Algunas de las muchas preguntas que han nacido en estos dos meses fatídicos de la gestión de Omar Perotti es: ¿ Con quién habla el gobernador? ¿A quienes escucha? ¿ Alguien se anima a contradecirlo? ¿ Qué función cumplen sus ministros a la hora de tomar decisiones?. Si uno se dejara llevar por lo que ve, lo que escucha o lo que lee, podría asegurar que por nadie. Y que el mandatario está actuando con el extravío que da la soledad del poder. Pero eso suele ocurrir muchos meses después de estar en la función. Nadie recuerda un envejecimiento tan prematuro de un gobierno.
El jefe de Estado parece dormido. Su larga siesta sólo le ofrece el sueño – devenido en pesadilla- de obtener la ley que le permita acceder a superpoderes. Aunque sus colaboradores lo nieguen una y otra vez, muchos artículos del proyecto de la Emergencia reconvertida en Necesidad, le permitirian tomar medidas «excepcionales» que la Constitución y la división de poderes no se lo permiten. Perotti insiste en loop: «sin esa ley no se puede hacer nada». Y sus empleados no sólo lo repiten como loros hambrientos, sino que lo extienden a niveles de coacción.El Ministro Llonch ha sido el más torpe en ese sentido: les pidió una manifestación de apoyo a la sanción a la ley a los empleados precarizados de Cultura, y a los organizadores del Festival de Jazz de Santa Fe. Sin apoyo, ni habrá contratos para unos, ni apoyo financiero para otros.
Durante este extenso descanso del gobernador, que incluyó un insólito asueto de un mes en toda la actividad pública, no hubo una sola medida de gobierno que se pueda reconocer como un anuncio o la puesta en marcha de algo. Todo, incluso las negociaciones paritarias con los domados gremios estatales, están cruzadas por la «Necesidad» como condición «sine qua non» para arrancar.
La confesión involuntaria más insólita la formuló el Diputado «Quico» Bussatto, en el Diario La Capital: «Si no sancionan la ley el gobierno no puede arrancar». Traducido: uno de los principales voceros legislativos del mandatario, admite que no arrancaron todavia. Una admisión verbal, de lo que todos, sin excepción, podemos percibir en la calle.
Pero lo grave es que el tiempo transcurre igual. Los días pasan, y pasan en medio de una crisis económica grave del país. Una crisis que demanda más consensos que enfrentamientos. Y el gobernador eligió esto último desde el día de su asunción: contradijo al propio presidente Fernandez, una vez que este se había retirado, y arrojó agravios y basura sobre su antecesor, que lo miraba asombrado.
Desde entonces el reloj marca las horas de manera incesante. La paralisis ha complicado severamente la economía en la calle. Las obras públicas detenidas ya han causado diez mil suspensiones en todo el territorio de la provincia. Las demoras en los nombramientos y las decisiones, provocan inconvenientes que por ahora sólo se observan en lugares propios de la temporada estival, como sucedió con las colonias de vacaciones. Pero ya se siente en la atención en los hospitales públicos, en la atención a los comedores escolares, y obviamente, en la demora en los pagos de los empleados y los proveedores del estado. En la capital se siente más que en otras ciudades. La actividad económica depende en gran medida de la propia economía del Estado: la poca presencia de funcionarios capitalinos, agrava la distancia entre el Palacio y la Calle.
Los gremios están domados, si. Pero los empleados públicos no. Ni los docentes, ni los trabajadores de planta de los ministerios parecen conformes con la situación. El Plan de «salir a pedir la ley» es por lo pronto un asunto de los dirigentes sindicales. Nada parece indicar que los afiliados lo acepten. «Si antes los aumentos eran un problema del gobierno y no de los trabajadores ¿ Por qué ahora vamos a aceptar lo contrario?» me apunta una delegada docente por mensaje en Facebook.
LA LEGISLATURA NO CEDE.

Pero mientras el mandatario duerme, los demás están despiertos. Algunos muy callados, como Miguel Lifschitz que respeta el silencio de los «buenos usos de los ex gobernantes». No dijo, todavía, una sola palabra.
Pero sus compañeros de bancada, tanto socialistas como radicales se han expresado y claramente: le pidieron al gobierno que para poder aprobar la ley de Necesidad, debian mandarla dividida. Que no aceptaban votar una ley omnibus. Que no iban a aceptar superpoderes. Y que para avanzar en el camino del acuerdo, debían sincerar los números de la provincia.
El gobierno hizo, después de las conversaciones, todo lo contrario: mandó todas las leyes en una sola. Insistieron con los superpoderes, e insistieron con la existencia de una herencia de «tierra arrasada», sin dar explicaciones sobre los números que tiene en caja, sobre el destino de los recursos que se obtuvieron con los aumentos de los impuestos votados en diciembre, y con las acciones concretas que le permite la ley de presupuesto 2020.
Para el gobierno nada de eso existe, y para la oposición si esos números no quedan claros, será muy dificil que puedan votar lo que el gobierno pretende. La oposición exige un sinceramiento definitivo de los números frente a la opinión pública. No van a admitir un sólo elemento más de falsedad, como ocurriera con la EPE y la deuda con CAMMESA.
Mientras tanto en el Senado, donde el PJ tiene mayorías, la ley se mira con desconfianza, los senadores «díscolos en tregua» miran de reojo lo que va ocurriendo en la otra cámara, y esperan no dejar «los dedos marcados», ni para ser responsables de un nuevo fracaso, ni para hacerse cargo de las embestidas contra los diputados.
LA VIOLENCIA Y UN MINISTRO DESEQUILIBRADO

