Florencia está enferma. Nadie lo puso en dudas. Y eso ya es raro. Que en un país donde todo se pone en duda, donde la realidad- incluso lo que vemos- es relativa y sospechosa, nadie discutió su enfermedad.

Su madre, una ex presidenta con serias aspiraciones a volver a serla, decidió que la mayoría de los argentinos nos enteremos de su enfermedad a través de un video de dudoso gusto. Un video lastimero, con una búsqueda inocultable de efecto sentimental, más cercano a un homenaje que a la emisión de una simple información: que su hija está enferma.

Su madre, además, en el video le imputa las razones de la enfermedad a la persecución judicial que sufre, a raíz de hechos que le son jurídicamente imputables. Porque Florencia es mayor de edad, y porque existen dudas sobre sus responsabilidades en acciones de negocios familiares que podrían haber infringido la ley.

La madre dice que su hija se enfermó a causa de las acciones judiciales que la persiguen. En realidad dice que la persiguen judicialmente y que el stress que le genera esa persecución, acabó debilitando la salud de su hija. Y entonces eso derivó, textualmente, en una imposibilidad de su hija de mantenerse en pie o sentada por mucho tiempo.

Los propios de la ex presidenta profundizan: tiene un problema linfático, agravado por una situación de ansiedad y pánico. Y dicen que si, que efectivamente todo comenzó con sus problemas nerviosos, que derivaron de su ánimo deteriorado por la persecución de la justicia.

Entonces Florencia, que había viajado a La Habana para participar de un curso de cine, se queda en Cuba para recibir un tratamiento y su madre, emite el video de dudoso gusto, informándonos a todos que se va del país para estar con su hija y aprovecha para emitir un mensaje adicional: le pide a la justicia y a la prensa, que se metan con ella y no con su hija. Y que se va a Cuba- como resulta normal a cualquier progenitor angustiado por la salud de una hija- a estar con ella.

Y después, obviamente, se desata una polémica. Sobre el video, sobre las razones del estado de salud de Florencia, sobre la persecución judicial, y también, se especula equivocadamente sobre lo único que no se puede especular: sobre las verdaderas razones del viaje de la ex presidenta.

Nadie puede discutir el ánimo de disposición a la justicia de la ex presidenta. Y aunque prácticamente no ha prestado declaración en ninguna de las causas, nunca dejó de cumplir con ninguna de sus obligaciones procesales. Si la madre de Florencia tuviera interés en fugarse, ya lo hubiera hecho. Y nunca lo hizo. Mucho menos lo haría, a siete meses de medirse en las urnas con serias y ciertas chances de volver a ganar ¿no?

El problema en todo caso, es el video. O al menos es lo que me pasa a mi con el video: lejos de aliviar el peso sobre su hija, la ex presidenta expone a su hija hasta el punto de que todos nos enteremos sobre los detalles de su estado de salud. Un asunto que en general, los humanos preferimos no contar. Por un montón de motivos. Desde la protección de la intimidad, hasta el más nimio aspecto de orgullo o vergüenza.

Florencia está enferma. Y una enfermedad no es un trofeo. La enfermedad, la de Florencia y la de cualquiera, no puede nunca ser bandera de defensa política o judicial. Es una desgracia humana. Y como tal, merece un tratamiento moderado y respetuoso. Para el enfermo, principalmente, y para su grupo familiar. Entonces usar una enfermedad, justificarla en razones de índole político o judicial, es una falta de respeto. Una ligereza que se auto propina la madre, de manera inexplicable.

Si efectivamente la madre de Florencia cree que su hija está enferma por las razones que anuncia, debería ponerse en el primer lugar de las responsabilidades: su hija ocupa los lugares que ocupa en las empresas familiares sospechadas, por su decisión y la de su extinto marido.

Los padres somos, mientras nuestros hijos sean menores de edad, los que elegimos en que lugar de vulnerabilidad pública los ponemos. Y en este caso, no cabe una sola duda, Florencia- inocente hasta que se demuestre lo contrario- es investigada por ocupar lugares en empresas sospechadas. Y la justicia, con todas las dudas que le caben a la argentina, persigue delitos. Y si Florencia forma parte de las empresas presuntamente responsables de haberlos cometido, no tiene alternativas: debe someterse a la justicia.

Después, claro, se sabrá si continúa siendo inocente o resulta culpable. Pero mientras tanto, a causa del lugar que ocupa, no puede eludir el cargo de ser investigada.

Si ella no eligió estar en un directorio o tener cuentas bancarias millonarias, el problema ya es familiar. Y es tarde. Al menos hasta que termine el proceso.

La madre no puede culpar de una enfermedad a otros. Aunque coincidamos que los otros puedan tener intenciones maliciosas sobre ella y su hija.

Los problemas linfáticos no se correlacionan con un asunto judicial. Ni se tiene pánico exclusivamente por ser sospechado de un delito.

Ambas cosas le ocurren a millones de personas ignotas, que no sufren situaciones procesales. Las enfermedades, y no hace falta ser médico para decirlo, son ocasionadas por miles de motivos, que van desde lo meramente físico u orgánico hasta lo psicológico. Y establecer un vinculo directo entre un hecho determinado y la enfermedad, es cuanto menos irresponsable.

Florencia está enferma. No es victima de un atentado. No sufrió detenciones, ni fue sometida a torturas. No quedó a la intemperie, ni sufrió hambre, ni alcanzó a ser demorada en una comisaria. Solamente está procesada, por ocupar un lugar que probablemente ella no eligió. Y entonces, cabe por lo menos una mínima autocrítica de la madre.

El video, compuesto de fotos de Florencia en blanco y negro, y musicalizado con una melodía cercana a lo fúnebre, a muchos nos resultó de mal gusto e innecesario.  Los argumentos de la madre, más cercanos a exponer a su hija que a protegerla. Y finalmente, utiliza un motivo de salud, como herramienta de defensa o ataque político. Sin ninguna necesidad.

Es posible que Florencia sufra las consecuencias de una persecución judicial. Es probable que ello haya afectado a su salud, no lo sabemos. Pero el video era innecesario. No suma a su defensa judicial, ni ayuda a su cura. Y a eso, su madre, debería saberlo.

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