Es llamativo. El silencio es tan ruidoso que algunos empiezan a creer que la inacción se trata de una decisión definitiva. ¿ Quiere el Partido Socialista retener el gobierno de la Provincia de Santa Fe, el año próximo o no? Nadie duda un segundo en responder que se trata de una pregunta descabellada. Sin embargo, al mismo tiempo, nadie es capaz de responder con claridad cuales son las razones para este especie de limbo instalado en el zenit de las definiciones.
Hay un dato que es determinante: Miguel Lifschitz no tendrá chance de reelección. Ni siquiera se trata ya de una especulación de voluntades. No hay tiempo material para que se pueda concretar una Reforma Constitucional. Y ya no hablamos de una eventual Convención Constituyente, que además, le ofrezca las mayorías necesarias para consagrar esa cláusula transitoria. Es imposible que se haga la reforma para modificar ningún aspecto, antes de marzo de 2019. O sea: no hay reforma, no hay reelección posible y por ende, el Frente Progresista- si aspira a continuar gobernando la Provincia y además, si efectivamente quiere formar parte de un armado nacional alternativo a Cambiemos y a Unidad Ciudadana- tiene que definir con premura sus fichas y ponerse a trabajar hoy mismo en la obtención de esos objetivos.
La parálisis es llamativa, especialmente porque el escenario, lejos de haber empeorado para la coalición, es auspiciosa según afirman casi todas las encuestas que se hacen. Hoy, el gobierno de Lifschitz y el propio gobernador, tienen una imagen pública que supera en todos los casos el 55 % de aceptación. O sea; un piso del 55 % de los santafesinos cree que su gobierno es muy bueno o bueno. Y si así lo creen, es muy probable que confíen en la continuidad del proceso. Y algo más: en las mismas encuestas queda claro que aún por debajo de la imagen del actual gobernador, su predecesor Antonio Bonfatti, cuenta con una alta estima del electorado y que está en condiciones más que aceptables – se trata de un proceso con 11 años de exposición y desgaste- para pelear el mandato 2019-2023.
El grueso de los radicales de la provincia esperan con ansiedad que sus socios tomen decisiones. La brutal caída de la marca «Cambiemos» deterioró cualquier expectativa de que el presidente pueda elegir a dedo al próximo gobernador- lo que parecía un hecho incontrastable hace apenas seis meses- y las dudas sobre la «pertenencia incondicional» de algunos radicales a la alianza de gobierno nacional, se agudizaron. Los que no tienen dudas, como José Corral y Mario Barletta – referentes del mismo sector pero con un indisimulable encono mutuo, tienen enormes dificultades para ser aceptados como referentes por el partido madre, el PRO, que obstinado por asegurar el triunfo en la ciudad de Rosario, no termina de desplegar alas en el resto de la provincia. Caído el preferido de casi todos- Luciano Laspina- los nombres que se asoman no entusiasman a nadie, ni adentro ni afuera. Y encima la gestión nacional no para de erosionar las ilusiones.
El único que parece comprender la escena con claridad es Omar Perotti. El senador nacional ya empezó a «patear el territorio» y es palpable, especialmente en redes sociales, como empieza a desplegar la estrategia que apunta a sentarlo al rafaelino en el sillón del Brigadier. Lo ayuda el caos representativo del resto del peronismo. Los dirigentes Kirchneristas, librados de Agustín Rossi – eterno ganador de internas, pero constante perdedor de generales- apuntan a instalar a un figura joven que pueda ser alternativa en otras ocasiones: ya asomaron Marcos Cleri y «Quico» Busatto como pretendientes explícitos para ocupar el lugar . Pero nadie sabe si irán por dentro o por fuera. Ni ellos mismos lo saben. El resto del escenario PJ está dinamitado. La variedad es tal, y la incertidumbre tan profunda, que se escuchan versiones de todo tipo: están los que creen que hay que acompañar al que gane, como aquellos que ya ven con simpatía la idea de salir de la estructura y sumarse a una nueva coalición con los socialistas y los radicales. Un senador peronista de larga trayectoria y reelección sistemática se anima a decir en off , lo que no demorará mucho en decir públicamente, si se apuran algunas decisiones:»Mi departamento nunca estuvo mejor que en los últimos años. En las actuales condiciones, yo firmo seguir siendo opositor a los socialistas, antes que esclavo de Perotti, que nunca fue demasiado generoso»( sic). No es el único que lo piensa, seguro. pero las dilaciones, confiesa, «ya empiezan a fastidiar».
