–Dady, ya tengo tu NO, pero…¿ no querés venir a tomar unos mates a la radio, esta tarde?. Era el día siguiente al triunfo de Colón en el Morumbí. Era una tarde dolorosamente sabalera y si, claro, tener al hincha más conocido del país en la mesa, era una ilusión. Que claro, no alcanzamos a tener. La respuesta no demoró ni diez segundos, y aunque obvia y esperable, sonó un poco despectiva:
-Ni en pedo.
Es verdad, yo pude dejarla pasar y listo. Pero igual le agradecí. Finalmente, es Dady Brieva. Así que arremetí con humor: «ya lo sabíamos, abrazo».
Al rato me mandó un mensaje de audio, y me explicó que «estoy viejo, que cuando vengo a Santa Fe divido el tiempo entre la gente a la que quiero y dormir, Tito(sic)» y que fue hasta Laguna Paiva, y que tenía que filmar para Mirtha Legrand, y un montón de cosas obvias que se comprenden y se presumen. Finalmente es su ciudad. Acá está su madre, su hermana, sus primos y una lista de gente que querrá verlo y hablarlo.¡ Como nosotros ! o como yo porque el resto de mis compañeros de produción me habían sugerido que ni lo intentara.
Yo esperaba un «no puedo, Tito»; «imposible hoy» ó el silencio. Ya teníamos el No, ni nos íbamos a poner cargosos. El «Ni en pedo» sonó innecesariamente despectivo. Algo que se volvió costumbre en Dady. Y es lo que no termino de entender.
Dady Brieva es uno de los pocos artistas argentinos que es capaz de hacerte reir con una mueca. Son pocos. Algo de eso tiene el cordobés Yayo, y lo tuvo claramente Francella hasta que se dedicó al drama. Y después, hay que remontarse a Olmedo.
Pocos tipos en la vida tienen esa bendición. Una característica que fue perfeccionando con los años, el oficio y seguramente el aprendizaje con colegas gigantes. Dady es un capocómico. Ni siquiera sus posiciones políticas- genuinas y frontales- le hacen mella al público. Se pudieron ofender, seguro, pero es muy difícil resistirse estoico a un monólogo de Brieva. Los desarma. Todo lo que dice nos representa, pensemos lo que pensemos sobre el país, el mundo, la sexualidad y la llegada del hombre a la luna. Dady, cuando habla, es barrio. Es ese relator impúdico que alcanza a ver el detalle que todos miramos sin ver. El detalle que nos convierte en mortales nostálgicos. En seres incapaces de ver la belleza de lo sencillo, mientras nos andamos peleando por ganarnos la vida.
Y además, es un actor de la puta madre. Lo es. Los santafesinos lo sabemos desde siempre. Pero basta con asomarse a cualquiera de sus interpretaciones dramáticas, para comprender que, si, que Dady es un actor de la putísima madre. Y su personaje en el «Ciudadano Ilustre» lo certificó. No hacia falta esa norma IRAM. Pero como algunos siempre la andan reclamando, ahi la tienen. No lo discutan más.
Por eso,da bronca la bronca de Dady, sus desprecios innecesarios. Me rebela su distancia, su hastío, su animosa necesidad de aparecer como un tipo al que «todo le chupa un huevo», y sobre todo en Santa Fe. Su indiferencia ante el afecto del otro que no es nadie. Sus «ni en pedo». Ojo: Está en su derecho, es su asunto, no el nuestro, ni el mío. Pero me da ganas de decirle: «no tenés necesidad».
Una noche compartimos la conducción de un evento en la Estación Belgrano. Su mujer estaba a punto de parir. Tuve la suerte de compartir una copa con él, mientras repasábamos el guión. Estaba nervioso, claro. Yo por estar al lado de él. El , porque no tenía que estar ahí. Tenía que estar en Buenos Aires junto a su mujer. Y su indiferencia por todo lo que pasaba a su alrededor, era comprensible.
Esa noche dijo dos frases que guardé para siempre: la primera es muy pública, suele repetirla. «Subamos y matemos a todos con profesionalismo. Somos eso, asesinos seriales. Nos pagan y matamos». Lo dijo olvidando que no, que para muchos de los que estábamos ahí, no es tan sencillo «salir ahí» con la indolencia del que dispara sin otra preocupación que la de cobrar. La gente común no actúa así. Claro. No somos actores como él, primero. Y segundo, nos cagamos de miedo ante la mirada de los otros. Y algunas veces no alcanzamos a sacar el arma. Ya ni hablar de disparar.
Lo otro que dijo me asombró más. En un momento nos fue preguntando a todos que hacíamos. Yo le dije que era periodista, y enseguida me preguntó: ¿ quien te paga?. Le dije que me acababa de ir de LT10, que estaba en Canal 13 y antes de terminar la frase me cortó: ¿ pero quien te paga?. «Me produzco» le dije, y él con algo de sorna remató: «bienvenido a la intemperie». La intemperie era ese lugar, todavía, donde no se cobijaban ni los Kirchnerista ni los antiKirchnerstas. El dejó de estarlo al poco tiempo, algunos otros seguimos ahí.
Pero Dady es un tipo con un magnetismo que excede a eso. En eso, siempre brilló por encima del Chino y de Miguel, en determinados públicos. Y con Miguel debieron aprender de sus egos para poder consolidar un proyecto de laburo que nadie puede discutir como único en la historia del país. Distinto a Les Luthiers. Una comparación injusta y dolorosa. Les Luthiers no causan lo mismo que Midachi, ni viceversa. Ambos son únicos, ambos tienen sus historias. Pero en este país siempre queremos elegir al número uno, en lugar de sumarlos. O es Messi o es Maradona, parece que no hubiera lugar para dos. Así en todo.
Pero hablabamos de Dady. Un artista enorme.Uno de esos que tienen el aura tan marcada que alcanzás a verlo a cincuenta metros, en medio de la multitud.
Y Dady, parece enojado. Cansado de la gente. Y es probable que él crea- lo dijo en estos días a raíz de algunas fotos y comentarios por sus vacaciones en Miami- que alguna gente, algunos lugares, algunos ambientes son «territorio enemigo».
Y no es así. Habrá perejiles que confunden todo, obviamente. Resentidos hay distribuidos por todo el mundo. Y opiniones, como esta, tienen el peso de la pluma que vuela con el mínimo viento del norte.
Los santafesinos lo reconocemos a Dady, y no nos importa si es de Colón o de Unión, si es K o Macrista, si se pelea o no con Miguel por política. Si se separa o se junta con una mujer. Nosotros queremos al artista.
Sería bueno que él lo sepa.Acá no está a la intemperie, acá no necesita comportarse como un asesino serial, acá ni siquiera que tiene que decir que si, o no.
Pero a los «Ni en pedo» que los deje para la gente que lo desprecia o que lo maltrata, o que no lo admira.
Sos vos, Dady.