestra historia. Se lo ganó sólo. No se lo regaló nadie.