El slogan de campaña de Omar Perotti llama la atención. En una sociedad sedienta de calma, el candidato del peronismo unido- Kirchneristas eufóricos incluídos- eligió una frase que representa el eje principal de la ultraderecha del mundo. En Argentina sólo lo usa Alfredo Olmedo en Salta. En Brasil es el leitmotiv de Bolsonaro, en las elecciones europeas del domingo pasado, fue el eje de campaña del Partido de Jean Marie Le Pen en Francia, y en España, es la bandera de los ultramontanos de Vox.
Claro que pregonar por la Paz y el Orden, no deberían constituir un peligro ni una amenaza. Y en condiciones ideales, deberían ser la regla de las sociedades organizadas y justas.
Sin embargo, el mundo no es un dechado de rosas sino todo lo contrario: la puja de intereses genera todas y cada una de las dificultades que soportamos, y el desorden y la violencia, no son la consecuencia de la falta de voluntad política de alguien, sino el resultado de procesos culturales, sociales y políticos que nos condujeron a ese estado.
Creer que la Paz y el Orden se impondrán AHORA, como dicen los carteles del candidato del peronismo, es creer lisa y llanamente que la solución a los problemas sociales llegará por la vía de la represión de los conflictos y no por la solución de los mismos.
Una sociedad violenta, como la Argentina ( y no sólo la santafesina) necesita pacificarse a través de la reconexión de sus protagonistas. Y eso sólo se consigue con mayor inclusión, mayor cercanía y especialmente, apelando a la reconstrucción de los valores extinguidos – durante y como consecuencia- en los procesos neoliberales.
Una sociedad es pacífica cuando no tiene conflictos importantes. Cuando sus habitantes gozan de derechos plenos, cuando todos tenemos acceso a las mínimas y esenciales condiciones de dignidad. Una sociedad se pacifica construyendo escuelas, todas las que hagan falta, en los puntos más remotos del mapa, para que los chicos puedan acceder a la educación sin trabas.
Una sociedad será pacífica, cuando los padres de esos chicos trabajen, tengan empleo o proyectos personales o colectivos que le ofrezcan ilusión al amanecer.
Cuando tengan a mano un sistema de salud pública que los atienda en las mismas o en las mejores condiciones que tienen los que pueden.
Una sociedad será pacífica, cuando sus habitantes consigan expresar sus emociones, todas y cada una de ellas, a través del arte y no de la violencia.
Una sociedad será pacífica, cuando el dialogo sea la primera herramienta en la que piense un ciudadano, a la hora de reclamar una solución a una injusticia.
Una sociedad será pacífica, cuando los sistemas judiciales resuelvan de manera rápida y efectiva los delitos y las diferencias.
Una sociedad será pacífica, cuando de las canillas de cada uno de los hogares salga agua potable, cuando todas las viviendas tengan acceso a cloacas, al barrido y la limpieza de sus barrios, al asfalto, al gas natural y a los espacios verdes y comunes para encontrarse.
Una sociedad será pacífica, cuando los adolescentes prefieran estudiar y trabajar antes que convertirse en soldados del delito organizado. Cuando comprendan el valor de la vida propia, y entonces revaloricen la ajena.
Una sociedad será pacífica cuando los hogares, las familias – y en esta figura incluyo a todos y cada uno de los tipos de organización familiar- vuelvan a ser espacios de afecto, de contención y de reconocimiento.
Una sociedad tendrá paz, cuando todos los caminos de las políticas públicas, pongan al hombre, a la mujer y a los niños en el centro de sus objetivos, y no a los negocios.
Una sociedad será pacífica, cuando los hombres y las mujeres que delinquieron, nos empobrecieron, nos vaciaron, nos reprimieron, nos inundaron, no puedan volver jamás a ocupar cargos públicos.
Una sociedad será pacífica, cuando sostenga en la memoria valores inconmovibles a las necesidades personales de sus dirigentes.
En esta sociedad, prometer paz y orden AHORA, no es sólo una promesa de imposible cumplimiento, sino que en el caso de que lo fueran a intentar AHORA, será profundizando cada uno de los problemas que nos convirtieron en esta sociedad violenta y desordenada.
Nadie ha sido capaz de resolver esas «sensaciones» que la oposición santafesina usa como consigna simplista: no existe otro modelo en el mundo que haya llegado a niveles de pacificación y estricto cumplimiento del orden, sin antes haber resuelto las desigualdades.
Y esas desigualdades, no se resolverán con más asistencialismo, sino con más derechos. Con más espacios comunes, con más educación, con más salud, con más y mejores instituciones.
Perotti no tiene en su haber ningún antecedente que lo autorice a prometer eso, salvo que pretenda volver a los tiempos en los que privatizaban bancos y luego reprimen a los trabajadores que protestaban.
Santa Fe es una provincia violenta, como todas. Santa Fe tiene bolsones de corrupción policial, como todas. Santa Fe tiene altos niveles de homicidios, femicidios y si, tiene instalado en su territorio, organizaciones delictivas. Como en todas las provincias.
La diferencia es que no las esconde, como muchas otras provincias. Ni sus protagonistas son impunes. Todas y cada una de las bandas narcos fueron desarticuladas y condenadas, sin asistencia federal. Y en 12 años de gestión del Frente Progresista al menos 300 policías quedaron detenidos por complicidad con el delito.
¿Qué otro camino conoce Omar Perotti, para llegar a la Paz y el orden que no sean los caminos que se pusieron en marcha en la provincia?
La Paz no es un decreto. El orden no se consigue instalando la paz a través de la violencia. Eso es laudar a favor del estado de las cosas. O peor: retroceder décadas. Esas en las que los espacios públicos estaban vallados, las protestas se reprimen y los niveles de inversión en educación y cultura eran insignificantes.
Que lo explique. Que nos diga como lo hará. Que nos diga cual es el plan, cómo piensa hacerlo. Porque sino, con sus antecedentes y su silencio, muchos podemos pensar que nos está prometiendo lo único que hoy no necesitamos en Santa Fe: retroceder en las políticas de inclusión.
Esas que todavía tienen deudas, claro, y muchas. Pero muchas menos que las que tenían antes de cambiar de signo político la gestión provincial.
Puras mentiras no presenta ningún proyecto creíble ,lo único que le importa es llegar al poder para lucrar el y sus discípulos , basta de mentirosos
Si bien las culpas no se heredan de padres a hijos: Este buen señor don Omar es hijo de quien durante 8 años cumpliera con sus patrones del Proceso de Reorganización Nacional videlista que lo mantuvo como intendente de Rafaela. Con semejante antecedente, debería tratar de diferenciarse de los represores.
No me sorprende este slogan es su costumbre la promesa sobre la mentira sin explicación del como , vendiendo espejitos de colores, si creo en ustedes el de lo que se promete está a la vista Dios nos proteja de estos crapulas,
Es terrible, da miedo. A parte lo dice como si fuera fàcil y es un flagelo mundial que data de mucho tiempo y no encuentran soluciòn …y engañozamente lo ponen como si nadie haria nada y vienen a salvarnos…porque no hizo algo el antes .? No se es mi humilde opinión