Si me preguntas otra vez, te voy a repetir lo mismo: No lo sé. No tengo la más remota idea de cómo se resuelven los problemas del paìs. Menos los del mundo, del narcotràfico, los fanatismos religiosos, la ingenierìa financiera y la interpretaciòn del agujero negro.
No me parece que el mundo siga dividido entre izquierdas y derechas. Y tengo la absoluta certeza que en el nombre de los mejores valores, se pertrechan las peores injusticias. Creo también, que a esta altura del viaje ponerme en la obligación de andar eligiendo entre personas de dudoso linaje, exigirme que me adhiera a colectivos confusos, o simplemente que me pidas que crea en lo que ya no creo, es una pérdida de tiempo.
¿ Cambiar el futuro ? No me siento en condiciones de hacerlo, mucho menos formado para aportar algo diferente a lo que millones puedan estar aportando en este momento. Apenas tengo un metro ochenta y cinco, todavía no he conseguido dejar de fumar, y me quedan no menos de 20 libros atrasados en la mesa de luz. Cambiar el mundo està lejos de mis posibilidades. Con mejorar las pequeñas cosas que me rodean, me conformo. Solucionar los asuntos de los que nos rodean, o al menos ayudar a hacerlo, me alcanza.
No te enojes, pero creo que vos tampoco tenés la fórmula. Es posible que te entusiasmes con alguna idea general, pero si vas a la historia o visitàs algunos lugares del mundo actual en los que decìs sentirte identificado, te vas a dar cuenta que la solución de los problemas, generan otros peores.
No quiero escucharte hablar de revoluciones socialistas. La que conocì, estàn llenas de desigualdades, inequidades, violencia estatal, presos polìticos y un notorio atraso en el acceso a las cuestiones elementales.
Y no me vengas con los argumentos de los bloqueos y los condicionamientos de los Yanquis y el imperialismo, porque el mundo està mucho màs complicado, y estàn los rusos, y los chinos, y los turcos y los indios, y un montòn de naciones emergentes que asisten y hacen negocios con «las revoluciones», empobreciendolas màs.
Se perfectamente, porque lo sufro, cuales son los efectos de los planes econòmicos del neoliberalismo. Nunca los voté, nunca. Y si es por «resistirlos», contame entre los que lo hacen. En los lugares que puedo, con el poco o mucho alcance que puedan tener mis palabras, trato de sumar conciencia. O algo por el estilo.
Igual no elijo entre delincuentes progres y delincuentes reaccionarios. Todos los que le robaron al erario pùblico me merecen el mismo desprecio, porque por mucho o poco que sea, le robaron a los que no tienen cloacas, ni agua potable, ni asfalto en sus calles, ni servicios de salud, ni cualquiera de las cosas elementales que en pleno siglo XXI no admiten excusas. Robaron un cacho del futuro que me demandás cambiar.
No soporto más los discursos grandilocuentes. No me conmueven las arengas proselitistas. Conozco dirigentes de izquierda que se llenan la boca hablando de solidaridad y despuès terminan destrozando todo lo que poco que construyen para garantizarse un lugar de privilegio en las listas electorales. Y asì como me producen arcadas los empresarios que asaltan al Estado para seguir haciendo sus negocios, y me indignan los «antipolìtica» que llegan a la polìtica para beneficiar a sus socios, me enojan mucho los dirigentes tradicionales que juegan sus internas como si en ellas se fuera la vida de alguien.
En fin. Una vez me sentaron frente a frente con un intelectual populista – Ernesto Laclau- y después de superar el miedo escénico, me di cuenta que detràs de las teorías màs duras, se esconden las debilidades màs simples. Cuando la corrupciòn deja de ser una preocupaciòn, no hay construcciòn posible. El mensaje inmoral construye sociedades inmorales. Y yo no quiero eso. Ni aunque me digan que se trata de un asunto secundario. La inmoralidad política es una traición a la política.
No quiero pecar de simple, pero en lo simple, en la multiplicaciòn de lo simple, encuentro las respuestas que necesito. Si quiero fumar porro, quiero que sea de la planta de un amigo, no comprada en la calle. Esa es la manera honesta de salir del negocio que despuès nos cansamos de repudiar. Detesto al consumidor de cocaìna que se horroriza con la violencia y las inseguridades, mientras sale por las noches a contribuir a esa cadena de muerte y soledad.
¿Ves? Esas son las cosas que me importan. Porque las veo de cerca. Porque contra esas se puede pelear cotidianamente. Detesto a los fanáticos que quieren imponernos sus creencias. Y mientras lo intentan, violan chiquitos. Soy partidario de la legalización del aborto, de la eutanasia y de todas aquellas acciones de las mujeres y los hombres, que provean libertad. Voy aprendiendo a respetar al feminismo, me cuesta mucho desprenderme de algunos privilegios, y entre otras cosas, sigo preso de algunos prejuicios contra los que peleo a diario.
