En medio de los ladridos de los perros que habitan los pasillos del hospital más importante de Rosario, el gobernador de la provincia, con barbijo negro, espera las palabras de de un dirigente gremial. El «delegado Juan», pide silencio y arremete: «Estamos orgullosos de su presencia señor gobernador. Y quiero que sepandirigiéndose a un puñado de trabajadores que asistían al actoque pidió un crédito para poder pagarnos los sueldos. Y eso se merece un aplauso». Y entonces sale el aplauso .

Afuera, un grupo de delegados del otro gremio de Rosario, no pueden ingresar al acto. La policía les impidió el ingreso. El acto fue organizado «solo» para los delegados amigos. Y entonces sólo estaban los propios, y nada más que los propios. Cómo si el Hospital les perteneciera a ellos.

El delegado de UPCN, Juan, arremete con su heroica retórica: «Aunque no tengamos paritarias, vamos a seguir trabajando señor gobernador. Porque somos peronistas. Y si está en juego la vida de todos los santafesino, vamos a ponerle el cuerpo». La emoción no le pone límites a su desatada verborragia y la sentencia setentista aflora: » El que para es un traidor. No es el momento de hacer paros ni reclamos. Eso quedará para después». Y de nuevo se repiten los aplausos.

Afuera, los delegados que tenían reclamos legítimos para hacerle al gobernador, se volvieron a sus domicilios sin poder entregar la nota donde explicaban las verdaderas dificultades que afrontan los trabajadores del Hospital Centenario, la crítica situación del ascensor, el pedido para que les reestituyan el bono de 3000 pesos que les descontaron en el recibo de sueldo de abril y si. El reclamo de un aumento salarial. Un asunto que empieza a arder en las bases de los trabajadores de la salud principalmente, pero que incluye a todos los trabajadores estatales: docentes, policias, administrativos, porteros,etc. A todos.

El gobernador aplaude la arenga, la agradece, y se acerca a una periodista emocionada que le agradece su presencia. El Gobernador no corrige al delegado emocionado. Evidentemente, la palabra «traición» volvió para quedarse. Y en el peronismo, lo dice la historia y no la posición ideológica del escriba, cuando sobrevuela el «traidor», es augurio de malos tiempos.

No hay dudas de que vivimos una época de lealtades flexibles e identidades frágiles. Se trata de observar a los principales dirigentes sindicales santafesinos. De leer lo que decían de los derechos de los trabajadores hace un año, cuando el gobernador era Socialista y lo que dicen hoy, o no dicen, frente a un gobierno peronista que les va quitando derechos sin ninguna explicación.

Pero aún así, causa perplejidad que los dirigentes gremiales, y el propio gobernador (peronistas) comiencen a usar y aceptar la palabra “traición”, como algo natural dentro de las estructuras del estado.

Los «traidores» se deduce, son los que estaban afuera y no pudieron ingresar. Probablemente peronistas, también. O no. Eso no importa. Lo que importa es que hay un gobernador peronista y que no importa lo que esté haciendo con los derechos de los trabajadores. Acá hay un ejército dispuesto a defenderlo de los traidores que lo rodean.

Traidores, entonces, serán todos aquellos que se animen a cuestionar al gobernador y a sus políticas. Traidores,que como cuenta la trágica historia del peronismo, después se cuentan como enemigos. Y a los enemigos, ni justicia.

La sensación que deja el video de lo ocurrido en el Hospital Centenario, es esa de la canción de Serú: «Enciende los candiles, que los brujos piensan en volver». Si. Aunque parezca una caricatura del pasado y muchos subestimen el gesto, lo que anuncia el discurso del delegado Juan, es que volvimos a instalar la violencia como modo de resolver las diferencias. Y lo corrobora el gobernador que se limita a «agradecer el gesto»

No. No podemos como sociedad y menos en una provincia que habia conseguido poner en marcha un proceso de instituciolidaad ejemplar, que nos vuelvan a hablar en estos términos.

No se puede admitir una sola amenaza, una sola advertencia y ni una sola expresión que nos invite a la violencia. Mucho menos desde el Estado. Con la complacencia del primer mandatario.

Vienen tiempos oscuros en Santa Fe. A la violencia que genera centenares de crimenes, a la interna de egos y peleas por las cajas en el Ministerio de Seguridad, a la tensión que instaló el gobernador con la oposición desde el primer día, ahora le sumamos los señalamientos de «traidores»

Es grave lo que pasó en el Hospital Centenario de Rosario. Y el silencio, la pasividad de los funcionarios y los principales dirigentes gremiales de la Provincia, lejos de rebatirlo, parecen abrazarlo.

EL VIDEO DEL DISCURSO EN EL HOSPITAL CENTENARIO

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