Me crucé en el Supermercado con un funcionario de la Municipalidad de Santa Fe. Voy a reservar su nombre para protegerlo, aunque es muy probable que se haya encargado de contar su versión de la conversación en los despachos, donde se define su futuro laboral mes a mes. Así suelen ser y hacer.

La charla fue graciosa. Me dijo algunas cosas con una moderación asombrosa, si se compara con los modos que suele tener en redes sociales, por los que se disculpó. Recién después de la charla lo comprendí: hacía muchos meses que lo tenía silenciado en Twitter y para su pesar, no había leído sus consideraciones.

En el «microclima» de la política y los medios santafesinos, hay una idea instalada por la militancia Municipal- Universitaria, supongo que gestada desde la usina argumental del grupo, que los invita a decir que mis críticas y mis posiciones respecto a la gestión de José Corral responden a «despechos personales». Si,como lo leen. Hay quienes suponen que mis posturas frente a la cada vez más desastrosa gestión, se correlacionan con «hechos del pasado» que me enemistaron con el intendente, aún mucho antes de que lo fuera.

Es llamativa esa versión. Corral y yo fuimos amigos. Al menos eso creo yo. Y cuando digo amigos, me refiero a eso que se llama efectivamente amistad: Cercanía, complicidad, viajes compartidos, compañía y muchos momentos inolvidables de grupo. Un grupo, que con más o menos integrantes, sigue siendo mi principal espacio de afectos extra familiar. O más, de tantos años de conocernos con ellos, casi familiar. Yo sigo siendo miembro pleno de ese grupo, y lo cultivé durante tres décadas.

Con Corral compartimos ese grupo, y por dar algún ejemplo de los que no admiten dudas, nuestra amistad llegó a puntos de mucha confianza: yo era de esa clase de amigos que me quedaba a dormir en el sanatorio cuidando a su padre enfermo . Esa era la relación que nos unía. Y si, después nos pasaron cosas. Tuvimos problemas, como casi todos los amigos los tienen, y entre otras cosas una vez – yo ya lo había olvidado, y me lo recordó este funcionario del supermercado – nos enamoramos de la misma mujer. Afortunadamente, estoy hablando de casi 30 años atrás, esa mujer no fue ninguna de las importantes en nuestras vidas, al menos en la mía. Y supongo que en la de él tampoco.

Los mitos podrán decir cualquier cosa. Pero todos nos enamoramos de la mujer equivocada alguna vez, y siempre hubo mujeres (y hombres, claro) que aprovecharon los beneficios del exceso de amor: entonces José y yo, eramos muy jóvenes, y la chica, lo disfrutó. Eso pasó, hace mas o menos… ¡ 30 años !

Y a comienzo de los 90. Si, a comienzos de los 90, yo me fui de la organización política que compartíamos- Franja Morada- con los roces propios de ese tipo de salidas: entonces pareció un asunto grave, claro, pero con el correr de los años todos entendimos que esos lugares son importantes para quienes eligen la política como modo de vida. Yo ya quería ser lo que soy, y antes, tenía que recibirme de abogado. Eso hice: rendí de un tirón todas las materias que adeudaba, no sin trabas, y me recibí. Y luego elegí ser periodista. De la mano de un hombre que me entendió y me ayudó mucho, y al que le guardo un agradecimiento eterno, hoy a su pesar : un tal Julio Schneider.

Y la vida siguió… A tal punto siguió que al menos para mi, cuando la vida se fue acomodando en las cuestiones importantes, José Corral volvió a formar parte- menos intensamente, pero parte al fin – de mi vida. Recuerdo un gesto que lo sorprendió: lo invité a mi casamiento. Y después, la relación fue normal. Nos volvimos a juntar cada tanto, nos consultábamos mutuamente, y aunque no volvimos a ser amigos, el afecto permaneció intacto.

Los «problemas» se reanudaron cuando yo ocupé algunos lugares centrales en LT10. Yo acompañé, por convicciones, todo el proceso que llevó a Barletta en 2007 a la intendencia, pero no su intento de ser gobernador en 2011. No era un asunto personal, era una mirada distinta de la realidad: Para mi Barletta debía hacer un segundo mandato en la intendencia. Y José, era el más interesado en empujarlo a esa aventura. Entonces ya no disfrutaba de mi mirada, que a la postre, terminó siendo la que todos imaginabamos y que casi concluyó con las aspiraciones de crecimiento político del ex rector.