El tiempo pasa, la vida sigue. Y en la sociedad, la violencia y la inseguridad se agravaron.
La violencia recrudeció en todo el territorio provincial, y en Rosario, Santa Fe y Rafaela, se cuentan muertos. La policía parece «extraviada» entre los indiscutibles bolsones de corrupción que la fermentan, y el afiebrado discurso de un ministro que se comporta con un desequilibrio emocional que complica todo. Saín no contribuyó hasta ahora a la solución de nada. Parece no tener la mínima paciencia que demanda la función pública: Esa que los pollos enseñan incubando calmadamente, sin romper los huevos para que se abran antes de tiempo.
Se puede incluso, coincidir con su diagnóstico pero Saín pudo hacer todo lo que dice que se debe hacer sin bravuconear, sin hostigar a los antecesores, sin humillar a los uniformados en público y sin demostrar ese nerviosismo adolescente que lejos de perturbar a las organizaciones delictivas, le ofrecen un caldo de cultivo más nutritivo. El ministro en dos meses, y por su exclusiva responsabilidad se cargó la relación con la prensa, con toda la oposición, y dinamitó crédito. Parece ser Ministro desde hace dos años, no dos meses. Y no para de cometer errores: sus últimas declaraciones, tras los crímenes de Oldani en Santa Fe y el taxista en Rosario,lo convirtieron en el blanco de todas las criticas. Su inexplicable decisión de «retener» su cargo en el Poder Judicial en lugar de renunciar, lo pone en la vereda del cuestionamiento institucional. Su manejo en redes sociales no admite análisis. No sólo no responde a los cánones de un funcionario, sino que parece asociarse al de un troll militante. Saín no parece acomodarse al sillón, y la sensación es que no llegará a hacerlo.
QUE LO DESPIERTEN

No fue un opositor quien formuló esta frase: «Que alguien despierte al gobernador. El gigante ya se despertó y está haciendo un desastre».
Perotti está dilapidando su crédito político con la velocidad que se consume el agua en el verano santafesino. Nadie,a su alrededor parece advertirselo. Dicen que se escucharon gritos en el despacho del gobernador. Que la voz que se alzó es la del Ministro Rubén Micling, harto de poner la cara y de desdecirse. Sus opositores le advirtieron que no habría nueva comunicación si no se cumple con lo pactado en las reuniones. Micling intentó hacerlo, pero se encontró con la inconmovible decisión del gobernador. Su obstinación por quebrarle el pulso , especialmente a los «Socialistas y los radicales frentistas», parece ser su única preocupación.
La marcha del jueves por la noche en la Capital santafesina lo encontró lejos de su despacho. Pero los medios de comunicación «amigos» no llegan a tanto. Miles de personas se movilizaron a Plaza 25 de mayo, para reclamarle seguridad. Las pancartas ya hablaban de él, no de los anteriores. Nadie iba con banderas reclamando la sanción de ninguna ley, sino reclamando el cumplimiento de las vigentes.
La responsabilidad de destrabar esta situación empieza a recaer sobre las mujeres y los hombres que lo rodean, y le celebran el largo sueño. La calle dice una cosa, y el gobierno ni siquiera parece estar escuchandolo.
Lo que pudo ser el comienzo de una gestión de sueños, se transformó en una pesadilla de la que no se terminan de despertar.
Que alguien lo despierte al gobernador. Mientas él duerme el sueño que le da superpoderes, que le permite «resolver» la Obra Pública, que le devuelve el derecho a dar «sumas en negro» a los empleados, la provincia está en serios problemas.
Que alguien lo despierte. El gigante no está dormido, está haciendo un desastre.
«… el afiebrado discurso de un ministro que se comporta con un desequilibrio emocional que complica todo. Saín no contribuyó hasta ahora a la solución de nada. Parece no tener la mínima paciencia que demanda la función pública: Esa que los pollos enseñan incubando los huevos calmadamente, sin romper los huevos para que se abran antes de tiempo.
Se puede ,incluso, coincidir con su diagnóstico pero Saín pudo hacer todo lo que dice que se debe hacer sin bravuconear, sin hostigar a los antecesores, sin humillar a los uniformados en público, y sin demostrar ese nerviosismo adolescente que lejos de perturbar a las organizaciones delictivas, le ofrecen un caldo de cultivo más nutritivo. El ministro en dos meses, y por su exclusiva responsabilidad, se cargó la relación con la prensa, con toda la oposición, y dinamitó crédito. Parece ser Ministro desde hace dos años, no dos meses. Y no para de cometer errores: sus últimas declaraciones, tras los crímenes de Oldani en Santa Fe y el taxista en Rosario, lo convirtieron en el blanco de todas las criticas. Su inexplicable decisión de «retener» su cargo en el Poder Judicial en lugar de renunciar, lo pone en la vereda del cuestionamiento institucional. Su manejo en redes sociales, no admite análisis. No sólo no responde a los cánones de un funcionario, sino que parece asociarse al de un troll militante. Saín no parece acomodarse al sillón, y la sensación es que no llegará a acomodarse.»