Crease o no, en las últimas horas al Secretario General de ATE se lo escuchó decir que «Las políticas salariales del Frente Progresista eran iguales a las del Macrismo». Se lo escuchó enojado frente a representantes de la ahora oposición, reclamandoles que votaran la ley de «Necesidad» que pide Omar Perotti, «Cómo le votaron el pacto fiscal a Macri», sin recordar en su encendida defensa, que aquella ley nacional fue votada por los representantes del Frente ( apenas dos diputados) a cambio de una promesa que Macri no cumplió y que le significaba a Santa Fe empezar a cobrar el juicio ganado por el estado santafesino a la Nación, por un monto que actualizado, representa casi 100.000 millones de pesos.

Vaya memoria flácida la del interminable dirigente de ATE: El que levantó la mano en aquel debate, sin ninguna condición, fue el actual gobernador Perotti. Entonces de romance abierto con el gobierno de Macri. Al que le votó todas las leyes entre 2016 y 2017. Muchas que el Frente Progresista no votó.

Jorge Hoffmann y sus negocios con José Corral y la UNL

Pero Hoffmann la va de guapo contra la oposición, ya no contra la patronal. Los argumentos del cada vez más burócrata dirigente del ATE, se enredan entre sus cables contradictorios: desde hace muchos años eligió la sociedad de la UNL en pingües negocios inmobiliarios como el COMPLEJO ATE-UNL, el HOTEL – que nadie entiende muy bien cómo funciona y qué resultados les arroja ambas siglas- y recientemente la construcción de un conjunto de casas y departamentos destinados, supuestamente, al alojamiento de los estudiantes de la UNL. Lo hizo, y lo hace con el único sector del radicalismo que abiertamente formó parte del gobierno del PRO. Y el que con su escisión del FPCYS, permitió el triunfo de Perotti en Santa Fe.

Hoffmann es, digamoslo sin vueltas, socio comercial de los radicales que acompañaron al PRO durante los cuatro años de gestión Macrista. Su gremio ganó plata con esos negocios ( O no. Nadie lo sabe). Pero él se encarga de decir que fue «El Frente Progresista el que aplicó las políticas del Macrismo en Santa Fe».

Ni las mejores políticas salariales del país, ni la contracíclica e histórica inversión estatal en obra pública que garantizó el sostenimiento de miles de empleos en toda la provincia, ni la jerarquización de los empleados públicos, ni los concursos, ni los avances en transparencia en todas las áreas del estado, ni las políticas culturales, ni las transformaciones en el plano de la modernización del propio estado, ni siquiera el ahogo financiero al que fue sometido el último gobierno del FPCYS por parte de la administración nacional que componían, entre otros, sus socios radicales en los negocios, lo saca de su discurso político básico, sacado de libros anacrónicos y marchitos: Como en los comienzos de los 90, cuando era amigo de Carlos Reutemann, ahora defiende a rajatabla «cualquier cosa» que venga de un gobierno peronista. Se olvida de su «cambio progresista» en los finales de esa década, de las diferencias » a muerte» que tenía con Alberto Maguid, por su cercanía carnal con el poder de turno, y ha vuelto a ser sólo eso: un perro faldero del gobernador de turno.

Paradójico: Perotti es el mismo que ayudó a vaciar el Banco, el que lo privatizó, el que sigue buscando hacer negocios con sus financistas a costa de los recursos públicos, y Hoffmann es su vocero. Y lo hace con un argumento de «izquierda», acusando al Frente de haber sido lo que precisamente está siendo él hoy.

De Jorge Molina no se puede decir lo mismo. El es lo que es. Un empleado público que nunca pudo explicar su alta calidad de vida, un empresario que cría yacarés o es dueño de una radio, y que comparte su vida de dirigente sindical con su condición de dirigente de fútbol. Nadie podrá acusar a Molina de haber cambiado: siempre fue esto que es. Un dirigente sin formación ideológica, que heredó un poderoso gremio. Nada de lo que es Molina es la consecuencia de su propia construcción. Se encargó a lo largo de muchos años de ser el 2 de Alberto Maguid. No tiene ni la historia de la prisión política que tuvo el extinto jefe de UPCN durante la dictadura, ni le dió a los empleados durante su mandato los logros que les dió Maguid, ni heredó su magnetismo con los empleados públicos.

Molina es sólo eso y nunca vendió ser otra cosa. En ese sentido es mucho más honesto que Hoffmann y su adláter Marcelo Delfor, que sigue vistiendo boinas revolucionarias, poco acorde a su realidad económica personal. Al menos tiene el límite de no correr por izquierda a nadie con discursos con pretensiones intelectuales, ni se aferra a retóricas falsas, para sostener sus posiciones. Es UPCN. Lo que siempre fue UPCN durante las gestiones del peronismo en Santa Fe: un socio del poder político. Ni siquiera se ocupa en disimularlo. Cuando habla del gobierno, habla en primera persona del plural. Dice «Nosotros». No hay demasiado para demandar en ese sentido.

