Ayer cumplimos una semana de estadía en Caracas. Mi compañero de viaje se fue a Cúcuta a cubrir el intento de la ayuda humanitaria, por el puente Tienditas. Ambos tuvimos la suerte de recorrer todos los barrios, todos los climas y todas las expresiones que componen esta Venezuela Chavista.
Durante toda la semana, y a pesar de que fuimos cubriendo de la manera más equilibrada posible la situación sin abrir calificaciones ni permitir el paso de los prejuicios individuales, recibimos muchos mensajes desde Argentina, explicandonos lo que pasa acá.
Al principio, tomamos esas expresiones como modos de colaborar con nuestro trabajo. Vinimos con la idea, y lo cumplimos, de escuchar todas las voces, absolutamente todas. Y así como cubrimos un acto con la presencia de Juan Guaidó, también asistimos a la firma de los petitorios del oficialismo, por parte de los Constituyentes , entre los que se destacaba el Militar Diosdado Cabello.
Hemos publicado las opiniones de los oficialistas, muchas. Y de los opositores. Recorrimos el barrio más duro de Caracas, Petare, y vimos la virgen de medio metro que compran los delincuentes y a la que le rezan para volver vivos por la noche después del raid que deja, si, más de 50 homicidios por noche en toda Venezuela.
Tambien vimos a los sectores pudientes manifestarse contra el «Régimen», pero vimos a trabajadores llorando porque su sueldo no alcanza a 6 dólares por mes. Y eso apenas alcanza a comprar un kilo de queso.
Y vimos el abandono de PDVSA, y el deterioro casi irreversible de los laboratorios científicos. Y sentimos el dolor más profundo cuando nos impidieron entrar al Hospital donde mueren entre 2 y 5 niños por día, y muchos más adultos.
Vimos la Venezuela de la nafta gratis, de los servicios que no se pagan simplemente porque no se prestan. Hoy el 82 % de la población venezolana no tiene agua en sus canillas. Y lo propio ocurre con los hospitales y todos los espacios de atención pública.
Siete dias en Venezuela alcanzan para que tengamos una mirada un poco más amplia que la que se tiene desde la comodidad del living ideológico.
Nada de esto se explica con consignas, ni reducciones.
Es cierto que detrás de Guaidó viene Estados Unidos, si. No caben dudas
Pero también es cierto que la vida de los venezolanos es cada día peor. Que bajo la excusa de los bloqueos- que no existen en términos absolutos porque el comercio y el abastecimiento de Rusia, China, India y Cuba son de flujo permanente- la gente ya ni siquiera tiene derecho a tener su dinero en la mano. Y todos intentan sacar una ventaja, pidiendo limosnas, ofreciendose a hacer «favores» para ganarse un dólar y salir corriendo a comprar algo para comer.
Nadie puede contar lo que es Venezuela desde otro lugar que no sea Venezuela. Y nadie, absolutamente nadie, puede reducir la crisis de este país a la presunta existencia de «dos modelos opuestos».
Mientras impere la muerte como regla. Mientas un grupo de motorizados tengan la impunidad oficial de amedrentar a los que piensan diferente. Mientras Estados Unidos y sus socios, entre los que nos incluimos los argentinos, claro, no dejen de amenazar con intervenciones, y mientras el régimen de Maduro no acepte sentarse a una mesa a planificar una salida conjunta de este infierno, todo lo que viene será trágico.
Lo digo desde Caracas. Un país que cerró los vuelos a todo el mundo y le puso incertidumbre a mi regreso. Un país que no soporta más la tristeza, que ya no rompen un Joropo y una copa de Ron.
No me cuentes por redes sociales cómo debo mirar y contar Venezuela. Porque vine a mirarla y a contarla. Asumiendo que era lo que debiamos hacer los periodistas.
Si preferís seguir hablando desde lo sectorial, y comparando la miseria con la ultramiseria y elegir a alguna de ellas, no cuenten conmigo.
Yo veo a Venezuela sangrar y llorar. Y no quiero apuntar a un solo culpable. Porque no es uno sólo, sino muchos. Y que aunque parezcan enfrentados, finalmente persiguen el mismo objetivo: enriquecerse, hacer negocios, e ignorar a los millones que se fueron y a otros tanto que están en peligro de morir. Por resfrios, por cáncer, por infartos derivados de cuadros menores. O por balazos.
Felicitaciones por tu claridad en tus notas. Espero que no corra riesgos. Si. Seguramente hay muchos culpables adentro y afuera de venezuela. Y eso es por la riqueza que posee su suelo. Y paga el pueblo con su vida, que a nadie le interesa. Doloroso. Saludos!!
Hola Coni. Viví 6 años en Venezuela. Me casé con una venezolana. Amo su gente. Su tierra . Su cultura. Y sufro por lo que pasa. Sobre todo sufro por la cantidad de gente opinando sin saber absolutamente nada de cómo es la situación. Te felicito por el artículo. Excelente. Celebro que un PERIODISTA haya ido a la fuente y cuente lo que ve. Así debería ser siempre. Abrazo grande
Dario Sabena
Triste, muy triste la realidad de Venezuela. Y como expresas magistralmente, es un pueblo víctima de dos pujas con escasas posibilidades que alguna piense en él. Pobre venezolanos.