Anteayer cumplí cuatro meses de «desocupado», un término inexacto e injusto con muchos, pero es lo que siento y sentí durante todo este tiempo.
Me fui de mi último trabajo diario en Aire de Santa Fe por propia voluntad. Echarle la culpa a otro sería falso, pero quedarme hubiera implicado un problema conmigo mismo, con mis convicciones y con mi libertad. Ya soy lo suficientemente grande como para hacerme cargo de mis decisiones, y lo suficientemente inmaduro como para seguir eligiendo mis convicciones,mis compromisos y mis éticas. No puedo evitarlo. Es más fuerte que yo. Mis filias y mis fobias. Mi Yin y mi yang. Mis lados claros y mis lados oscuros. No me elijo así. Soy así. Y no crean que no me puteo todos los dias por eso.
Al mismo tiempo, en mi casa podaban los árboles, de manera salvaje. Una de mis hijas perdía una final dolorosa pero aprendía mucho de ella, la otra ganaba, el socialismo perdía las elecciones en Santa Fe, algunos amigos se borraban, y otros- como Daniel Enz- me tiraban sogas para sobrevivir a mi propia estupidez, o a mi propia hidalguía. Eso depende siempre de las miradas.
Cuatro meses pasaron , que me sirvieron- entre otras muchas cosas- para saber quienes están y quienes no. Con quienes cuento y con quienes no. A quienes le importo de verdad, y a quienes no. Quienes son capaces de distinguir honestidades en los pensamientos, y quienes creen que todos tenemos precio. No es un inventario de reconcores, al contrario, es el aprendizaje valioso de saber cómo somos y a quienes vale la pena acompañar.
Al mismo tiempo, me puse a dibujar algunos proyectos. Pero ni el país, ni la gente con la que contaba para eso me dió una mano. Estalló el dólar, y aunque los planos siguen ahi, la «obra» deberá esperar mejores condiciones.
Era invierno crudo, y ni mis amigos, ni mis seres cercanos me hicieron sentir frío. Estuve triste algunos dias muy largos, me costó dormir durante muchas noches, pasé muchos amaneceres creyendo que el fresno ya no volvería a florecer.
Algunos colegas me dieron la chance de publicar en Buenos Aires, otros directamente me lo negaron en Santa Fe, pero los entiendo. Cuando las balas pasan cerca… es mejor cuidarse. Los que me dejaron en el camino- incluso los que permanecieron en los lugares adonde los lleve yo- saben quienes son. Los que se olvidaron de mí también. Los que disfrutaron de mi tropiezo no me importan ni me importaban. Los que estuvieron al lado sin temor a las represalias ,saben, que no los olvidaré jamás.
Los que se quedaron callados en el momento más dificil, incluso aquellos que días atrás habían recibido mi solidaridad sin medir consecuencias, ya no tienen ningún valor para mi. Saben quienes son. Esas cosas pesan sobre la conciencia, no hace falta recordarlas, y la vida es una calesita que nunca se detiene. Sabré echarles una mano en la desesperación. Es la mejor manera de humillar a los desagradecidos.
Falta apenas una semana para que este país, termine con las incertidumbres paralizantes, y las cosas se puedan empezar a proyectar con algún nivel de certeza. Mínima, pero algo al fin. Algunas
En estos cuatro meses, lloré muchos días en soledad. Me reí mucho también. Sostuve hasta lo inexplicable mis convicciones. No especule con las comodidades que suponen calores ajenos y falsos. No me escondí para seguir diciendo lo que siempre dije. Y seguí haciendo periodismo. Desde la soledad del teclado y con mis perras de testigo. Desde la incomodidad de la incertidumbre laboral y económica, desde la angustia de no saber cuáles eran las nubes finales. Rompí las pelotas de muchos, y lo seguiré haciendo. Sin cometer delitos, sin sentarme a negociar silencios. Buscándome la vida, cometiendo errores, subsanado los subsanables, y evitando los que pueda evitar.
Lo más valioso es que la naturaleza sigue explicando todo: El fresno floreció. Y las nubes se empiezan a despejar. Y el camino parece despejado de dudas y trampas. Y me siento bien. Muy bien. Y las ramas cortadas se despliegan y anuncian cambios buenos. Era hora.. Ya va siendo hora de salir de casa. El árbol está floreciendo. El sol empieza a quemar. Y los que importan, están ahi.