Separemos las cosas: Ayer se derrumbó un pedazo de cielo raso del segundo piso de un efector público. La situación fue grave. Debieron evacuar a algunos pacientes y si no hubiera sido advertido a tiempo, pudo ser una tragedia.
Con el correr de las horas, ocurrieron varias cosas; en primer lugar el gobierno explicó lo ocurrido y lo adjudicó- nadie lo desmintió- al desprendimiento de un codo que une dos tramos de un caño de desagüe pluvial que pasa entre el techo y el cielo raso.
Aparentemente, por lo que se explica, el peso del agua acumulada en el caño que no podía vaciarse por los niveles de agua en la terraza y en la calle, derivó en la caída de toda el agua sobre el cielo raso y esté cedió por el peso.
La situación se restauró rápidamente, y se anunció que hoy mismo, la placa será cambiada y la atención en el Centro médico público, será normal. Y con todas las instalaciones en funcionamiento.
Explicado así, uno podría decir : «-Bueno, no fue tan importante». Pero si. Es grave que se caiga un pedazo del cielo raso en un hospital. Puso en riesgo la seguridad y la vida de los pacientes y los trabajadores. Y además, denota una clara responsabilidad en el control final de la obra, que apenas un año y un mes después de ser inaugurado, sufrió esta falla.
Lo que pasó es eso, y nada más ( y nada menos ) que eso. Y lo que cabe es exigir la determinación de los responsables que debieron controlar el estado de las cañerias, inspeccionar sus uniones, y detectar el riesgo que supone que esos caños no resistan el peso del agua en caso de saturación como ayer.
¿ Hay resposables políticos? Claro, todos los hechos que ocurren en el ámbito del estado y que no están exclusivamente ligados a la naturaleza- aunque ella tenga participación- tienen responsables. Y sobre eso, el gobierno, sus funcionarios y sus ex funcionarios ( aquellos que realizaron la obra y la inauguraron) tendrán que dar las explicaciones del caso.
A la vez, y ya en consonancia con los tiempos electorales, empezaron a correr las comunicaciones colectivas e individuales, de reproche a lo ocurrido y hubo quienes lo hacen con legitimidad- los gremios que nuclean a los empleados del lugar, por ejemplo- y quienes aprovecharon la volteada para salir a descalificar directamente a la obra del CEMAFE, dando por hecho que lo que ocurrió era algo así como una estafa pública.
No. El CEMAFE no sufrió ningún problema estructural, no deja de ser la obra arquitectónica pública más importante del país, y además, no dejará de funcionar. Es un espacio de salud pública muy valioso y sus funciones, lentamente, se han convertido en un servicio muy importante para miles de santafesinos.
O sea, que no se puede convalidar el reproche político, en tanto partidario oportunista y porque la situación se subsanó rápidamente , y lo que pudo ocurrir, no ocurrió.
Lo que pudo pasar, es un asunto a tener en cuenta y debe servir como advertencia: No puede volver a pasar, ni en el CEMAFE, ni en ningún espacio público.
Todo lo demás, es hipótesis, es ucronía y es, naturalmente, la iridiscencia de los ojos de quien lo quiera ver como le convenga. Aún así, lo que pasó es eso, se evacuó a tiempo, y no hubo que lamentar nada más que un pedazo de cielo raso, que la empresa constructora- en garantía- reparó con rapidéz.
Lo que no pasó, no pasó. Y sobre lo que no ocurrió no se pueden hacer evaluaciones. Y en el caso de que se hagan, todas serán subjetivas, interesadas y probablemente teñidas de electoralismo.