Eran las once de la noche de un martes cualquiera. Era martes 13, pero no modifica nada. Estábamos al aire con mis dos compañeros hablando de las casualidades, cuando de golpe empezaron a llegar mensajes de whatsapp que hablaban de un «desalojo».

La información rompió el clima de relajación que teníamos al aire, y de golpe, empezaron a llegar fotos de decenas de policías apostados frente a un ranchito en Playa Norte. Una zona de curiosas e irregulares ocupaciones. Un barrio deseado desde siempre por la clase media alta santafesina, que nunca dejó de ser un asentamiento irregular de ranchos y villas miserias.

Playa Norte fue el sueño dorado de muchos empresarios inmobiliarios santafesinos. Allí termina la Avenida Almirante Brown, la costanera de río más larga de la Argentina- o una de las más largas- y empieza una especie de paraíso de paisajes isleños, que supieron inspirar a los mejores pintores de la ciudad.

Playa Norte es, un paraíso prometido, que nunca se pudo concretar por culpa de la ocupación ilegal de terrenos que insisten en hacer desde hace décadas, mujeres y hombres marginales. Esos que no tienen donde vivir. Esos que suelen ganarse la vida llevando y trayendo basura durante el día. Esos que llevan la tristeza en la mirada, a causa de la carencia de todo, hasta de las carencias. Gente rendida a su suerte. Excluidas de todas las suertes.

Uno de esos ranchos, enojó a un funcionario municipal. A la siesta del mismo martes.

-«Ustedes no pueden estar acá, tienen que irse» les dijo un empleado municipal.

Ellos, respondieron como suelen responder. Bajando la cabeza, escuchando a sus vecinos, peleando como pelean los que no tienen nada que perder. Salvo ese rancho raquítico que sirve de techo ocasional para sus hijos. ¿ Adonde nos vamos? le respondió el Pater al funcionario de carrera. «Es un problema tuyo, no mío», le dijo el pobre empleado. Tan pobre de sensibilidad o culpa, como su interlocutor de bienes materiales.

El asunto es que, los «dueños» ranchito recibieron una especie de advertencia escrita, donde se les explicaba – a las dos de la tarde- que no podian permanecer en el lugar porque se trataba de una zona inundable (sic). En medio de la feroz sequía que sufre nuestra zona, y muy lejos de cualquier evento que pudiera poner en riesgo la vida de los habitantes que enclavaron su rancho en los terrenos a los que amenaza el agua en tiempos de lluvias y crecidas, el inspector municipal les advirtió que debian irse de manera urgente.

¿ Que apuro había? Nunca lo sabremos. Lo que si sabemos es que a las 23 horas del martes 13 de marzo de 2018, 30 efectivos del Estado, encabezados por empleados municipales, y varios efectivos uniformados,  golpearon la puerta del rancho, los obligaron a salir del lugar, y procedieron a destruir la precaria habitación. La destruyeron, la desarmaron, juntaron  las chapas y los perfiles y se los llevaron.

No sólo eso: en la calle quedó una familia con tres nenas y un chiquito discapacitado que hace mucho tiempo vive en la zona,y que según dicen, tiene iniciado un expediente de regularización dominial.

Nosotros escuchábamos lo que sucedía, porque una vecina acercó su celular al lugar. Y allí escuchamos con claridad, que no les dejaron acta judicial, que no detuvieron a nadie, que no encontraron nada que pudiera considerarse ilegal o que constituyera una acción ilícita. Y se fueron.

Eran las 23,33 cuando escuchamos al coro de vecinos aplaudir con odio a los efectivos policiales que se iban. Tranquilos, cumpliendo la orden, que un fiscal, presuntamente, le dió a la Municipalidad de Santa Fe, para que arrasaran con el rancho.

¿ Por que a esa hora? ¿ Que apuro había? ¿ En medio de la oscuridad?

No era una allanamiento

No perseguían narcos

No había armas de fuego

No se trataba de un abusador sexual, un violador o un prófugo

No era urgente

No me caben dudas, quiero imaginarlo,  que la orden existió. Y  es posible que el desalojo y la destrucción del rancho estén fundados en razones de estricto derecho. Es posible que se haya cumplido con la norma municipal, con la ley provincial, con la Constitución Nacional. No lo sé, espero que así sea. Estoy convencido que así debe ser.

Lo que no puedo comprender, ni voy a entender jamás, es porque lo hicieron a oscuras

¿ Por qué, el señor intendente de Santa Fe, José Corral, y sus funcionarios, han decidido pasar a la acción en la oscuridad? Lacónico y duro, como le gusta al Macrismo que se muestren sus alfiles, dijo:  “a veces se recurre a las fuerzas de seguridad, dentro de las normas que tiene el propio Municipio”

No explicó por qué a la noche, por qué el apuro, por qué dejaron a una familia en la calle en plena oscuridad.

No se trata de defender nada que esté fuera de la ley

Se trata de exigir que se cumpla de la manera más transparente posible

Y que una acción legal, no suponga una acción de terror institucional.

Porque si algo me quedó claro anoche, es que los vecinos de Playa Norte, que no tienen regularidad dominial, desde anoche creen que habrá una noche en la que vendrán por ellos.

Y eso, acá y en cualquier punto donde habita la especie humana, se llama terror.

 

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