Sin embargo, lo recuerdo con claridad, aún contra mis convicciones me encargué personalmente de presentarle a Corral, algunos empresarios que podían ayudarlo en la campaña. O aún más, en medio del cierre de las candidaturas, recuerdo haberle hecho la gauchada – a su pedido desesperado- de llamarlo al propio Barletta para decirle que era José, el hombre que debían elegir para sucederlo. Mario ya se había dado cuenta del «empujón» de José, para correrlo del escenario, y en esas horas intentaba promover un sucesor distinto. Maldigo aquella intervención, que desconozco que influencia puedo tener (probablemente nula),porque el «otro» candidato era ni más ni menos que Julio Schneider. Si en algo tuve que ver, de verdad lo siento.

Pero José estaba apurado, y lo consiguió: Fue intendente. Y Bonfatti gobernador, aplastando a Barletta – tal como todos lo suponían, menos el cándido derrotado – en la interna. Barletta se enojó conmigo ( eso decían) y pidió (eso decían) mi cabeza: LT10, de boca del entonces rector Cantard, me pidió que saliera del aire a finales de 2011. Corral, no lo olvido, algunos meses antes me llamó con tono amenazante y me anticipó: «si no te alineas podés perder el trabajo». Y así fue nomás.

Sin embargo aquel despido no me generó problemas. Yo comencé a trabajar en Canal 13, alterné algunas radios FM, y seguí desarrollando mi trabajo sin necesitarlos. Y nadie podrá decir, y recuerdo especialmente con mucha vergüenza algunas acciones profesionales de las que me arrepiento como el apoyo a la construcción del Parking en la Plaza Alberdi, que mis posiciones periodísticas hayan sido opositoras a la primera gestión de Corral. Y diré más: busquen en los archivos de la época, y descubrirán que fui nulamente beneficiado por la pauta municipal. Ni siquiera podrán decir eso de mi: NUNCA recibí del INTENDENTE PAUTA, ni cuando «eramos amigos». Y cuando UNA vez me reuní con la polifuncionaria Andrea Valsagna en el bar de ATE-Casa España para hablar de pauta, yo ya había recibido una oferta de trabajo que me iba a alejar de los medios dos años: trabajar con Miguel Lifschitz en su gestión. Lo que lejos de incomodarme, me da mucho orgullo.

Recuerdo un dato más: cuando a José lo eligen Presidente de la UCR, le envié un cariñoso Email, deseándole buena suerte y algo más: le dije que era un orgullo verlo ahí, en la misma silla que alguna vez habían ocupado Illia, Alfonsín o Irigoyen. Y le pedí que lo aprovechara para pasar a la historia, por grandeza.

No me hizo caso, claro. No habrá presidencia en la historia de la UCR que pasará con más pena que aquella. Entonces, Corral se desnudó.

Y entonces llegó el momento más difícil de la relación: quise regresar a la radio donde tenía un empleo en licencia y «José» – a su pedido- se encargaba de «mediar» para mi regreso… Tuvimos varios encuentros en su despacho municipal, de los que guardo fotos y algunos registros de audios, y él, me pedía que lo esperara, que él se iba a encargar de resolverme el problema. El problema se resolvió judicialmente, y a mi favor. En un acuerdo que no me resultó conveniente, pero que acepté para no prolongar el conflicto.

Al poco tiempo descubrí que, aquel Corral que me pedía paciencia para resolverme el «problema», era el mismo que había dado la orden de que yo no volviera a la radio. No lo invento. Me lo contó un altísimo funcionario universitario, por entonces amigo, que reconoció su impotencia para resolver el asunto. «Niki (Cantard) hace lo que le pide José, y José le pidió que te borrara». La historia se encargó de mostrar cuan generoso fue Corral con el insípido Cantard.

