macri-moyano-2015Es verdad que en muchos casos los prejuicios nos ganan. Que nuestras creencias superan holgadamente los hechos que nos propone la realidad, y algo más: que nuestras posiciones negativas frente a determinadas expresiones políticas, suelen acomodar los hechos y los protagonistas en el lugar que nos conviene, y no donde corresponden.

Hugo Moyano es negro, si. Es malhablado, si. Tiene un conjunto de características que bien podrían ubicarlo en el lugar de la «victima» de una persecución nacida de los prejuicios. Pero además, Moyano es el dirigente gremial más poderoso que tiene el país desde el año 1999. Y con él, a su favor también, se acompañaron y se favorecieron procesos muy negativos para la economía argentina.

La desaparición de los trenes de carga y el desguace de los ferrocarriles en el interior no fueron la consecuencia de una mera decisión política maligna de Carlos Menem. No. A partir de esa decisión, los camiones y los colectivos de larga distancia,  se convirtieron en negocios monumentales, de alta concentración empresarial,  con excepciones ferroviarias, sólo en el conurbano y desde entonces, el gremio que conduce Moyano, en uno de los más poderosos del país. Y a partir de allí, un quiebre crucial para el crecimiento del país.

Y no sólo eso. Desde entonces, Moyano fue acumulando una riqueza . A la que contribuyeron, sin excepciones, los gobiernos de Nestor, Cristina, que le obsequiaron la serena compra de OCA y la impunidad fiscal y de Mauricio Macri, que le otorgó, en sociedad con Angelici, el control de la AFA.

¿ Se puede pensar entonces en términos binarios,cuando hablamos de Moyano? ¿ Se puede decir que en las denuncias a Moyano se oculta el deseo de desarticular al movimiento obrero argentino?¿ se puede decir que en las confesiones del barrabrava y asalariado de Moyano, Bebote Alvarez, hay una maniobra de pinzas, buscando quitarle el poder y sacarlo del juego?

¿ La persecución a Moyano, es funcional al gobierno para disimular el bochornoso comportamiento del Ministro Triaca, sus maltratos al personal doméstico, su manipulación del SOMU, y el carnaval de papelitos picados de colores que significó el decreto de impugnación a familiares de funcionarios?

No es si o no. Es si Y no.

La única fortaleza del gobierno de Mauricio Macri es la debilidad que ofrece la oposición, ligada al pasado. Guste o no, Macri se aferra a las peores imágenes del Kirchnerismo que generan espanto en la mayoría de la población, para seguir agitando el fantasma del terror, y favorecerse, sin razones reales, con el juego de las comparaciones.

Entonces Moyano, como Luis Delía, Amado Boudou, Anibal Fernandez, Julio De Vido, Lázaro Baez y una decena más de casos que todos conocemos y que sobra mencionar, entre ellos la propia ex Presidenta, siguen funcionandole al gobierno como espejos retrovisores en los que muchos ven con miedo, el regreso de la «banda del mal»

Es probable, sino seguro, que el gobierno de Macri esté usando el caso Moyano como maniobra distractiva ante las evidentes faltas de soluciones a los principales problemas del país, si.  Es impúdico lo sucedido con Triaca, es ridículo el decreto «antiNepotico» de Macri, es notorio que el gobierno no encaja una sola y si la encaja es sólo para beneficiar a los sectores privilegiados del país, si. Pero además, Moyano es un dirigente corrupto.

Es posible que detrás de la persecución de Moyano, se alimente la idea de fracturar y hacer trizas al movimiento obrero organizado argentino, si. Pero Moyano, y casi toda la dirigencia sindical argentina- con muy pocas excepciones- han convertido a los Sindicatos en negocios personales y familiares. Con fortunas y maneras de vivir que se alejan mucho de la calidad de vida de un trabajador. Y eso también debe ser cuestionado y si cabe, desarticulado.

Es posible que detrás de las denuncias en Independiente, se encubra el deseo de apresarlo y despojar a Moyano de buena parte de su poder, si. Pero al mismo tiempo es necesario, de una buena vez, que alguien se encargue de desmontar ese negocio mafioso- al servicio de la política y el narcotráfico- que son las Barras Bravas. En las que también tienen que ver otros dirigentes del fútbol, entre los que se debe incluir necesariamente al propio Macri y a su socio en esta materia ( y casualmente en la Justicia) Daniel Angelici.

Lo notorio de este caso, del «Caso Moyano» es que deja a la luz un conjunto de contradicciones que en algún momento hay que superar: Moyano probablemente esté siendo usado para todo lo arriba mencionado, si. Pero al mismo tiempo resulta insólito, que por esas razones, detrás de él se encolumnen sectores de buena fe ( ya ni siquiera importa el sesgo ideológico) que pretenden ponerle un freno a las políticas de Macri.

No hay construcción posible si no se empieza a purgar del escenario político a quienes representan todo lo contrario a la defensa de los intereses de los sectores más vulnerados. Moyano es el mejor ejemplo: ayudó a desguazar el Ferrocarril, hace negocios privados con la plata de sus afiliados, sostiene estructuras mafiosas como las Barras Bravas, se lo sospecha- con muchos elementos visibles- de lavado de dinero, y además, para quienes sostienen que se trata sólo de una «alianza táctica», fue uno de los primeros en sentarse a la mesa de Macri para negociar condiciones: allí la SuperLiga, el negocio con TNT y FOX, y los millones de dólares que el fútbol argentino está mostrándose al mundo a la hora de las transferencias de jugadores.

Moyano no puede ser el ejemplo de ninguna persecución, aún aceptando que pueda ser víctima ocasional, de una campaña en su contra.

Mientras «los Moyanos» sigan recibiendo la solidaridad de quienes han sido perjudicados notoriamente por ellos ( me refiero a Moyano y a otros apellidos, no sólo a su familia), mientras se insista con reivindicar en nombre de la «pos verdad», a  sujetos, prácticas y resultados, creyendo que detrás de eso se resiste a Macri, es probable que Macri profundice sus políticas, que obtenga mayor poder político, y paradójicamente, mantenga el respaldo social. Todo eso, aplicando políticas impopulares y profundizando las desigualdes.

Entonces habrá que salir del «ó», y aceptar los «y». Y desde allí, generar otra propuesta. Que nunca, puede incluir a quienes en el nombre de la gente, la saquearon.

 

 

 

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