Lo de AMSAFE es más complicado de leer. No es justo poner a Sonia Alesso en la misma linea que los antes citados. Es víctima de sus dobles compromisos, nunca hizo bandera con la candidatura de Perotti- no es el caso de su Secretario Adjunto, José Testoni- y al menos en las charlas en off, se muestra preocupada por lo que se le viene encima.

Alesso igual es la misma que durante los últimos doce años, se encargó de levantar la bandera de la lucha docente santafesina y fue la responsable política de hacerle paros de hasta nueve días a gobiernos que le daban las mejores ofertas del país a los trabajadores del sector. Los gobiernos que vinieron a cumplir todas y cada una de las reivindicaciones docentes. Pero les paraban igual. Por diferencias de décimas. Porque «las reivindicaciones» eran el «piso» y nunca el techo de los reclamos. Y porque fomentó niveles de enfrentamientos con las gestiones que más hicieron por los docentes en todos los sentidos, sin distinguirlos del pasado más ominoso que eran las gestiones de Reutemann, en las que participaba un tal Omar Perotti. En 2017 a Sonia se la escuchó decir en Plaza 25 de Mayo que «Lifschitz era Macri». Ni ella se lo creía, pero entonces la defensa de los docentes parecía «innegociable». Hoy todo se negocia, parece. Hasta que los docentes de las bases le pongan límites.

De Bayugar no hace falta hablar. Su gremio es insignificante en cantidad de afiliados, y su participación en las paritarias es un «favor» que los gobiernos del Frente nunca debieron hacerle. Pedro Bayugar, ultramontano católico, nació a la luz de su relación de devoción con el reutemanismo y devino oportunistamente en «K». Su prestigio político es nulo. Nadie puede respetar a un advenedizo constante, a un empresario gremial, ni a una persona que modifica sus discursos con una facilidad ofensiva. No se puede decir lo mismo de los dirigentes rosarinos. Al menos ese sector de SADOP, parece tener vergüenza y sus dirigentes, no son tan «endebles» a los vientos ocasionales.

Todos ellos, mostraron una ferocidad absoluta con los gobiernos de Binner, de Bonfatti y de Lifschitz. Todos se hicieron los guapos, aún cuando las políticas para sus sectores eran las más convenientes que recuerde la historia de la provincia. Todos hicieron paros inexplicables, todos encabezaron manifestaciones con tonos heroicos, dieron discursos con tenor revolucionario, y jugaron con la «defensa de los derechos de los trabajadores» cómo banderas innegociables.

Hasta que asumió Omar Perotti.

Hoy, a pocos días de empezar el ciclo lectivo, los docentes ni siquiera recibieron una propuesta salarial. Los «delegados» de Amsafe no se mueven, ni convocan a las convulsionadas asambleas. UPCN, fiel a su viejo estilo, está más ocupado en ver cuáles serán los organismos públicos de los que se hará cargo: En Iapos ya pusieron un pie, y hay arduas negociaciones para recuperar el control de viejos bastiones de los 80 y los 90.

ATE, es directamente el vocero de los reclamos del gobierno para con la oposición.

En medio de una inflación que no cede, en el marco de una crisis gravísima para los bolsillos de sus afiliados, no tienen ni muestran ningún apuro. Comparten la mentira de los problemas de «Caja» que aduce un gobierno que no ha invertido un sólo centavo ni en salud, ni en educación, ni en seguridad, y mucho menos en Obra Pública. Y que encima amenaza con «tocar» el 82% móvil a los jubilados y volver a instaurar las cifras en negro a la hora de pagar futuros aumentos salariales. Esas sumas que desfinancian las jubilaciones, y que le esquivan a los aportes de los propios trabajadores.

Y ellos están sonrientes y callados. Ahora son pacientes y, en el caso de los docentes, comenzarán el ciclo lectivo- casi con seguridad por falta de tiempo para el proceso de consulta- como no lo hicieron nunca durante los últimos doce años.

Los sectores de ATE y AMSAFE de Rosario son el único bastión de dignidad que expresan coherencia. Ellos lucharon durante los gobiernos del Frente Progresista. Ahora lo siguen haciendo. Y demuestran un contraste con los «burócratas», que impresiona. También se debe rescatar la coherencia de Claudio Leoni y la FESTRAM. Nunca acompañó la «aventura Perotti», fue duro en la interna contra él y no deja de reclamar por los derechos de los Municipales.

Los «Jefes» ni siquiera se ponen colorados: acompañan a Perotti como si estuviera entrando en La Habana el 1 de enero de 1959.

Esa es la principal dirigencia sindical estatal de Santa Fe. Esos son los héroes que bravuconeaban contra los gobiernos que más derechos les otorgaron. Esos mismos, son socios de un gobierno sin plan, sin políticas públicas a la vista y con un sólo objetivo;que en el caso de Hoffmann parece compartir: Volver a tener poderes absolutos para traer a los amigos del gobernador para quedarse con toda la obra pública, tercerizar el cobro de los impuestos de la API, y reducir al estado provincial a su mínima expresión.

Habrá que ver qué sucede con las bases, cuando el esperpéntico juego de sociedad con el gobierno que promete ajustarlos, se vuelva una realidad irrefutable en sus bolsillos.

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