El único aporte que podemos hacer de manera concreta es educar a nuestros hijos libres de mente, desprejuiciados, cuidadosos del valor del otro. Sanos. Cuidarlos del abuso, de la violencia, del resentimiento. Nada se construye desde el resentimiento ni del odio. Lo que quieras que hayas sufrido no te adjudica el derecho a la revancha. Ni a la devolución de gentilezas simbólicas. La única solución es política. Y en ella incluyo a todas las instituciones. Y para que den soluciones hay que creer en ellas. Y todos, absolutamente todos, contribuyeron a infectarla. A contaminarla con sus propios intereses. Ya nadie sabe quien es culpable y quien inocente. A las acusaciones les responden con otras acusaciones, nunca con el reconocimiento del delito. Nunca con la admisión de la culpa. Nunca con la honestidad de reconocernos parte de esa maldita trampa que es la justificación porque el otro es peor.
No me corro de mis responsabilidades. Y si puedo ayudar a sacar a algún hijo de puta del camino, contá conmigo. En eso soy inflexible: si hay canallas a mano, y nos dan las fuerzas, dale. Que habremos aportado un poco de aire puro al micromundo. Pero no me pidas que te entregue mi vida, a cambio de fantasías que, por edad, ya no puedo creer.
No quiero perder un minuto màs de mi tiempo, ¡ discutiendo que el mundo se puede dividir entre Kirchneristas y Macristas! Esa es otra de las tantas tonterias que me sublevan el humor. No me adhiero a la defensa de los que tienen dinero y recursos suficientes para hacerlo. Ni me pongo al lado de quienes, curiosamente en ambos lados, intentaron callarme o prohibirme o silenciarme, echándome de un trabajo o mandandome a los inspectores de no se que cosa.Es mentira esa división: a todos les importa un bledo lo que pasa con tu vida. Podrán diferir en sensibilidades, pero cuando se trata de defender el poder y los privilegios, son capaces de hacer lo que juran que jamás van a hacer. ¿ entonces que diferencia moral hay entre unos y otros?
Y ni me menciones el asunto del peronismo y el antiperonismo, porque me aburre mucho. Nunca creí que en esa discusión existieran ideologías. Eso, si: Creo que en el nombre de ambas banderas, saqueraron, corrompieron, mataron, humillaron y cometieron todas y cada una de las acciones que se puedan cometer para atropellar al hombre, a las mujeres y a todas sus circunstancias.
No, a los antiperonistas no les preocupan los modelos y la inflación. Los sobresalta el prejuicio, el odio cuasi-racial del «negro con derechos» y los acucia la desesperación de los riesgos en las calles. Pero eso no es culpa del peronismo. Es culpa de la cantidad de marginales, adictos y mal alimentados que fueron sembrando durante décadas, peronistas y antiperonistas. O juntos, como en el gobierno de Menem. O solos, como en el gobierno de Macri o en la dictadura . O los propios peronistas durante el Kirchnerismo. No me metan en esa falsa discusión.
Los que creen en los derechos sociales, los que de verdad creen en la necesidad de igualar las cosas, no pueden sostener a ladrones probados. Ni a gremialistas enriquecidos, ni a progres con cuentas millonarias que no saben explicar cómo las llenaron.
No lo sè. No tengo la màs remota idea de còmo se solucionan los problemas del mundo. No sè como vamos a pagar la deuda con el FMI, y tampoco còmo vamos a hacer con los millones de pobres y desahuciados que nos sembraron las polìticas de los ùltimos… 30 años.
Y no dije que no crea en nada, al contrario. Creo en las mujeres y los hombres que laburan todos los días por mejorar las cosas. Creo en los que saben vivir con sentido común. Creo en los que saben donde hay más urgencias y dolores que los propios , y ayudan ahí, antes de favorecerse. Creo en los que separan las cosas. Creo en los que distinguen al tipo que piensa de manera distinta y un enemigo. Creo en los que saben. En los que estudian para saber, y en los que aprendieron a pura experiencia, pero que contribuyen a que las cosas mejoren. No en los que juegan a incendiar lo que poco que queda en pie. En los que dicen la verdad, aún pagando costos personales. En los que dicen lo que piensan, sin importarles la oportunidad ni las conveniencias.
No lo sé. Mientras haya dirigentes que se ocupen , que dediquen los recursos del Estado para hacer Hospitales, rutas, para inaugurar escuelas pùblicas, modernizar las instituciones, incluir llenando los clubes de pibes, llenando las plazas de cultura, buscando en sus domicilios a los pibes que abandonan la escuela, haciendo rutas, asfaltando calles, llevando agua potable de un pueblo a otro, y que en medio de todo eso, no haya una sola acusaciòn concreta de corrupciòn… Me vas a encontrar apoyandolos. Sean lo que sean, se llamen como se llamen. Lleven las banderas que quieran llevar. Sean peronistas, antiperonistas, rosistas, urquicistas, socialistas, o anarquistas.
Lo demàs, todo lo demás, es verso. Es relato y es la repeticiòn permanente de discusiones que escucho desde hace dècadas, mientras todo empeora. Y ya no me interesan. Primero porque ya no creo en ellas, y segundo, porque descubrì, después de muchos años de estúpida soberbia, que no sè.
Comi..
Me parece simple y brillante
Esto te surge antes o después de Venezuela?
Ruben si te llega este mensaje es porque recorde que el 14 de abril es tu cumpleaños. Que lo cumplas muy feliz. Toto Fandos.