El dirigente del peronismo me llama por WhatShapp. Me pregunta si tengo el teléfono pinchado. Le respondo que no lo sé, que no tengo forma de saberlo. Me explica sobre zumbidos en las líneas de celular, y agrega, como si se tratara de un especialista en espionaje, que hay que hablar por los sistemas de mensajerías ( y agrega, «mejor Telegram») , porque los contenidos van a una maraña muy dificil de distinguir, y a los escuchas, les resulta muy dificil de encontrar, luego.
«No tengo idea» le respondo con algo de aburrimiento. El hombre me llama para contarme chusmerios sobre la Casa Gris. Datos que cree que me pueden resultar útiles, o porque pretende saber si los sé o porque cree que puedo darle alguna información que él no sepa. Que se yo. Si intentaba sacarme algo inconveniente no lo consiguió. Si lo que intentaba era darme un mensaje en clave, no lo entendí.
La charla abunda en detalles de quejas de los «propios» con la distribución de recursos públicos en medio de la pandemia, me cuenta sobre el mal trago del gobernador cuando desde Casa Rosada le advirtieron que «no le iban a permitir emitir cuasimonedas», menciona con nombres de pila a personas que no identifico sin apellidos, me cuenta de los teléfonos ardiendo en los despachos de los secretarios de los ministros y de las dificultades operativas que se generaron en los últimos meses, porque «Walter está sentado arriba de la caja, y puso un tipo en cada ministerio, para controlar cada peso que entra y sale». Chocolate por la noticia. «¿no tenés algo que no sepamos?» le pregunto para ir terminando la charla.
Y entonces me revela, desde «la interna del oficialismo», lo que, confieso, nunca había pensado : «El problema del Gringo es cómo hacerlo ganar a Mirabella el año que viene». Estuve a punto de escupir el resto de gaseosa que estaba tomando. La frase me resultó tan absurda, que preferí lanzar una carcajada y negarle la tesis.
-No creo que esté con eso, le respondí. Dejate de joder…¿ Mirabella?
–¡En serio! me retruca, y retoma el entusiasmo pasional con el que suelen hablar los «profesionales de la operación política
–Perdoname, pero me resulta casi una fantasía. Perotti querrá ganar las elecciones del año que viene, pero ¿Con Mirabella? Me parece que ahi van a jugar otros actores… Respondo, y me doy cuenta que termino metiendome con entusiasmo en el mismo juego que hace diez segundos me resultaba superficial.
–No, él ya acordó con Fernandez que su candidato a senador es Mirabella.
-«Pero Mirabella no puede ganarle a Lifschitz nunca»le respondo desde la lógica futbolera.
–Con plata y con Alberto en alza, cualquiera gana en Santa Fe. No los subestimes. Me lo afirma, afectado en su honor peronista.
–No lo subestimo. Sólo digo que Mirabella es un desconocido. Y además, hablar de elecciones en agosto del año que viene… ¡ No sabemos cuando sigue la Superliga, que vamos a pensar en las elecciones de acá a un año y medio!
–Ese es el problema. El gringo, y sus cuatro o cinco amigotes- menciona apodos que alguna vez oí, pero que no se asocian con ninguna cara pública- están pensando en eso. Por eso este tema de la pandemia lo mató. Y se queda sin la que venía guardando, ¿ Me entendés?
–No, le respondo con sincera incomprensión.
–Van a gastar la que no querían gastar... me traduce, por si no subo al escalón de la fina ironía.
–Van a gastar lo que tienen que gastar. Está la salud en juego, compañero. Le asesto una chicana, porque la calidad de la información ya me resultaba poco respetuosa
–No. No estás entendiendo. Sin plata no se hace política.
– Si yo te entiendo, lo que me parece es que vos no entendés que es imposible que haya gente pensando en candidaturas en medio de este desastre. Ni de ellos, lo creo. Le confieso, casi en defensa del honor de los «acusados»
–Creelo. Por eso querían sacar el bono, para pagar un 30 % de los sueldos en papeles
–Pero no pueden pensar en eso, y no me imagino que eso pueda ser tema de conversación
–Es un tema de conversación constante… Y además, la ley de necesidad se les termina en diciembre, y si no se endeudan, se les vence. Entonces no les va a quedar guita en caja para hacer política. Me reprocha enojado por mi incomprensión.
