Nos estuvieron enfermando la cabeza durante dos semanas. En el juego entraron todos los medios importantes del país y al fuego lo alimentaron desde el gobierno y desde el Kirchnerismo con una inédita participación de la ex presidenta, formulando un apoyo inesperado al candidato del peronismo neuquino.

Para el gobierno, la elección era «determinante» para el futuro inmediato. Algunos analistas alcanzaron a decir que si ganaba el Kirchnerismo, era probable que el Ministro Dujovne suspendiera su viaje a los Estados Unidos por temor a una corrida del dólar. Mensaje terrorista, si cabe el término.

Desde el Kirchnerismo se hicieron los rulos. La jefa mandó el video, y los medios que le responden ciegamente mandaron a toda la tropa a cubrir, lo que descontaban, era un primer paso hacia el retorno de Cristina.

Las encuestadoras… ¡ las encuestadoras ! volvieron a asegurar resultados probables que terminaron siendo imposibles, y cuando la noche caía y los resultados eran distintos a los esperados, no faltaron los que empezaron a agitar el fantasma del fraude…¡ por quince puntos! que les habría propinado el MPN. El partido que gobierna esa provincia desde antes, durante y hasta hoy de la dictadura. Reconvertido en un partido más democrático, y que según todos, perdía.

El MPN goleó. En términos futboleros. Sacó casi el 40 % de los votos, mientras las encuestadoras le auguraban un techo del 24%. El PJ unido, en esta versión verde-celeste del Kirchnerismo, sacó los 26 % y Cambiemos, con el PRO y la UCR adentro, apenas alcanzó el 15%. Apenas 16 % menos que en las elecciones de Diputados del 2017. ¿ Se entiende?

En cualquiera de los casos, algo queda claro: La realidad es la realidad, aunque los medios y los mejores aportantes de los medios quieran instalar otra realidad. El libre ejercicio de la voluntad popular arrasa contra cualquiera de las operaciones, si esas operaciones apelan a la idea mágica de que se puede instalar un escenario falso, en lugares donde las variables, los actores y especialmente la gente, está mirando su propia realidad, no la de los microclimas porteños

La derrota es doble, y suena a advertencia nacional también: ganó un partido provincial. Y les ganó a las dos fuerzas dominantes en los medios. Además, el porcentaje del ganador se acerca mucho a lo que todos imaginamos en el futuro. Un 40 % de los neuquinos le dijo que no a los relatos Macristas y Kirchneristas. Y enciende una luz de alarma auténtica: muchos estamos hartos de la bipolaridad argentina, y especialmente del juego de enfrentamiento exclusivo entre Macri y CFK.

Ambos gobernaron y en cierto modo, desilusionaron. Ambos dejaron, en el caso del Macrismo con mayor gravedad, situaciones sociales irresueltas, y se demostraron incapaces de acabar con las desigualdades, el desequilibrio y la estabilidad del país. Unos porque lo contaminaron con sectarismo y un alto nivel del corrupción, desaprovechando un momento histórico de la economía nacional, y los otros, porque aplicaron un ajuste y generaron un nivel de endeudamiento brutal, que no sabemos todavía, cual será el alcance de los daños que generaron.

La única fortaleza de los dos, es el rechazo mutuo. El azuze constante con la contrafigura. Un discurso que suena ridículo en la realidad cotidiana: no seremos un pais mejor, si el próximo presidente tiene el rechazo del 70 % de los habitantes. No hay construcción posible, sobre la idea de gobiernos débiles. Y Neuquen acaba de dar esa señal: la mayoría de los neuquinos, le dijeron no a las banderas flameantes del miedo. Ni le dieron bola a Cristina, ni la aparición de Cristina, generó miedo en los antiK.

Basta. Se trata de poner la realidad por encima de los relatos. Ya no alcanzan los discursos y los miedos. Lo que se necesitan son políticas públicas que vayan modificando, ciudad por ciudad, provincia por provincia, y especialmente a nivel país, que consigan reunir la mayor cantidad de voluntades posibles, sobre la base del acuerdo, no del desprecio.

Los hechos le van ganando a las operaciones, y esa es una buena noticia. Algunos intentarán juntar a celestes y verdes, otros intervendrán partidos para evitar internas. Unos juntarán al agua con el aceite y harán mezclas indigeribles para los mezclados, y otros… Insistirán con la idea de que si ellos no se quedan, viene el cuco.

Pero la gente termina decidiendo, siempre. Y es muy dificil, por momentos imposible, que se equivoque. Las sociedades no se suicidan.

Y los muchachos de la grieta eterna deben empezar a entenderlo: ni Cristina, ni Macri imponen gobernadores, ni ambos tienen asegurada la presidencia por la mera acumulación de espanto entre unos y otros.

Lo de Neuquen, que salvo a los Neuquinos no le importaba a nadie, por culpa de esa idea central, terminó importando a todos. Lo paradójico es que terminó siendo un chasco para ambos, y abre un interrogante grande sobre el futuro del país. Y deja una sola certeza: estamos podridos de elegir entre lo menos malo. Nos hartaron con el discurso del miedo y el terror. Pero de lo que estamos es muy dificil que estemos. Por lo menos, elijamos con libertad, con quién elegimos intentar estar mejor.

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