Ahora es la esposa de un narcotraficante que le pide una foto al candidato a Gobernador Antonio Bonfatti en medio de una fiesta pública de carnaval y luego, desde cuentas fakes, la lanzan a circular, como «prueba» de una relación entre ambos.
Es apenas el comienzo de una campaña que será sucia. Y de la que existen muchos antecedentes, probados y desarticulados, que expresan la capacidad y la falta de límites de algunos para sacar ventaja en la competencia electoral.
¿ Alguien recuerda cómo nació la historia del término «Narcosocialismo»? Lo acuñó el Diputado Camporista Daniel «Cuervo» Larroque, en una alución en la Cámara de Diputados de la Nación, apenas unos días después de la detención de Hugo Tognoli, jefe de la policía de Santa Fe, mientras Agustín Rossi, a su lado, aplaudía con rabia. En esa causa Tognoli fue sobreseído por falta de pruebas. Pero Larroque nunca se desdijo ni pidió disculpas. El término quedó instalado en el lenguaje de la política santafesina, y con él se instala la idea de la complicidad del Socialismo con el Narcotráfico.
Lo usan por derecha y por izquierda. Se suele escuchar en boca de militantes del PRO y del PJ, indistintamente. Aunque nunca, jamás, se haya probado un sólo vínculo de ningún funcionario del gobierno de la Provincia de Santa Fe con el delito del narcotráfico.
En enero de 2016, apenas asumido el gobernador Miguel Lifschitz, los «profugos» y presuntos autores del Triple Crimen de la Efedrina aparecieron en Santa Fe. La zona afectada por las inundaciones del Río Paraná, se convirtió rápidamente en el centro de la escena nacional.
La persecución de los prófugos duró dos días, y en el medio se produjo una extraña situación que la empujó a decir a la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, que los tres estaban detenidos. Y no era cierto, todavía. Sólo uno de los perseguidos había sido alcanzado por la policía de Santa Fe, y los otros dos continuaban la huída por los pantanos de la zona.
El error de Bulrrich enseguida se imputó desde los medios nacionales a los funcionarios provinciales. Nadie entendía el cortocicuito y mucho menos el origen de aquel error. Lo cierto es que mientras los dos presuntos criminales permanecían en fuga, apareció un confuso video que la Diputada Elisa Carrió mostró en TN. En el video se observaba solamente a un auto que era demorado por un efectivo de la policía santafesina, y del cual bajaban dos hombres a conversar con el oficial. Los dos hombres se subian de nuevo al vehículo y seguían su camino, por las calles de Cayastá.
Para Carrió aquello era la prueba irrefutable de la complicidad de la Policia santafesina que había dejado continuar a los dos prófugos. Apenas unas horas después, el verdadero protagonista del video se presentaba ante las autoridades policiales para explicar que él y su hijo eran los que circulaban en aquel vehículo, y que la imagen era la de ellos siendo demorados por la policía para pedirle los papeles del auto.
Carrió nunca pidió disculpas por aquel «error», pero el daño ya estaba hecho. TN nunca utilizó un sólo segundo para reconocer que aquel video era falso, y que no se correspondía con la realidad. Algo quedó.
No era la primera vez que ocurría una cosa así. En septiembre de 2014, la hermana Marta Pelloni, junto al directivo de la Fundación Alameda y dos asesoras del entonces Ministro de Defensa Agustín Rossi, denunciaron al hermano del ex gobernador Hermes Binner , Dante, por el presunto robo de dos mellizos recien nacidos.
La «víctima» era una ex militante del Movimiento Evita, Liliana Montenegro- que había sido echada de la Agrupación por su condición de vendedora de estupefacientes- y que aseguraba haber estado embarazada, haber sido secuestrada y finalmente separada de los dos niños, que presuntamente estaban vendidos a un matrimonio de Zavalla, en el sur de la Provincia.