–Pero… ¿ Vos me hablás en serio?
–¡En serio! encima nos tiene dormidos a los demás sectores internos, esperando las promesas de distribución que todavía no hizo, y al Kirchnerismo ocupado en los temas nacionales… él iba armando…
–¿Qué va armando? Tenemos Coronavirus, Dengue, bajante histórica de los ríos, las Pymes devastadas, ¿ Cómo te voy a creer que alguien esté pensando en la candidatura de un desconocido, en pleno desastre?
–Bienvenido a la política, Coni.
–¿Que bienvenido? Si yo fui funcionario y conozco perfectamente cómo es la política, como funcionan los riñones de los dirigentes, y los ví peleando como chicos por los temas electorales. Pero esto que contás vos, me parece ficción.
–Acordate que ahora empiezan los comunicados de Mirabella, las fotos con Ministros, con el Presidente en teleconferencia, acordate.
Seguimos charlando unos minutos más. Me contó sobre los enojos sindicales conmigo, de las internas en los gremios, de las puteadas de los presidentes comunales porque no les llega plata, de las dificultades para hacerle entender a Perotti y Agosto que algunas cosas – como la compra y distribución de barbijos en los hospitales- no pueden esperar un minuto más, sobre la falta de coordinación entre Micling y Borgonovo con el resto de los Ministros, de la calentura de los proveedores, de la falta de Timing con algunos periodistas. Del cansancio/ mensaje de algunos grupos mediáticos que se empiezan a sentir utilizados por el gobierno. De la desaparición pública de Saín. De los gritos en las reuniones de gabinete. De algunos maltratos que hacen llorar a algunos empleados, y del terror, si, utilizó esa palabra: terror, que tienen los empleados públicos a ser «descubiertos» en alguna opinión inconveniente frente a algún funcionario, o «alcahuete» de funcionario.
Cortamos la charla, nos deseamos en broma un «buen fin de semana de pesca y asados con amigos», intercambiamos algunas ideas para hacer durante la continuidad del encierro.
Mientras hacía el mate, este domingo bien temprano, me quedé cavilando sobre la superficialidad de algunos. Y volví sobre la charla.
¿ Será cierto que algunos están guardando guita para la campaña?
¿Realmente estamos gobernados por un hombre que cree, que un tal Mirabella- si, ese oscuro hombre que sabe apretar y aceitar a los dueños de los medios para sacarse de encima a periodistas que molestan- puede ser su linea sucesoria? ¿ Es verdad que algunos piensan hoy, que es tiempo de hacer cálculos y proyectar nombres, y pensar listas, y guardar plata- supongamos que pública y legítimamente usada en publicidad de gestión- para las – posibles y presuntas- elecciones del año que viene?
Si fuera así, no me causaría sorpresa, sino pena. Si, hay dirigentes políticos así. Muchos, seguro. Generalmente son los que sueñan con su propia suerte personal y se imaginan sentados en sillones demasiado grandes para su estatura. La mayoría, pienso, se quedan en el camino. Quedan desnudos frente a los demás. Y sus carreras prometedoras se acaban antes de lo previsto. La hilacha delata.
Pero por suerte, hay otros. Los que sueñan con el bronce, si, pero se preparan para merecerlo. Y generalmente así suelen ser las consecuencias de las gestiones.
«La grandeza de los hombres se mide por su capacidad para comprender su pequeñez». No se quien lo dijo, pero debe formar parte de los aforismos sobre el poder, el hombre y esas cosas.
Mientras terminaba de escribir esta nota, en mi casilla de email leí este mensaje: » Mirabella mantuvo una charla virtual con el Ministro Ginés González». Y una foto del «candidato del gobernador» mirando comprometido la pantalla de su notebook, con la reiterada imagen de la plataforma ZOOM.
-Que triste todo,además. Pensé. Y cerré la computadora.