Es interesante ver de qué manera se intenta armar la oposición al gobierno de Mauricio Macri, el presidente democrático menos empático – con la excepción de De la Rúa, claro- que recuerde la memoria colectiva en los últimos cien años del país.
Sin embargo, y aún manifestando una serie interminable de torpezas, vacilaciones, errores graves y una indisimulable improvisación en la economía, las posibilidades de que Macri y la coalición Cambiemos pierdan las próximas elecciones son pocas. Muy pocas.
El peronismo ensaya una re-unión que padece de un pecado político original: no hubo nunca, un examen honesto de las razones que lo llevaron a perder el poder, desde el Kirchnerismo nunca ensayaron una autocrítica real, y el liderazgo sigue concentrado exclusivamente en las expectativas que genera la ex presidenta, con sus movimientos cada día menos explícitos.
Es cierto que CFK sigue siendo la única referente con posibilidades reales de acercarse al poder, pero al mismo tiempo es una garantía de derrota en un eventual Balotage. Lo que convierte la frase del peronólogo favorito de la prensa, Felipe Solá, en un axioma: » Sin Cristina no vamos a ningún lado, pero con ella al frente, menos».
Y el problema no es Cristina solamente, sino la representación moral del Kichnerismo. Mientras las voces que aparezcan en la pública, sigan siendo hombres y mujeres salpicados por la corrupción y representen una fácil imagen de asociación al pasado, el trabajo de Duran Barba y sus empleados seguirá siendo fácil y de alta probabilidad de triunfo.
El ecuatoriano le sacó provecho al rechazo venal ( y comprensible) de la mayoría de los argentinos a la dirigencia gremial tradicional. Aprovechó el ahogo de los pequeños y medianos empresarios, para cuestionar las leyes laborales, y algo más peligroso: la incapacidad demostrada en asuntos de seguridad, para reinstalar la idea de que el camino es la dureza y la soga suelta para las fuerzas de seguridad.
Pero hay un dato más: a fuerza de golpes financieros y derrumbes varios , los argentinos fuimos incorporando un nivel de conocimiento general de la economía, superior a cualquier media del mundo: la mayoría sabemos de déficit fiscal, sabemos de balanzas comerciales, de vínculos entre tasas y dólar, sabemos de inflación y principalmente del impacto que tienen el endeudamiento, los subsidios, los impuestos en general, y la falta de competitividad de nuestra producción en el contexto del mundo actual.
O sea: no se nos miente con facilidad y los discursos que evocan «los viejos tiempos» como punto de referencia, no suman. La sociedad está reclamando fórmulas nuevas, adaptadas al mundo de hoy, que efectivamente contemplen soluciones más allá de la mera oposición «al modelo de ajuste»
La mera oposición, la declamación horrorizada, el lamento y la violencia en la «resistencia» ni alcanzan para arrancar. La sociedad, o al menos la mayoría de ella, sólo reclama resultados y soluciones, no mayores problemas ni saltos impredecibles. De hecho esa fue una de las razones del fuerte apoyo que obtuvo Daniel Scioli en las últimas presidenciales: la idea del abismo asusta más que el ajuste. La idea de la inestabilidad y el retorno al caos/2001, funciona como cruces a Dráculas.
La sociedad demanda políticas posibles, cambios no traumáticos, y serenidad. La política no ocupa un lugar central en la mayoría de las vidas privadas de los ciudadanos del mundo de hoy, y lo que se demanda cómo mínimo es que no se la compliquen más.
Esto implica desafíos quirúrgicos, menos invasivos y más «amables» a la hora de sumar voluntades. A eso el PRO, lo entendió con mucha claridad. Por eso hoy es gobierno.
En ese estado de cosas, «la oposición» deberá resignar énfasis en la oposición, criticar desde lugares menos extremos, y demostrar, a fuerza de ejemplos y gestión, que tiene un proyecto alternativo. Sino, la lectura es mucho mas sencilla para muchos: lo único que quieren es volver al poder, para repetir lo que hicieron mal, para tomarse revancha. Y eso se nota a leguas de distancia, está marcado en la piel de muchos de los caídos en desgracia que, entre otras cosas, desfilan en los tribunales de Comodoro Py.
El kirchnerismo se equivoca si cree que puede sólo y repitiendo las fórmulas y especialmente los protagonistas, y el resto de la oposición se equivoca si cree que se puede excluir al Kirchnerismo de cualquier construcción posible.
Así las cosas, con las caras del acto del PJ, y la levedad del resto del tablero no Macrista, no alcanza.Habrá Macri y Macrismo por varios años más.