La investigación demoró meses, pero las pruebas fueron concluyentes: Montenegro, era obesa, hipertensa, diabética y tenía las trompas atadas. Era imposible que pudiera llevar adelante el embarazo que acusaba haber cursado. Y lo peor: la historia clínica demostró que el mismo dia y a la misma hora en la que había denunciado su secuestro, había estado en la Guardia del Hospital de Granadero Baigorria, tomándose la presión. Había llegado al lugar sola, caminando y fumando. No había en su cuerpo ningún rastro de haber parido, ni ese día, ni meses antes.
Nadie nunca pidió disculpas por la denuncia. Todos se llamaron a silencio. La hermana Pelloni nunca más vino a Santa Fe, ni aceptó hablar del tema. Gustavo Vera, responsable de La Alameda me dijo el año pasado en el piso de la radio, que «nunca siguió el tema y que no recordaba la denuncia, que solo se había limitado a acompañar a Pelloni». Las entonces abogadas del caso, Lucila Puyol y la ex defensora del Pueblo de Santa Fe por el peronismo, Liliana Loyola, ambas asesoras de Rossi en la Cámara de Diputados, guardaron silencio y nunca explicaron públicamente la farsa que llevaron adelante. Algo quedó.
Por eso no quedan dudas de que las acciones montadas sobre mentiras son moneda corriente en la provincia de Santa Fe. Y se manifiestan con una imprudencia o una temeridad que ya no sorprende a nadie, si se está lo suficientemente informado.
En todos estos años, y aún con la Justicia Federal en manos de gobiernos claramente opositores, y habiendo existido situaciones de una enorme gravedad institucional como la balacera criminal al domicilio del ex gobernador y ahora candidato Antonio Bonfatti, no hubo ni hay una sola denuncia penal que involucre a funcionarios de los gobiernos del Frente Progresista en ningún delito.
Con la excepción del citado Tognoli, condenado en una causa menor por presunta colaboración con un narcotraficante en una investigación que llevaba adelante como Jefe de Drogas y del ex titular del Ente Portuario de Santa Fe- hombre de estrecha confianza del actual intendente y candidato a gobernador José Corral- Marcelo Vorobioff, no hay una sola causa abierta contra ningún funcionario, y mucho menos sentencias .
Desde aquella bravuconada sobre el «Narcosocialismo», y aunque la Banda de Los Monos haya sido desarticulada y condenada por delitos comunes, en acción pura de la Policía y la Justicia de Santa Fe, no existió una sola acción ni prueba de algún vínculo de los gobiernos del Socialismo con los narcotraficantes.
Ni el el juicio a Los Monos, ni en las causas que le llevaron adelante a Tognoli, ni en ninguna de las decenas y decenas de escuchas telefónicas que se utilizaron como pruebas, apareció una sola prueba de ese presunto vinculo.
Por eso llama mucho la atención, y a los antecedentes habrá que remitirse, la foto que comenzó a circular por las redes hoy, y que supuestamente prueban un vínculo entre Bonfatti y la esposa de un Narcotraficante.
¿ Acaso Bonfatti se sacó una foto para mostrar su vinculo? ¿ Bonfatti se muestra públicamente con una jefa narco, para autodenigrarse en medio de un carnaval?
Queda claro que no. Que la foto fue provocada por la protagonista, y que forma parte de una acción intencional, que tiene sobrados antecedentes.
Un anticipo de la mugre con la que empieza una campaña electoral, y en la que se expresa con claridad, hasta donde son capaces de llegar algunos desesperados, con tal de acceder a una cuota de poder.
Bonfatti se encargará de denunciar los hechos, y la justicia deberá rápidamente dar una respuesta.
Lo que nos compete a nosotros, es detectar quienes son los responsables intelectuales de estas, y todas las acciones antes citadas. Porque en esas acciones se esconde la verdadera estatura moral de los
autores. Y es imprescindible saber, a que intereses responden.
Los que acusan de delitos graves, que luego no pueden probar, son sujetos peligrosos, porque mienten, con la convicción de que «algo queda». Y nada de eso, puede ser capital de quienes quieren administrar la cosa pública en el futuro.