El resto de las promesas del PJ, no terminan de definirse. Maria Eugenia Bielsa, no parece saber muy bien lo que quiere y sigue dando señales confusas. La actual diputada Alejandra Rodenas, por el contrario, parece tener claro que no es su tiempo todavía y aunque sus fichas estén al lado del Senador Perotti, no se deja seducir por definiciones tajantes. «Ella va a jugar dentro del peronismo, claro, pero está cómoda en la Cámara y sabe que su imagen crecerá allí mucho más».
PUERTAS ADENTRO DEL FRENTE PROGRESISTA
Todos dan por sentado que en algún momento el actual gobernador y el presidente de la Cámara de Diputados, se sentarán a solas a tomar una decisión conjunta. Sin embargo, cuentan, en la última charla que tuvieron en esas condiciones, salieron igual que como entraron: uno apostando a la concreción de la Reforma Constitucional y el otro esperando que se resigne a no tenerla.
Bonfatti, como Lifschitz en 2015, necesita que el gobernador tome la decisión de acompañarlo en una eventual candidatura a gobernador. Uno de los hombres más cercanos al «Pelado» es bastante claro: «Sin Lifschitz al lado, las posibilidades de Antonio merman. Se invierte el escenario del 2015» lo que pasado en limpio implica una decisión que no se confiesa: Bonfatti lanzará su candidatura, si Lifschitz está decidido a acompañarlo activamente y sino,se abren interrogantes. La preocupación se hizo aún más visible el pasado 9 de Julio, en ocasión del multitudinario Locro socialista en Rosario. Ninguno de los dos formó parte de la lista de oradores y aunque se mostraron un rato juntos, se sentaron en mesas distintas. En esta situación cualquier gesto se vuelve trascendente, aunque no lo sea.
Lo contrario sería una prolongación excesiva de las actuales dilaciones, un desgaste mayor y un empeoramiento de las relaciones con sus actuales y eventuales futuros socios. Los radicales del NEO- incondicionales al socialismo durante los 20 años de coalición- piensan en la figura del Ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, como una alternativa posible. Pero dependen de las definiciones del gobernador. «Si a nosotros nos dicen que van a esperar, lo mejor sería que lancemos la precandidatura de Maxi. Pero no sabemos que quieren realmente. Estamos en el Frente y ya sabemos como están echadas las cartas, no entendemos esta demora», dice otro senador, en este caso radical, que también manifiesta su apuro y su preocupación.
Algunos «amigos» de Bonfatti, de origen gremial y peronista, también aguardan definiciones en el mismo sentido y hacen cálculos: «en un año, el nuevo gobernador ya va a estar elegido. Hay que salir ya mismo, hay que hacer campaña, hay que caminar la provincia y mostrar la gestión, pero también hay que negociar las posiciones. En semejante incertidumbre, es imposible avanzar en nada»
Después, viene lo demás, que no es poco. La decisión del gobernador de elegir que lugar quiere ocupar en el próximo escenario. Y muchos no saben si elegirá ser ( arrasador) ganador de las elecciones a Diputados Provinciales, o si pondrá sus energías en encabezar alguna alternativa nacional, que también demanda urgentes definiciones. O ambas cosas. Lo cierto es que en algún momento tendrá que decidirse y comunicarlo.
Por estas horas, todas las miradas apuntan a las ventanas de la habitación de Miguel Lifschitz, que fiel a su estilo, permanece hermético y con su acostumbrada frialdad de ajedrecista para tomar las decisiones que el resto espera. Lifschitz es, todos lo saben, un gran tiempista. Pero tiene un limite: precisamente el tiempo. Y la arena cae de manera incesante. Y ya hay más abajo que arriba en el reloj.
Estoy de acuerdo con la reflexión. Lástima no haber aprovechado el tiempo para la Reforma de la Constitución. Los peronistas la harán cuando a ellos les convenga y como ellos quieran. Y siempre será una reforma conservadora… si llegan al poder …