No hace falta decir lo que ya dijeron todos los gurúes del rock: Clics Modernos es, sino el mejor, uno de los tres mejores discos de la historia del rock argentino. Lo que resulta asombroso, si, es que 36 años después de su edición, el disco no haya perdido un sólo sesgo de vigencia. Ni su música, ni sus letras parecen ancladas en los años 80. Y lo más impresionante: escucharlo detenidamente y con conciencia de la época, implica asistir a una obra que nos anticipaba estos tiempos.

La historia del disco es archiconocida. Por distintos motivos, y especialmente porque Charly sigue vivo, las anécdotas de su realización están detalladas en centenares de registros. Nada parece oculto en aquel paso trascendente del rock argentino hacia su universalización. García se iba a Estados Unidos, se chocaba con Joe Blaney- productor mitico de estudios- y con un montón de billetes que había ganado con su primer disco solista «Yendo de la Cama al Living», se instalaba en el paraiso del rock, para hacer un disco que quebrara el sonido de la época.
Recuerdo su llegada: El disco traía «dos canciones para bailar»- «Pecado Mortal» y «No me dejan Salir». Dos rocks ligeros y cuadrados que sonaban por primera vez al ritmo de baterías electrónicas. Esos golpes secos y repetidos que después nos cansamos de escuchar, eran quizás la novedad musical más importante que traía el de bigotes, de su experiencia foránea.
Sin embargo, lo más rico del disco son sus letras, todas. Incluyendo las ligeritas que nos servían para ponerle «onda comprometida» a los sacudones adolescentes en boliches o asaltos domiciliarios.
IMÁGENES DEL FUTURO, CLICS MODERNOS.
El disco se iba a llamar «Nuevos Trapos». Sin embargo una casualidad en medio de una sesión fotográfica cambió todo: Clics Modernos era el nombre de un grupo desconocido de Nueva York, que había estampado su nombre al lado de una sombra negra que se asociaba mucho a las figuras que recordaban a los desaparecidos en Argentina. Y quedó. La sombra y el nombre. Y no hubo nada que discutir. Clics -entiéndase el término en un mundo que carecía de computadoras hogareñas y menos de ratones asociados a su funcionamiento- y Modernos – en ese punto de la historia donde la discusión sobre el sentido de la modernidad desde lo filosófico todavía no había sido resuelta, y su asociación con lo nuevo era casi un sinónimo.
El anclaje de la poética del Charly en Clics Modernos, rompe con su tradición barroca, y sus letras parecen escritas para el lenguaje del videoclip. Frases cortas, que parecen inconexas, pero que asumen el riesgo de explorar las metáforas que explican el mundo que vendrá, no ya el que vivía el artista.
La descripción burlona de los matones y los genocidas: «desde el piso los pude ver,locos de placer alejándose», en referencia a la perversidad de los represores callejeros. Y los humilla proponiendonos imaginar a «Los dinosaurios en la cama». Lejos,muy lejos de la solemnidad espartana que imponía la época, García se ríe de ellos, a pesar de que es plenamente consciente de que «Nos siguen pegando abajo».
Pero más allá de la descripción de los tiempos que se iban, lo que más impacta (hoy) es descubrir a Charly hablando de los tiempos sociales que se venian. Lejos, también muy lejos de asociarse a la fiesta democrática y al aroma de esa inolvidable primavera, el hombre se anticipa al descenso a los infiernos y sospecha:
«Acabo de llegar,
no soy un extraño
conozco esta ciudad
no es como en los diarios, desde allá» ( No soy un extraño)
Pero no se queda allí, sino que nos anticipa que a pesar de la fiesta que nos rodea, el futuro nos depara las mismas sensaciones.
«Este mundo exclamará por siempre
la película que vi una vez
y este mundo te dirá por siempre
que es mejor mirar a la pared» (Ojos de Video Tape)
Habla de las drogas con la familiaridad con la que se habla hoy, y así como en algunos años después se anima a describir los síntomas de la abstinencia con el «Rap de las Hormigas» y nos enseña sobre la «Teca» y sobre el «Grass», en 1983 nos anticipa masivamente que hay sensaciones que se volverán cotidianas. Así se describe con la cercanía de «un humo como familiar», dice que no, «no fueron las pastillas, fueron los hombres de gris«, confiesa que acaba de cruzar «Las plazas, las rayas y el color», y finalmente se imagina a si mismo rendido al negocio que lo fagocita y lo obliga a estudiar, mientras «anda volado, hace un poco de base,pero no le va mal»
También asombra su anticipo «a la explosión de la igualdad», en «Bancate ese defecto», y abre la puerta al final de las discriminaciones con las que hoy nos llenamos la boca, describiendo la fiesta que se avecina.
«Oh,Mutilados, desnutridos, deformados
ojo de vidrio, muestra tu cicatriz
marineros, maricones, embolsados,
bailan la danza de la inteligencia»
«Dos tipos en un bar,
se toman las manos.
Prenden un grabador
y bailan un tango, de verdad»
Y repite, que si, que «aunque te arregles las gomas, nena, seguirás siendo rara», anunciando la explosión de siliconas y botox que modificó la estética en el comienzo del siglo 21.
Pero quizás la frase que más impacta a quienes no volvieron a escuchar el disco con atención se vuelve a encontrar en «No soy un extraño», donde avista generaciones que ya no distinguirán colores ni sexos.
«Desprejuiciados son los que vendrán,
y los que están ya no me importan más
los carceleros de la humanidad
no me atraparán, dos veces con la misma red».
Charly García adivina el mundo que veremos 36 años después, y nos avisa que los nuevos trapos, son los mismos de ayer. Y nos advierte sobre la necesidad de hacernos cargo de la vida sin esperar que alguien venga a solucionarnos los problemas y que siempre, a pesar de lo que pasado, será la primera vez.
«Pero a la vez quiero decirte que
te encargues de tu vida porque yo
no soy mejor que vos
vos no sos mejor que yo»
«Y aunque cambiemos de lugar las banderas
y aunque cambiemos de color las trincheras
siempre es como la primera vez
Y mientras todo el mundo sigue bailando
se ven dos pibes que aún siguen buscando
encontrarse por primera vez»
36 años se cumplen de la salida de un disco que efectivamente cambió el sonido del rock argentino, pero que especialmente nos deslumbró por motivos que no supimos descubrir hasta que los tiempos pasaron y levantaron la sábana sobre el cadáver del que Charly nos hablaba.
Quizás por eso el «Sampler» de James Brown repetido como golpes interminables en el comienzo de «Nos siguen pegando abajo» nos advertía que vendrían nuevos éxodos y penas.
Aeroplanos cortando el celofán
de un cielo tropical
abriendo un surco van, a llevar hacia el exilio o la vuelta
a los que ya no aguantaron más. «Tenemos que ir tan lejos para estar acá, para estar acá»