¿ Se van entendiendo cuales son los problemas «personales» que tengo con Corral? No es despecho, es personal, si, pero profundamente político: me tocó descubrir la peor cara de un dirigente político: El que te dice que va a ayudar para que vos recibas lo que te corresponde por derecho, el que extiende la situación inexplicablemente poniendo cara de bueno, y finalmente, el que decide cortarte la cabeza. ¿ Es eso personal o político? Ambas, claramente.

Después Corral cruzó de vereda. Se convirtió en vocero incondicional de Cambiemos en Santa Fe. Y en un enemigo de las políticas y los dirigentes que lo llevaron a los lugares donde llegó. Y desde allí desplegó acciones que no comparto, ni desde lo político, ni desde lo ideológico, ni desde lo moral. Un tránsfuga pleno. Un sicario a sueldo del Presidente. Un Jefe de banda, sin más ideas que llegar a ocupar lugares más importantes. ¿ por bronce o cobre? A esta altura creo que las dos.

Su gestión, sus prácticas comunicacionales, sus extorsiones con los medios, sus modos violentos de obtener adhesiones en los barrios, su manera cada vez menos disimulada de mentir, y finalmente, sus afiebradas propuestas- todas contrarias a los intereses de la Provincia- lo convirtieron en eso que es hoy, no para mi, sino para casi todos los periodistas y políticos de la ciudad: un sujeto temerario, sin ninguna clase de empatía con la gente, con un indisimulable hambre de poder, sin códigos y con una cada vez más notable capacidad para equivocarse: ¿ Se contagió de Macri?

Los «chicos» de la Franja que me insultan por redes, los funcionarios como «Chuchy» Molinas, que llegan a decir cosas horribles y falsas como que tengo problemas con las drogas- con la Cocaína concretamente- dice la ex concejala progre. Los modos de proceder para ensuciar las cosas que digo con pretendidas «interpretaciones psicológicas», me causan mucha gracia. Que vuelvan a historias de 30 años atrás o que me inventen adicciones, termina siendo casi un elogio.

Si terminan diciendo eso, es porque afortunadamente no pueden imputarme otra cosa: ni haberme enriquecido ilegalmente. Ni alguna acción de la que pueda avergonzarme.

Y no es personal solamente. Es político también; Corral es la clase de políticos que piensan sólo en sus beneficios personales, y no quiero esa clase de dirigentes ni acá, ni en China. Y esas son las verdaderas razones de mis diferencias con él. ¿ Que soy Socialista? No. Ni afiliado, ni tampoco muy apreciado por algunos sectores que me consideraron un rival, cuando mi nombre circuló como posible candidato a concejal. A diferencia de muchos, de todos los partidos, no quiero hacer política en cargos. Me gusta la cosa pública, participo de ella, conozco a muchos dirigentes por una cuestión generacional y además, no cuajo en la modalidad «militante». Muchas veces escribo cosas que molestan a los miembros del Frente Progresista, y esas cosas, sólo son posibles cuando no tenés vínculo orgánico y algo más: cuando sos libre.

Así que como le dije al funcionario, muy envejecido, muy descuidado, que aunque le fue bien económicamente en los últimos años – se estaba subiendo a una SUV importada muy nueva- mientras cruzaba palabras conmigo y yo estaba apoyado en mi pequeño Fiat mobi:» Dejen de joder con este tema de los asuntos personales. Obvio que tengo asuntos humanos que jamás voy a perdonarles a Corral. Nadie perdona al que juega con tu modo de ganarte la vida, nadie puede tener simpatía por quien te miente, y nadie, absolutamente nadie puede querer sentarse en la mesa de un hombre con semejante frialdad para ejecutar sobre las vidas de los fueron sus amigos»

Y le agregué, en la despedida de falso cariño : «cuídate, querido, que tarde o temprano, si no le servís más o te animás a pensar diferente, no va a dudar en limpiarte»

Se rió. Y seguro se fue pensando en eso. La vida de los que rodean a estas clases de seres, tienen motivos para envejecer rápido, para vivir con temor, y para sentir lo que son: esclavos. Eso, seguro, es lo que no soy yo.

Un comentario en «No es personal. Es personal, es ético y político»

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